Desde 1998 quedó legalmente establecido
que Sonora no tenía la obligatoriedad en participar en el horario de verano por
su actividad comercial con el vecino estado de Arizona. Quintana Roo no
participa en el mismo desde el 2015. El horario de verano se había vuelto
común, hasta hoy, pero ¿Qué repercusiones tiene en la salud?
Durante marzo y abril, la mayoría de las
entidades del país adelantarán su
reloj una hora debido al Horario de Verano 2022. Miles de personas odian este cambio de
horario, debido a que sienten que les roban “una hora de sueño”. Sin
embargo, los efectos van más allá de las simples molestias. Hay pocos estudios
al respecto sin embargo existe evidencia que vincula el cambio de horario de verano con algunas
alteraciones en la salud diversas. El “Horario de Verano” tiene por objetivo
economizar energía eléctrica utilizando la luz del sol en los días que duran
más. En el hemisferio norte de la Tierra ese periodo dura 7 meses, de abril a
octubre, e incluye la primavera, el verano y un mes del otoño. Dentro de esos
200 días, el de máxima insolación es el 21 de junio (el solsticio de verano).
La práctica consiste en adelantar los relojes una hora el primer domingo de
abril y retrasarlos, también una hora, el último domingo de octubre. En el
Hemisferio Sur la situación se invierte, y el día de mayor duración es el 22 de
diciembre. El Horario de Verano se implantó por primera vez durante la Primera
Guerra Mundial, y con el mismo fin de economizar energéticos la medida se
aplica ahora en 73 países. En México ha habido una aplicación relativamente
irregular, desde 1942 en que lo estableció un Decreto Presidencial, hasta el
año 2000 en que se aplicó en el territorio nacional con excepción del Estado de
Sonora. El cambio de horario puede experimentarse en dos circunstancias: una,
cuando viajando se llega a una ciudad cuya hora es diferente a la de la ciudad
de donde se partió, y que el viajero lleva en su reloj. Los traslados
intercontinentales en los que se atraviesan varios husos horarios producen el
llamado “Jet Lag” rezago (o adelanto) en el tiempo causado por la alta
velocidad de los aviones de propulsión o “Jets”. La otra circunstancia es
cuando por disposición gubernamental se adelanta o atrasa la hora oficial. En
ambos casos el médico suele ser consultado sobre los efectos que sobre la salud
puede tener el enfrentar el cambio de horario. Las alteraciones que produce el
cambio de horario, aunque no llegan a incidir en las estadísticas ni
constituyen enfermedades, afectan a individuos y a grupos, especialmente a
quienes tienen una estructura poco flexible en lo biológico y en lo
psicoemocional, y a quienes están sujetos a realizar actividades en horarios
rígidos. La vida se desarrolla mediante la integración de ciclos repetitivos
que se denominan ritmos biológicos. Estos ritmos varían ampliamente desde
ciclos por segundo (actividad de los genes), por hora, como las secreciones
hormonales y la alimentación, por día sueño y vigilia, por semanas como la
menstruación (tiene la misma duración que el ciclo lunar), por meses como las
migraciones y la reproducción, hasta por periodos más prolongados. El ciclo
fisiológico, por ejemplo, dura alrededor de 23 horas en el ser humano. El ciclo
emocional, que establece alzas y bajas rítmicas en el estado de ánimo, dura
alrededor de 28 horas, y el intelectual, que determina el nivel de nuestras
funciones intelectuales, dura alrededor de 33 horas. Eso explica que en un
determinado momento podemos estar en el nivel de máximo rendimiento físico pero
bajo en el rendimiento intelectual, y en otro nivel emocional. Es evidente la
utilidad de conocer nuestros relojes para planear actividades físicas,
intelectuales y emocionales. En la vejez aparecen de nuevo cambios en los
ritmos. Se modifica la alternancia sueño-vigilia, hay pequeñas siestas durante
el día y periodos de vigilia durante la noche que confunden y angustian a veces
a la persona y que se interpretan como un “falso” insomnio.
Existe leve evidencia del impacto
negativo sobre el horario de verano, sin embargo el impacto positivo, como
cualquier otro estímulo, puede causar en la salud, depende de la respuesta,
individual y colectiva. El sujeto puede desarrollar procesos biológicos y
psicoemocionales que le permiten adaptarse a las nuevas circunstancias y
preparase a ulteriores. De no lograrlo sufrirá consecuencias negativas, estrés
por defecto o por exceso. En cambio ejercitar periódicamente los procesos de
adaptación puede estimular un mejor desarrollo y una capacitación creciente
para enfrentar retos mayores, de la misma o de diferente naturaleza. Usted,
estimado lector ¿Se adapta?
Dr. César Álvarez
Pacheco
cesar_ap@hotmail.com
@cesar_alvarezp
Huatabampo,
Sonora.
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