Las parasitosis intestinales continúan
afectando a la población infantil, a pesar de los notables avances en el
diagnóstico, tratamiento y medidas preventivas, alterando su crecimiento y
desarrollo. En México, con base en el Instituto Nacional de Estadística y
Geografía, todavía se reporta un gran número de defunciones relacionadas con
esta causa. ¿Qué hacer?
La enfermedad parasitaria sucede cuando
los parásitos encuentran en el hospedero las condiciones favorables para su anidamiento,
desarrollo, multiplicación y virulencia. En la mayoría de los casos, los
parásitos ingresan por la ingestión de quistes de protozoos, huevos o larvas
portados que están contenidos en alimentos o agua contaminada; existen otros
parásitos, cuyas larvas penetran por vía transcutánea desde el suelo, y sí,
parecería película de terror. Los alimentos preparados en condiciones poco
salubres como es el caso de los alimentos fuera de casa son definitivamente un
factor de riesgo, además de otros como la higiene de manos que comentaremos
posteriormente. Las parasitosis son más frecuentes durante la infancia porque
hay más oportunidades de contacto. Los niños en su etapa de tocar, explorar y
aprender, son susceptibles a ingerir parásitos.
El saneamiento ambiental deficiente (casas con piso de tierra, ausencia
de agua potable y desagüe, presencia de basura a cielo abierto), y hábitos
higiénicos inadecuados (jugar con tierra, no lavarse las manos antes de comer o
después de evacuar) propician las parasitosis intestinales. ¿Cerca de su casa
cuenta con alguno de estos factores de riesgo? ¿Sus autoridades lo atienden? La
Organización Mundial de la Salud (OMS) calcula que 20-30% de los
latinoamericanos están infectados por parásitos, pero en las zonas con mayor
pobreza la cifra puede aumentar hasta 50%. De acuerdo con el Sistema Nacional
de Vigilancia Epidemiológica para el año 2022 en México la incidencia de enfermedades
parasitarias en niños menores de nueve años fue de 35%. Para ese mismo año, la
OMS señaló que alrededor de 1,000,000,000 de niños en el mundo requirieron
tratamiento preventivo para helmintiasis y en México poco más de 19,000,000. De
no ser tratadas, estas infecciones pueden durar largo tiempo alterando la
condición nutricional (incluyendo anemia), y el desarrollo motor-cognitivo. Es
decir, estos parásitos conviven tan de cerca generando un daño gradual al
hospedero en este caso al organismo infectado que primero es un niño y
posteriormente se convierte en un adulto enfermo, desnutrido, con problemas de
mala absorción, y en situaciones avanzadas simulan casos de asma
ocasionalmente. Existen estudios previos realizados en México sobre la
frecuencia de parasitosis que muestran que todavía nos falta por hacer en el
tema relacionado a la prevención y saneamiento. Un factor asociado a la
parasitosis es la edad de los niños, en particular los preescolares. En este
grupo se dice que poco más de la tercera parte la padece. Diversas
explicaciones para que ocurran parasitosis en esta edad incluyen la inmadurez
inmunológica, escaso desarrollo de hábitos higiénicos, alta curiosidad con
ingesta de objetos, alimentos sin condiciones apropiadas de higiene o el hábito
de morderse las uñas. De ahí que, a esta edad la vigilancia, supervisión y
educación son fundamentales para la prevención de las parasitosis. Otro factor
asociado a parasitosis es el estado nutricional. Es conocido que las
parasitosis promueven y perpetúan las alteraciones nutricionales debido a la
afectación directa de la mucosa intestinal y sus funciones de absorción y
digestión. ¿Las guarderías son un factor de riesgo? Desde luego, en menor
medida ya que estas son supervisadas continuamente para evitar o limitar
riesgos en los niños.
Sin duda aún falta mucho por hacer para
prevención de parasitosis en nuestro país, nos gusta comer fuera de casa, otros
con la premura se les es imposible comer en el domicilio y es hacer una parada
obligada en el puesto de su preferencia. En la infancia donde existe
susceptibilidad ya sea por inmadurez del sistema inmunológico o por que los
niños simplemente se llevan todo a la boca, es importante vigilarlos y
desparasitarlos cada vez que su médico se los indique, también en la naturaleza
se tienen coadyuvantes para desparasitar como: agua de coco, pepitas de
calabaza, incluso hojas de epazote, que por cierto ya nos e ven mucho. “Para
que hagan defensas” decían los abuelos; sí, que las hagan pero sin que se salga
de control.
Dr.
César Álvarez Pacheco
cesar_ap@hotmail.com
@cesar_alvarezp
Huatabampo,
Sonora
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