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En términos
generales la información, brindada a los pacientes hipertensos acerca de cómo
prevenir la Hipertensión Arterial, debe orientarse hacia aspectos positivos y
no hacia el temor, ya que este último frecuentemente genera rechazo o negación
de la enfermedad. Paralelamente se recomienda una visión amplia orientada hacia
la prevención cardiovascular tanto del paciente como de su familia.
Posiblemente, el primer y más difícil desafío en la educación de los
hipertensos es precisamente, el lograr que comprendan que esta entidad es el
resultado de la expresión, en algún momento de la vida, de una carga genética
predisponente, y que los factores ambientales que la desencadenan son
múltiples. Se ha confirmado que hábitos de vida sanos incluyendo dieta baja en
grasas y sodio, y ricas en frutas, verduras y hortalizas, en conjunto con el
mantenimiento de un peso corporal normal y la práctica regular de ejercicio
físico, no solo constituye una parte esencial del tratamiento del paciente
hipertenso, sino también una excelente forma de prevención en sus descendientes
directos, ¿Quién ha visto en Twitter por ejemplo, las “cenas de escritorio” del
Teacher, López Doriga? Una cena que consiste en atún, tomates en rodajas y
aguacate, saludable ¿no?
La
indicación de tratamiento antihipertensivo no queda restringida al propio
paciente, sino que los cambios en la alimentación, ejercicio físico y demás
hábitos de vida, deben ser indicadas al conjunto del grupo familiar. De hecho,
en la práctica rutinaria siempre se le solicita al paciente a que concurra en
la siguiente visita de control junto a su cónyuge a fin de comprometer al
núcleo familiar en el cuidado de la salud de todos sus integrantes. La
indicación de una dieta restringida en sodio, grasas y calorías a un paciente
hipertenso es una práctica rutinaria, pero en una mayoría de los casos no es
adecuadamente seguida por el paciente, ¿qué quiere decir esto? En un contexto
cultural “del norte” gustamos de una carne asada, cervezas y usualmente el
sedentarismo, todo lo que “no” se debe de hacer. En parte ello es debido a que
se prepara alimentos para el resto de la familia diferente a la oferta
culinaria para el paciente; esta visión está en la práctica diaria condenada al
fracaso. Una aproximación más lógica resulta del considerar que la dieta
indicada a nuestro paciente, es básicamente una dieta sana, y por lo tanto
puede ser administrada al conjunto del grupo familiar ya sea como tratamiento
(para aquellos miembros hipertensos), o bien como prevención (para aquellos
miembros aparentemente sanos). Si toda la familia come mejor, el beneficio es
más amplio y se facilita el cumplimiento de la dieta a quienes más lo necesitan
¿o no? La experiencia local e internacional confirma que la aproximación al
cuidado integral de la familia resulta mucho más exitosa, que la simple
indicación de dieta a un paciente en forma aislada. De cualquier manera no se
puede generalizar para todo paciente, lo ideal es individualizar el caso y
tratarlo de manera conjunta con la familia, integrando las posibilidades y
factores de riesgo de cada paciente para lograr así un mayor beneficio para el
cuidado de su salud.
Dr. César Álvarez Pacheco
@cesar_alvarezp
Huatabampo, Sonora.
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