Vivimos
en una sociedad poco reflexiva que vive ansiosamente el momento presente, que
evita pensar en lo que contraría y busca lo placentero como fin y como sentido
de todo. Lo que se desvíe del bienestar se ve como un suceso amenazante y
frustrante. Hay que buscar ante todo mantener y elevar la calidad de vida, que
se ha convertido en la referencia del individuo, con respecto a su sistema de
valores. Es más feliz y pleno quien tiene mayor calidad de vida, o ¿no?.
La
enfermedad, el sufrimiento, el fracaso, las decepciones son, junto con la
amenaza de muerte, señales claras de un periodo sin sentido, gris, obscuro,
temible, que atraviesa alguien en la vida. El enterarse de un diagnóstico
terminal es habitualmente causa de una fuerte crisis provocada por un vivir
superficial y con poca o nula reflexión. Nadie parece estar preparado para
recibir la noticia de que va a morir. Casi nunca estamos preparados para dar ni
para recibir esta noticia: ese momento en que se comunica la cercanía de la
muerte es visto como un enfrentamiento brutal entre lo que se ha vivido y lo
que se esperaba vivir. Una enfermedad terminal no tiene por qué ser un drama ni
para la familia ni para el paciente. En efecto, se trata de enfrentar una
situación única y desconocida, pero no desgarradora. Tanto los médicos como las
enfermeras y, en su caso, los tanatólogos y las trabajadoras sociales han de
adquirir la perspectiva antropológica adecuada. Darse cuenta que es un evento
de especial trascendencia en la vida, donde deben utilizarse todos los recursos
físicos y espirituales, los valores y principios con que cuenta la persona
humana para afrontar el desenlace, sea propio o ajeno, con calma y
tranquilidad, como quien atraviesa un puente hacia un lugar donde encontrará lo
que ha sabido construir en su vida. En días pasados, con 109 votos y por
unanimidad el Senado aprobó una reforma al párrafo cuatro del articulo cuarto
de la Constitución para incorporar los cuidados paliativos ante enfermedades en
situación terminal, cabe señalar que la iniciativa no es lo mismo que suicidio
asistido o eutanasia ya que (de acuerdo a la Constitución) “tienen como base
principal evitar el sufrimiento en razón de los cuidados, mas no acabar con la
vida”. ¿Cómo, no había ya? ¿Un tema tan importante sin legislar? El 5 de enero
del 2009 en el DOF se modifica la Ley General de Salud en todas las secciones
correspondientes para agregar el título octavo bis sobre los Cuidados
Paliativos a los Enfermos en Situación Terminal. En esta sección histórica se
abordan temas tendientes a evitar el sufrimiento en el enfermo terminal, se
establecen los límites del tratamiento curativo y paliativo, se aborda el
control del dolor y atención de aspectos psicosociales, entre otros. De igual
forma, se reforma el artículo 184, agregando el 184 bis, el cual hace
referencia a los cuidados paliativos y las voluntades anticipadas; y se
adiciona el artículo 166 bis que contiene la Ley en Materia de Cuidados
Paliativos. El 31 de diciembre de 2010, en el DOF, se establece el programa
PALIAR; y con ello, la intención de alcanzar el objetivo de dar vida digna a
los mexicanos con servicios de salud eficientes y de calidad hasta el final de
sus días. El 26 de diciembre de 2014, se publica en el DOF el acuerdo en donde
el Consejo de Salubridad General de la Nación declara la obligatoriedad del
empleo de esquemas que permiten el manejo integral del enfermo en situación de
terminalidad y que requiere cuidados paliativos, en referencia a los
medicamentos de uso controlado. Para el 2014, la Norma Oficial Mexicana (NOM
011- SSA3-2014) incluye a los cuidados paliativos en el programa CAUSES de
Seguro Popular. En 2016, actualiza la legislación vigente para incluir los
cuidados paliativos pediátricos. En enero de 2017, se cambia el artículo 3
fracción XXVII BIS, misma que hace referencia al tratamiento integral del dolor
y a su vez, se regula el artículo 32, mismo que habla de las medidas de
atención médica paliativa.
Cuando
hablamos de costos de cuidados paliativos generalmente pensamos en aquellos
gastos que se llevan a cabo dentro de las clínicas de cuidados paliativos en un
hospital, pero cuando hablamos de los costos del cuidado en casa debemos
contemplar varias variables, como medidas de confort, medicamentos, dieta,
cuidadores e inversión temporal, siendo esta última uno de los factores que
afectan en forma predominante a la sobrecarga económica de los cuidadores
primarios del paciente paliativo pero, poco sabemos respecto de cómo la
sobrecarga económica puede afectar a la sobrecarga emocional e incidir al
respecto de variables emocionales y psiquiátricas sobre el cuidador y el
paciente. El tema ya estaba plasmado en la Constitución, lo publicitado fue mas
bien un “refrito”, así que nuestros representantes populares, deben mostrar
mayor trabajo y sobre todo lo “real”
para no caer en confusión.
Dr. César Álvarez Pacheco
@cesar_alvarezp
Huatabampo, Sonora.
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