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La gran
demanda nacional de productos agrícolas, el aumento en las exigencias
comerciales de los países más desarrollados y los cambios en la tenencia de la
tierra en nuestro país, han impuesto variaciones en la siembra y cosecha de
algunos productos agrícolas. Mientras el maíz, el algodón, la caña de azúcar y
el arroz eran productos muy importantes y donde más se utilizaban los
plaguicidas, en la actualidad se han incrementado las superficies de tierra
sembradas con productos de exportación, como hortalizas, frutas y flores. El
manejo de mayores volúmenes de plaguicidas ha incrementado el riesgo de un
aumento en la exposición, especialmente entre los trabajadores agrícolas,
sanitarios y quienes participan en su proceso de fabricación. Esta situación ha
contribuido a la presencia de efectos nocivos a la salud, tan evidentes como
las intoxicaciones agudas, las cuales están bien definidas y algunas de las
cuales se registran. En países en desarrollo se presenta más de 50% de las
intoxicaciones, aun cuando los plaguicidas se utilizan en menor cantidad. En
las últimas tres décadas se ha llamado la atención sobre la exposición a bajos
niveles de plaguicidas durante tiempo prolongado, lo que puede producir daños
al sistema nervioso, malformaciones congénitas, cáncer, mutagenicidad,
alteraciones reproductivas y síntomas persistentes. En su mayoría estos
plaguicidas son organofosforados y carbamatos. Sin embargo, que se observen
mayores prevalencias y gravedad en la sintomatología tales como: dificultad
para respirar y dolor de tórax; disminución de la visión, temblor, vómito,
diarrea y dolor de pecho; dolor muscular y articular; dolor estomacal y
muscular; rigidez muscular y resequedad de la garganta; esto se puede explicar,
entre otros aspectos, por las características tóxicas del producto, por la
mayor intensidad y tiempo de la exposición en estas poblaciones, por una cantidad
superior utilizada, tipo de mezclas y por el inadecuado uso y manejo de los
plaguicidas. Algunos pacientes se presentan síntomas más graves, que
podrían deberse a mayor exposición o toxicidad del producto, así como a
condiciones de trabajo con mayor riesgo, ¿Usted cree, estimado lector? ¡Bah!.
Los
efectos tóxicos están en función del grado de toxicidad de la sustancia, de la
vía de ingreso, de la concentración y dosis, así como de la duración de la
exposición. Son diversas las condiciones del uso y manejo de los plaguicidas,
que pueden incrementar o disminuir el riesgo de intoxicación o síntomas
persistentes y crónicos: el transporte de las sustancias, mezcla, aplicación,
lavado y reparación del equipo, etcétera; además, se debe incluir el tipo de actividad,
método de aplicación, formulación del plaguicida, proporción aplicada,
capacitación en el uso y manejo de los plaguicidas y equipo de protección
personal adecuado; los hábitos en el trabajo y de higiene personal. También se
debe considerar el clima, el tipo de cultivo, si éste es de follaje alto o
bajo, grado de tecnificación, superficie cultivada y cosechada, si la
fumigación se realiza en lugares cerrados (invernaderos) o abiertos, así como
si los trabajadores agrícolas son dueños de la parcela o son asalariados. Es
importante proponer a las autoridades de salud del país y el estado una
verdadera vigilancia epidemiológica de los trabajadores agrícolas, y no sólo un
registro de notificación de casos de intoxicación, para que se tomen medidas de
prevención y control efectivos, debido a que la mayoría de estos trabajadores
carece de seguridad social y apoyos;
¿culpa de quien? ¿patrones, trabajadores o gobierno? Juzgue usted.
Dr. César Álvarez Pacheco
@cesar_alvarezp
Huatabampo, Sonora.
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