Durante estas fiestas podemos
analizar varios aspectos, con la cuarentena que invita a la reflexión,
ocasionalmente podemos sentirnos abrumados por la lluvia de malas noticias
relacionadas a la pandemia, saturación hospitalaria, inseguridad, entre otras.
Culpar a la inacción del gobierno ya no funciona en su totalidad, la creación
de políticas públicas para la reducción
de los indicadores de alerta, ya no son “redituables” electoralmente hablando,
sin embargo algo se tiene que hacer.
Hoy por las fechas no todo es
dicha y felicidad, hay quienes por las prisas pierden los estribos al conducir,
y hay quienes hasta pierden algo mas. Los accidentes de tránsito, entendidos
como “colisión o incidente en el que participa al menos un vehículo en movimiento
y se produce en una vía pública o una vía privada a la que la población tiene
derecho de acceso”, constituyen una de las principales causas de mortalidad a
nivel mundial. De acuerdo con la Organización Mundial de la Salud, los últimos
años, dichos traumatismos fueron la octava causa de mortalidad mundial y de
acuerdo con sus proyecciones, constituirán la quinta causa de muerte en 2030.
¿Por qué el ascenso? Un accidente de transito genera múltiples costos derivados
del traslado, tratamiento y rehabilitación de los implicados, así́ como los
vinculados con la pérdida de productividad asociados al cese o la interrupción
de la actividad laboral de los afectados. Por ello, si se propone estimar el
impacto económico y social de este fenómeno, es necesario identificar todas sus
implicaciones para el conjunto de la sociedad. A sabiendas de que al actual
gobierno no le gustan los estudios ni la planeación al momento de la creación
de una política pública, hay quienes requieren sustentar la acción para reducir
los costos relacionados a los accidentes de tránsito, pero ¿cómo calcularlos?
¿Qué hacer? ¿Cómo reducir la mortandad, relacionada a los accidentes de
tránsito? Un rasgo particular radica en que las personas involucradas son en
mayor medida individuos jóvenes (del grupo etario entre 15 y 29 años) y, por lo
tanto, de mayor productividad laboral actual y futura. Otra cuestión destacable
es la desigual carga económica que generan en los países según su nivel de
ingreso: aunque los países de ingresos medios y bajos solo poseen el 53% de los
vehículos a nivel mundial, en ellos se producen el 92% de las defunciones por
accidentes. A su vez, en cada país son las personas más desfavorecidas económicamente
las que se ven principalmente afectadas. En hogares de bajos ingresos donde el
jefe de familia es el único sostén económico, un accidente puede significar que
la familia entre en situación de crisis y pobreza. Por ello, las políticas públicas
que propongan su disminución pueden tener un gran impacto en términos de redistribución
de ingresos, así como aminorar la carga económica familiar.
Un aspecto económico relevante
es el impacto de los accidentes en el funcionamiento de los hospitales públicos:
el costo de los recursos humanos e insumos para la atención de los implicados
representa un elevado porcentaje de los recursos públicos hospitalarios que no
puede ser destinado a la atención de otros problemas de salud, al menos esto
pasaba hace un año, cuando los recursos del presupuesto asignado a salud, tenía
destino específico, hoy puede ser gastado en lo que “se crea conveniente”. El
costo de los accidentes de tránsito se distribuye desigualmente entre países de
distinto nivel de ingreso, representando el 1% del producto bruto interno (PBI,
o PIB en México) en países de ingresos bajos, el 1.5% en los de ingresos
medianos y el 2% en los de altos ingresos. La relevancia de
determinar la pérdida económica provocada por este fenómeno radica en que
puede ser considerada una aproximación, en términos de costos evitados, de
los beneficios de las políticas públicas que se propongan su disminución.
Los métodos basados en el valor de una vida estadística son recomendados para
realizar comparaciones entre países debido a la comparabilidad de los resultados
mientras que el método de costo de enfermedades es útil en análisis
nacionales, pues permite dividir los costos en categorías fáciles de
interpretar y emplear en las discusiones de políticas públicas. Por ejemplo:
el costo unitario de una muerte incluye la pérdida de productividad y calidad
de vida, los costos médico-hospitalarios y los costos familiares. Eso aunado a
los costos colaterales nos da una estimación que reducen significativamente el
PIB. Desarrollar estratégias relacionadas a la disminución de un problema de
salúd pública como los accidentes de tránsito, nos llevará a una comprensión
mas amplia del concepto de Bienestar. La nueva palabra favorita.
Dr.
César Álvarez Pacheco
cesar_ap@hotmail.com
@cesar_alvarezp
Huatabampo,
Sonora.
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