En México ya comenzó la
aplicación de la tercera dosis y se anuncia que será necesaria una cuarta, como
ya se administra en Israel y otros países. Después, suponemos, vendrán la
quinta, la sexta, la séptima y todas las que los sistemas de salud consideren
necesarias, explicablemente espantados por la pandemia y sus efectos
económicos, educativos, sociales y políticos.
Para los países pobres,
México lo es, esa vacunación interminable es sencillamente incosteable, pero se
plantea como indispensable. Lo peor es que muchos de los vacunados mueren
abatidos por un virus que todavía no comprendemos del todo. Estamos sobre un
escenario para nada sencillo, no sólo por las cifras de contagios de la nueva
variante ómicron, que van subiendo como la espuma, ya que hay otras cifras,
igual o más preocupantes, que están poniendo en jaque la estabilidad de las
familias y ante las cuales es urgente tomar acciones. El avance imparable de la
cuarta “ola” de covid vuelve a poner el foco en el dilema de proteger la
economía o la salud pública con políticas de confinamiento. Las decisiones son
cada vez más complejas para el gobierno porque el país afronta la peor escalada
de contagios de toda la pandemia, a la vez que una recuperación amenazada por
la desaceleración y el meteoro de la inflación. De cualquier forma, tienen
tomada la decisión de privilegiar la primera por considerar que nadie
aguantaría regresar al aislamiento como forma de frenar una enfermedad que,
además, parece que llegó para quedarse. El gobierno no planea hacer ajustes a
la estrategia anticovid, pese a que la velocidad de propagación de ómicron
implique retos diferentes a las cepas anteriores. Su menor letalidad le permite
recuperar la idea de la inmunidad de rebaño con que ha coqueteado en la crisis
sanitaria, además, ahora, con 80 millones de vacunados, más las resistencias de
los que ya se han infectado. En su agenda no se aprecia ninguna valoración de
cómo enfrentar esta nueva etapa que, sin embargo, puede volver a poner contra
la pared el sistema de salud por la acumulación de contagios y la demanda
explosiva de atención médica. Es un error considerar la nueva cepa como una
gripa y minimizar el riesgo de saturación de la red sanitaria. El gobierno
federal ha desestimado correcciones al plan anticovid para evitar que la
escalada de “positivos” termine por rebasar el sistema de salud. Esto es lo que
tratan de evitar Tamaulipas o Baja California con una mayor supresión de
actividades, al llegar a registrar más de 1,000 nuevos casos diarios.
Lo cierto es que la
economía tampoco es inmune a la fuerte propagación, que se traduce en
ausentismo laboral y más desabasto de insumos. Y sin programas de ayuda para
que la industria o los servicios puedan amortiguar la nueva normalidad. Pero,
sobre todo, sin que la estrategia actual de mitigación parezca ayudar a
revertir la baja en la expectativa de crecimiento para 2022 ni lograr contener
la preocupación sanitaria por un virus que nos acompañará a lo largo del año.
Ésta es otra razón para ajustar el plan, por ejemplo, ampliando el alcance de
la población vacunada, pruebas en fronteras y aeropuertos o escalonamiento de
horarios laborales para reducir la población presencial en empleos y oficinas,
así como desarrollo del home office, en donde por cierto, había funcionado bien.
Los nuevos desafíos de la pandemia obligarían a revisar las estrategias
sanitarias, aunque siga agilizándose la vacunación que, como acierto del
gobierno, ha logrado extenderse a cerca del 60% de la población. No obstante
que la exclusión de menores de 15 años de la vacuna preserva bolsones endémicos
de contagios que nos harán convivir con el virus mucho más tiempo del que nunca
hubiéramos querido. Hace unos días, el secretario de Salud, el médico Alcocer,
se atrevió a recomendar en casos leves los tés, paracetamol y ungüentos como el
Vick VapoRub, declaración que le costó casi un linchamiento, lo cierto es que
los funcionarios actuales parecen dirigirse a una población (que de antemano
saben) no tiene acceso a servicios de salud y normalizan hasta cierto punto la
escases con un producto que si sirviera, estaría ya en el cuadro básico.
Dr. César Álvarez Pacheco
cesar_ap@hotmail.com
@cesar_alvarezp
Huatabampo, Sonora.
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