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En la historia
siempre impresionó mucho escuchar que si El
Greco pintaba aquellas raras figuras sinuosas y alargadas era porque padecía
una enfermedad de los ojos que le impedía ver a los seres humanos tal y como
son en la realidad. Ahí podemos ver un claro ejemplo donde estructura y
función no van muy bien de la mano. Atribuir a algún defecto orgánico los
rasgos del estilo de un artista puede ser un síntoma de ignorancia o de pereza
mental, pero también es cierto que la mezcla de la enfermedad y del talento
nos sugestiona siempre, en parte por sus posibilidades novelescas, en parte
también porque parece que confirma la noción romántica del genio como héroe
un poco raro y de la obra de arte como el fruto de muchas dificultades: Goya y
Beethoven atormentados por la sordera, Mozart febril y casi moribundo sobre la
partitura del Requiem, Chopin enfermo de tuberculosis. El peso de la leyenda
distorsiona la realidad en algunas ocasiones, pero no llega a anularla. Desde
luego que la enfermedad tremenda que tuvo como resultado una sordera
irreversible trastornó el ánimo de Goya, agudizando las inclinaciones más
sombrías de su estilo. Beethoven, como cualquier gran músico, podía escuchar
en su imaginación las notas que iba componiendo, pero hay una parte de la
expresividad áspera y violenta de muchas de sus obras maestras que surgiría
instintivamente de su necesidad de lograr un volumen sonoro no del todo
imperceptible para sus oídos dañados. Nos intriga la idea de un músico
sordo. Más inconcebible nos parece que pueda existir un pintor casi ciego. Ese
fue el caso de Claude Monet, que padeció de cataratas durante muchos años, y
que según propia confesión llegó a un punto en el que sólo veía “de las
etiquetas en los botes de colores y de la fuerza del hábito”. Por culpa de las
cataratas, Monet apenas podía ver cuando pintó algunos de sus lienzos más
célebres fechados en torno a los años 1920. Claude Monet, fue sin dudas uno
de los tantos genios influidos por la enfermedad y ya antes de cumplir 60 años
se empieza a preocupar por un continuo escozor de ojos. En 1900 le diagnostican
un principio de catarata, lo que afectaría al desarrollo de su pintura desde
entonces. El año que es diagnosticado pinta por primera vez un puente japonés
construido en el lago de su casa de Giverny. Este puente será retratado muchas
veces, y es el testigo mudo de la pérdida de visión del pintor. A Monet le
ocurría que le daba terror someterse a una operación de cataratas, por miedo
a que le sucediera como a su amiga la también pintora Marie Cassats, que al
operarse había quedado aún más dañada, y tuvo que resignarse a abandonar
para siempre la pintura. Pero al final se decidió a arriesgarse, y en 1923, a
los 83 años.
Las cataratas
habían afectado su visión inmediata, pero no su imaginación o su memoria, y
sin embargo, los problemas en los ojos, que le dificultaron tanto su trabajo,
no fueron los responsables de su muerte. Fue tal vez su afición al tabaco
-que, según Clemenceau, tiñó su barba de amarillo- la que le provocó un
tumor pulmonar que le fue detectado en julio de 1926, y 6 meses después moría
a los 86 años de edad. Monet, un personaje con un gran talento que
desarrollaba, a pesar de las dificultades que le imposibilitaban hacerlo,
personajes que crean y que inspiran con sus obras.
Dr. César
Álvarez Pacheco
@cesar_alvarezp
Huatabampo,
Sonora.
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