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Se
estima que de 50 a 60% de la población adulta reporta problemas del sueño, de
los cuales los médicos identifican solo un 10 %. Se trata de un síntoma, no de
una enfermedad y se manifiesta por dificultad en el inicio, despertar temprano
o tener mala calidad del sueño. Los estudios indican que entre un 30 y un 40%
de la población ha presentado insomnio en algún momento de su vida y del 9 al
15% ha desarrollado insomnio crónico y grave. Este malestar es más común que la
enfermedad cardiaca, la diabetes mellitus, el cáncer y la enfermedad por
VIH/SIDA. Entre los factores identificados que generan mayor prevalencia están
el género femenino, los trastornos mentales, abuso de sustancias y la edad
avanzada, ya que en mayores de 65 años la prevalencia alcanza hasta un 50%. Una
encuesta internacional mostró una prevalencia de 27% en Estados Unidos. En
México se realizaron tres estudios en 1997 que mostraron prevalencias
aproximadas de un 30% en la población. Desórdenes psiquiátricos, como la
depresión, la ansiedad, el abuso de sustancias y el desorden de estrés
postraumático están fuertemente asociados con el insomnio. Existen trastornos
respiratorios asociados con el insomnio que deben tomarse en cuenta, como el
síndrome de apnea obstructiva del sueño. Se deben tomar en cuenta los
desórdenes del ritmo circadiano como el jet
lag, los trastornos del sueño por la vida laboral nocturna y las
parasomnias. Algunas otras enfermedades que provocan insomnio son el asma, la
fibromialgia, la demencia, la enfermedad de Parkinson, la cefalea en racimos,
los síndromes epilépticos y el insomnio familiar fatal. También la enfermedad
pulmonar obstructiva crónica (EPOC) provoca la alteración del sueño, a partir
de los ataques nocturnos, la tos, la producción de flemas o dificultad
respiratoria. En la enfermedad por reflujo gastroesofágico (ERGE) los episodios
de reflujo durante la noche provocan malestar, lo cual le impide al paciente
tener un sueño adecuado. Las personas desempleadas, divorciadas, viudas,
separadas, con altos niveles de estrés, turnos de trabajo nocturnos,
despertares nocturnos frecuentes y bajo nivel socioeconómico, así como los
pacientes que toman múltiples fármacos tienen una alta prevalencia de insomnio.
Entre esos fármacos se incluyen los estimulantes (cafeína y nicotina),
antidepresivos, alcohol, hipnóticos, hormonas (tiroides, anticonceptivos), y
ciertos antineoplásicos.
El
insomnio provoca alteraciones en la calidad de vida, lo que causa
irritabilidad, disminución de la memoria, la comprensión, la atención, la
creatividad, el entusiasmo, así como mayor riesgo de accidentes
automovilísticos. Una de las características más importantes del sueño son los
cambios que produce en la función cerebral, los cuales se asocian con modificaciones
directas o indirectas en otros sistemas fisiológicos. El insomnio es un
importante problema de salud pública; sin embargo, no se le da la relevancia
que amerita en la práctica clínica. El sueño es un pilar fundamental para la
calidad de vida de los pacientes, por lo que es vital incluirlo en la historia
clínica e interrogar los hábitos de sueño. Su adecuado abordaje y el uso
correcto de las herramientas previamente expuestas permitirán hacer un
diagnóstico oportuno. Por insignificante que parezca, el corregir la privación
de sueño de un paciente puede mejorar mucho su calidad de vida, por ende
contribuyendo a su salud integral.
Dr.
César Álvarez Pacheco
@cesar_alvarezp
Huatabampo,
Sonora.
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