Las enfermedades
infecciosas constituyen una de las principales causas de muertes a nivel
global. Incluso hoy día que se habla de guerras, fin del mundo incluso de
apocalipsis zombi, no es nada en comparación a lo que se aproxima en un futuro
no muy lejano.
En esta contienda repetida entre humanos
y bacterias, los humanos han utilizado el desarrollo de la ciencia y la
tecnología para desarrollar medicamentos antibacterianos y obtener ventaja,
pero con la aparición de la resistencia bacteriana (proceso en el que las
bacterias desarrollan un conjunto de mecanismos de defensa que les permiten ser
“inmunes” a las propiedades de acción de los fármacos comúnmente utilizados
para la inhibición de su crecimiento), las ventajas humanas desaparecen
gradualmente. Alexander Fleming, desde que recibió el Premio Nobel de Medicina
en 1945, por el descubrimiento de la penicilina, advirtió sobre el fenómeno de
la resistencia cuando expresó: “Llegará un momento en que la penicilina podrá
ser comprada por cualquiera en los negocios. Existe el peligro de que un hombre
ignorante pueda fácilmente aplicarse una dosis insuficiente de antibiótico y,
al exponer a los microbios a una cantidad no letal del medicamento, los haga
resistentes”. Lamentablemente, el ser humano no concientizó esta alerta y muy
pronto aparecieron los primeros resistentes como parte de la evolución natural
de las bacterias en su adaptación al medio ambiente. Este fenómeno se aceleró
con el tiempo por el uso inadecuado de antibióticos en diferentes ecosistemas,
favorecido por la falta de normas y fiscalización del uso de estos; así como,
tratamientos deficientes, ventas sin receta médica o a través de Internet,
comercialización de antimicrobianos falsificados o de mala calidad y la falta
de control de residuos (uno de los problemas presentados por ENSU en el primer
trimestre del 2023). El problema mayor de la resistencia antimicrobiana se
observa en el ámbito hospitalario y anualmente se reporta a nivel mundial 700
000 muertes. Se estima que si no se realizan las acciones emitidas por la
Organización Mundial de la Salud (OMS) de forma urgente, en 2050, se producirán
10 millones de muertes al año, debidas directa o indirectamente a la resistencia
a antimicrobianos. En América Latina, más de 50 % de las infecciones adquiridas
en unidades de cuidados intensivos son causadas por bacterias, con una tendencia
creciente a la resistencia. La resistencia antimicrobiana se favorece por el
uso inadecuado de los antimicrobianos en medicina humana, veterinaria,
agricultura y acuicultura; la falta de medidas de prevención y control de las
infecciones asociadas a la asistencia sanitaria retrasó en el diagnóstico
microbiológico; tratamientos incompletos por los pacientes, ausencia de nuevos
antimicrobianos, falta de higiene y saneamiento, entre otros factores que
complican los esfuerzos mundiales para su contención. La resistencia bacteriana
pone en peligro la salud y la supervivencia de los seres humanos y aumenta la
carga económica de la sociedad y los pacientes. La resistencia a los fármacos
se refiere a fármacos originalmente eficaces que se transforman en ineficaces,
lo que ocurre gradualmente por cambios genéticos o mutaciones cromosómicas.
En la actualidad, ningún país puede
separarse, de forma absoluta, del mundo en el tema de las bacterias resistentes
pues estas no respetan fronteras. La resistencia a los antibióticos es un
problema global cada vez más destacado, que afecta al presente y al futuro. La
resistencia a los antibióticos se puede propagar muy rápido por la diseminación
de elementos genéticos móviles que portan genes de resistencia a diferentes
familias de antimicrobianos (diseminación horizontal). Con el aumento de la
inmigración, el comercio y los viajes, así como la globalización se favorece la
diseminación de clones multidrogorresistentes a nivel mundial. La resistencia
antibacteriana también tiene un papel en el deterioro de la relación médico paciente
por causa del aumento de costos del tratamiento y los efectos deficientes de
este. El conflicto entre paciente y médicos es muy evidente en la sociedad de
China, lo que muestra los problemas de ética, moralidad e integridad entre los
médicos, los pacientes y la sociedad. Una era “post-antibiótica” en la que las
infecciones comunes y lesiones menores acaben con la vida de numerosas personas
es una posibilidad muy real para el siglo XXI. Si continúan las tendencias
actuales, las intervenciones avanzadas, como los trasplantes de órganos, los
reemplazos de articulaciones, la quimioterapia contra el cáncer y la atención
de los neonatos, serán difíciles de ser exitosas y será el fin de la medicina moderna.
Dr.
César Álvarez Pacheco
cesar_ap@hotmail.com
@cesar_alvarezp
Huatabampo,
Sonora
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