domingo, 27 de febrero de 2022

De artículo científico a Nota roja.

 


Una buena política pública está necesariamente basada en el uso de evidencia imparcial e independiente en la toma de decisiones. Cuando la evidencia está contaminada o es arbitraria, nada nos garantiza que las políticas públicas ejecutadas sean adecuadas o defendibles.

 

El caso de la revista científica British Medical Journal (BMJ) y el polèmico artìculo publicado recientemente. En diciembre de 2020, la Secretaría de Salud de la CDMX comenzó a distribuir miles de botiquines médicos que contenían: aspirina, azitromicina e ivermectina entre las personas que habían dado positivo a COVID-19. En ese momento, el acceso a las vacunas todavía era limitado y el uso de la ivermectina tenía algunos precedentes in vitro. La evidencia era suficiente como para desaconsejar su uso como estrategia de salud pública, incluida en la prevención de hospitalizaciones. Lo que se sabe por reportajes y entrevistas es que las autoridades de salud de la CDMX habían anunciado un “ensayo clínico para probar un tratamiento médico en pacientes de coronavirus” desde septiembre de 2020. El ensayo clínico inicial consistía en estudiar los efectos de dos compuestos: el mesilato de camostat y el extracto herbal de Artemisia annua. Como todo ensayo clínico, éste involucraba tan sólo a 360 pacientes, los cuales tendrían seguimiento cuidadoso por médicos para evaluar riesgos y efectos del tratamiento. En los tres meses subsecuentes, se cambió radicalmente de estrategia: en vez de realizar un pequeño estudio clínico dirigido por médicos y estrictos controles, se invirtió en la compra de 200 000 kits con combinaciones diversas de ivermectina, aspirina y azitromicina para distribuir entre la población general. Sin estudios rigurosos ni recomendaciones de las agencias de salud federales e internacionales. Distribuidos a través de quioscos, los kits fueron repartidos entre personas con infecciones de covid-19 confirmadas por una prueba rápida de antígenos. Para fines de enero de 2021, un medicamento no aprobado y sin evidencia de eficacia terapéutica había sido suministrado a más de 50 000 capitalinos sin ningún control o seguimiento riguroso. Pero ¿qué es, y en que consiste un ensayo clìnico? Por diseño, los ensayos clínicos con los que medimos la eficacia de medicamentos y tratamientos son increíblemente detallados, controlados y regulados. Los pacientes que participan de un ensayo clínico tienen que ser evaluados individualmente para garantizar que cumplen con ciertos parámetros de selecciòn, inclusión y exclusiòn. El tratamiento es aleatorio y, generalmente, ni investigadores ni pacientes saben quién está recibiendo la medicina y quién el placebo. Los kits distribuidos no cumplían estas características. De hecho, ni la página de Cofepris tiene registro de la intervención del gobierno de la CDMX (la Cofepris sólo tiene registro de dos ensayos de ivermectina de 2016 y 2017). El diseño del “cuasi-experimento”, como el artículo se refiere a la intervención, es fundamentalmente preocupante: para “parear” a las personas que recibieron o no los kits. Esto es un problema básico de datos y estadística, de comparar peras y naranjas. Además de que el estudio no garantiza que aquellos que recibieron los kits en enero de hecho siguieran el tratamiento correctamente (algo que los ensayos clínicos reales suelen monitorear), las condiciones del sistema de salud pública eran muy diferentes entre diciembre de 2020 y enero de 2021. El artículo estuvo por meses generando alto número de visitas, pero fue acumulando quejas e inconformidad de científicos de diversos países acusando la falta de ética de dichos médicos mexicanos, al grado de que la semana pasada los directivos del sitio encabezado por el sociólogo demógrafo de la Universidad de Maryland, Philip N. Cohen se vio presionado ante el escándalo y la exigencia generalizada de retirar la publicación, y así lo hicieron.

 

En el mismo artículo, la revista British Medical Journal, compara el uso negligente de ivermectina frente a COVID19 en una prisión de Arkansas, EU e incluso su uso sistemático en México (hasta 200.000 kits del fármaco) con el terrible caso Tuskegee de sífilis. El experimento Tuskegee fue un estudio clínico llevado a cabo entre 1932 y 1972 en la ciudad estadounidense de Tuskegee (Alabama), por el Servicio de Salud Pública de Estados Unidos. Unos 600 afro estadounidenses, en su mayoría analfabetos, fueron engañados con supuestos tratamientos, si bien, el fin real fue observar la progresión natural de la sífilis. Las consecuencias fueron terribles. Ocho sujetos murieron de sífilis, 100 más de complicaciones relacionadas, 40 esposas de los sujetos resultaron contagiadas y 19 niños nacieron con sífilis congénita. Datos duros, pero con unainformaciòn muy tergiversada y mal utilizada. Lamentablemente las medidas de verificaciòn de la revista no fueron suficientes para darse cuenta de un “estudio” simplemente mal realizado. El artìculo era mas bien una nota roja.

Dr. César Álvarez Pacheco

cesar_ap@hotmail.com

@cesar_alvarezp

Huatabampo, Sonora.

 

No hay comentarios:

Publicar un comentario