domingo, 26 de diciembre de 2021

Anticoncepción masculina.

 


Se estima que la población mundial se duplicó en el siglo XX y de mantenerse este aumento para el año 2050 se podría superar los nueve billones de personas en el mundo; por otra parte algunos estudios arrojan que aproximadamente un 45% de los embarazos en Estados Unidos no son planeados, lo cual genera un impacto social y económico importante.

Existe una gran variedad de métodos anticonceptivos para mujeres con tasas de fracaso bajas, no así para hombres. El concepto de anticoncepción masculina tiene sus inicios en el siglo XVIII, con el uso del condón como método de barrera. Posteriormente se empezó a implementar la vasectomía a finales del siglo XIX, como método quirúrgico anticonceptivo en criminales, ambos métodos se siguen utilizando hasta la actualidad; sin embargo, para el condón se han demostrado tasas fallo que oscilan entre un 13-18% en el primer año de uso, y la vasectomía presenta el inconveniente que no es fácilmente reversible. Las investigaciones y el lanzamiento al mercado de anticonceptivos masculinos se ha quedado rezagada en los últimos años, ya que los hombres aún en la actualidad carecen de herramientas de planificación tanto hormonal como no hormonal que sean seguras, eficaces y reversibles. Los condones han sido utilizados por mucho tiempo como método de anticoncepción; sin embargo también tienen un rol fundamental en la prevención de enfermedades de transmisión sexual, siendo este el único método de anticoncepción que brinda protección contra dichas enfermedades. La principal desventaja es que poseen una baja eficacia anticonceptiva. La tasa de fracaso de los condones masculinos es del 13%. Estos porcentajes son atribuibles a uso inadecuado, inconsistente o ruptura. Se han registrado personas que presentan reacciones alérgicas al látex y sufren de irritación en la piel. A consecuencia de lo anterior, se han desarrollado condones de poliuretano; no obstante estos son menos efectivos que aquellos confeccionados con látex porque tienen un ajuste más holgado y se deslizan con mayor facilidad. La vasectomía por su parte es un procedimiento quirúrgico ambulatorio, en el cual se interrumpen y ocluyen los conductos deferentes para impedir el paso de la esperma durante la eyaculación, Se lleva a cabo mediante incisiones escrotales pequeñas y bajo anestesia local. El tiempo de recuperación es corto y los pacientes pueden retornar a sus actividades diarias en pocos días. Dicho procedimiento es considerado seguro, efectivo y más económico en comparación con la esterilización quirúrgica femenina; además la tasa de complicaciones asociadas es menor. La Asociación Americana de Urología establece que la tasa de fracaso posterior a la vasectomía es de 0.05%. Debido a que existen reportes que asocian la vasectomía con el cáncer de próstata, se han realizado múltiples investigaciones que refutan lo anterior. En una revisión y publicado por la Revista de la Asociación Médica Americana (JAMA según sus siglas en inglés), no se evidenció relación entre la vasectomía y el cáncer de próstata de alto grado o en etapa avanzada. La vasectomía se recomienda sólo en aquellos hombres que no deseen concebir en el futuro. Por consiguiente, la vasectomía no se debe recomendar como método de anticoncepción totalmente reversible. Actualmente, solo el condón masculino y la vasectomía son las opciones anticonceptivas en el mercado para los hombres, Los demás métodos aún se encuentran en estudios preliminares.

La anticoncepción masculina tiene el potencial de generar un impacto en el aumento poblacional desmedido y los embarazos no planificados debido a que existen nuevas opciones de anticoncepción que permiten que los hombres puedan desempeñar un rol activo en la planificación familiar. Los métodos anticonceptivos masculinos hormonales han comprobado ser efectivos, seguros a corto plazo y reversibles; no obstante es necesario realizar estudios, sobre su uso en poblaciones más heterogéneas para determinar su seguridad a largo plazo y que de esta forma obtengan la aprobación reglamentaria necesaria para su comercialización. A su vez, las herramientas anticonceptivas no hormonales evidencian un futuro prometedor en sus estudios; pese a esto, se requieren más análisis para iniciar las pruebas en humanos. En la actualidad, la aceptación de métodos anticonceptivos masculinos novedosos, reversibles y seguros tiene la capacidad de revolucionar la planificación familiar en el mundo; a pesar de esto, se deben superar desafíos que requieren de esfuerzos económicos mediante el apoyo financiero de entes públicos o privados, puesto que se trata de un tema de salud pública.

Dr. César Álvarez Pacheco

cesar_ap@hotmail.com

@cesar_alvarezp

Huatabampo, Sonora.

 

domingo, 19 de diciembre de 2021

¿Ha funcionado INSABI?

 


En julio de 2019 se presentó en la sesión de la Comisión Permanente del Congreso de la Unión la iniciativa con Proyecto de Decreto por el que se reforman, adicionan y derogan diversas disposiciones de la Ley General de Salud, de la Ley de Coordinación Fiscal y de la Ley de los Institutos Nacionales de Salud, en materia de acceso a los servicios de salud y medicamentos asociados para las personas que no poseen seguridad social. ¿Ha funcionado?

Dicha iniciativa incluyó numerosas modificaciones a la Ley General de Salud relacionados principalmente con la prestación de servicios de salud, la protección social en salud y el control sanitario de medicamentos. La envergadura de esta iniciativa para el Sistema Nacional de Salud y sus consecuencias exigía un fundamento sólido de sus propuestas a partir de la identificación de los problemas de salud y de acceso a los servicios que enfrenta la población sin seguridad social. Dicho fundamento era prioritario, principalmente ante la carencia, en el momento de publicación de la iniciativa, del Programa Sectorial de Salud 2019-2024 como referente para su desarrollo y, en consecuencia, de las leyes secundarias necesarias para la implementación y operatividad del decreto propuesto. En aquel entonces ni los diputados ni los senadores se dieron la tarea a analizar la propuesta en un tema tan importante para nuestro país y tan sensible, solo siguieron las instrucciones de la cólera y el repudio de lo que en anteriores sexenios se había construido. En la exposición de motivos se explicaba que la iniciativa llevaba como propósito “la adecuación al marco normativo vigente a fin de crear un sistema de acceso universal y gratuito a los servicios de salud y medicamentos asociados para la población que carece de seguridad social”, así como “la existencia del organismo descentralizado, Instituto de Salud para el Bienestar (Insabi), sectorizado a la Secretaría de Salud, el cual se conformaría con los recursos humanos, financieros y materiales que se destinaban a la Comisión Nacional de Protección Social en Salud”. La iniciativa parte del reconocimiento del derecho a la salud como irrevocable y esencial, lo que es relevante pues hace explícito el rol central que tiene el Estado para promover y adoptar leyes, así como asignar recursos a fin de garantizar el acceso a la atención a la salud. Asimismo, sustentaba la necesidad de la reforma al señalar que en México la mitad de la población carecía de acceso a los servicios de seguridad social. No obstante, no se hacía referencia a la característica central del sistema de salud mexicano, que es la fragmentación por condición laboral, ni a los resultados de los esfuerzos para incrementar la cobertura, principalmente la reforma de 2004 que dio lugar al Sistema de Protección Social en Salud y su brazo operativo, el Seguro Popular. La población empleada en el sector formal de la economía tiene acceso a los diversos esquemas de la seguridad social, que en su conjunto dan cobertura a 38% de la población del país. Por su parte, la población ocupada en el sector informal o desempleada cuenta con dos esquemas financiados por el gobierno (el Seguro Popular, que en 2018 afiliaba a 53.5 millones de personas y el Programa IMSS-Bienestar (anteriormente IMSS-Prospera), que afiliaba a 12.3 millones en ese mismo año), por lo tanto, es posible que exista población adscrita a ambos esquemas. El reconocimiento explícito de esta compleja realidad ayudaría a identificar los aspectos que la reforma propuesta mejoraría respecto al estatus quo y aquéllos que no serán abordados por la misma.

En INSABI, se señala que cubrirá, como mínimo, “los servicios de consulta externa en el primer nivel de atención, así como de consulta externa y hospitalización para las especialidades básicas de medicina interna, cirugía general, ginecoobstetricia, pediatría y geriatría, en el segundo nivel de atención, así como a los medicamentos del Compendio Nacional de Insumos para la Salud”. Esto significa que bajo el nuevo esquema estarán garantizados por ley todos los servicios de primer y segundo nivel, objetivo ambicioso y deseable; sin embargo, potencialmente muy costoso, y se dejó ver con la falta de insumos que existe a nivel nacional, desde medicamentos, gasas, suturas y equipo médico diverso que hoy los pacientes compran. En lo referente al acceso a servicios de alta especialidad, que son los que tienen mayor potencial de ser económicamente catastróficos, la iniciativa no es clara, dejó ver los errores en cuanto a medicamentos oncológicos, su distribución y su impacto negativo en pacientes de este tipo. Otro rubro relevante de la iniciativa es el referente a los acuerdos de coordinación para la ejecución de la prestación gratuita de servicios de salud y medicamentos asociados para la población sin seguridad social entre la Secretaría de Salud y las entidades federativas, pero eso tampoco ha sucedido. ¿Qué pasará después? Urge corregir el rumbo.

Dr. César Álvarez Pacheco

cesar_ap@hotmail.com

@cesar_alvarezp

Huatabampo, Sonora.

 

 

domingo, 12 de diciembre de 2021

La enfermedad y los remedios.

 


El Covid-19 ha revelado la cantidad de convicciones acientíficas, experimentos fallidos, posibilidades contradictorias y también francas excentricidades que se cuecen ante un reto sanitario inédito. Desde las idas y venidas del antiviral remdesivir al consumo de desinfectante sugerido en 2020 por Trump o el dióxido de cloro, para beber. Remedios más que prometedores, son una locura.

Todo este baile de fórmulas no es privativo de la pandemia actual, ni mucho menos. Remedios recetados por una generación, o durante siglos, se han convertido después en motivo de escándalo o asombro. Los medicamentos llamativos, alocados o abiertamente peligrosos son tan antiguos como las pirámides. En la civilización de los faraones, a quien padecía de gota lo sometían a corrientes eléctricas con anguilas. Las heridas infectadas, por su parte, daban pie a una versión rudimentaria del antibiótico más popular; y, para ciertos cuadros clínicos, se aplicaba pan con moho, ya que los egipcios pudieron conocer la acción bactericida de ese hongo, y no fue hasta 1928 que Alexander Fleming, profesor de bacteriología en el Hospital St. Mary's de Londres, descubrió la penicilina. Otros remedios del Nilo resultaban sencillamente repugnantes. Uno de esos remedios aconsejaba emplastos de estiércol para sanar heridas y, ya de paso, alejar a los espíritus malignos. El Papiro Ebers, que se conserva en la Universidad de Leipzig, especifica, sus más de setecientas fórmulas magistrales, y los animales más recomendables para esta clase de terapias. Las heces de perros, burros, gacelas y moscas eran especialmente apreciadas por sus propiedades; y en ocasiones también las humanas y las de cocodrilo, estas últimas por sus efectos anticonceptivos, y ¡cómo no! La saliva equina mejoraba, al parecer, la libido femenina, en tanto que la sangre de lagartija solucionaba otro tipo de problemas. Más insufrible debió de ser otro tratamiento de origen animal: una pasta elaborada con cadáveres de ratón para aliviar la tos o los dolores dentales, que, aunque cueste creerlo, iba, directamente, del mortero a la boca. Los roedores también se empleaban entre los egipcios para combatir la viruela, el sarampión y hasta la incontinencia urinaria. Hoy lo más parecido a eso es una curiosidad culinaria muy popular de filipinas: el Balut, un embrión de pato que va del huevo, directamente a su paladar. Los Griegos y persas creían, que el mercurio alargaba la vida; y la tripulación que contrajo la sífilis durante el primer viaje de Colón al Nuevo Mundo fue tratada con ese metal líquido, una práctica que se extendería hasta el siglo XX, y ellos aún no ofrecen una disculpa por esto, pero ese es otro tema. Tanto la civilización china como la india, la griega y la romana practicaban la uroterapia, esto es, que bebían la propia orina con fines terapéuticos, irónicamente, se volvió popular en los 90s. Los romanos eran bastante menos sutiles en su farmacopea. Así, intentaban curar la epilepsia con sangre de gladiadores muertos en combate, un recurso, tan absurdo como macabro, que se extendería a los siglos posteriores. Los médicos renacentistas, por ejemplo, seguían recetando sangre de reos decapitados como antiepiléptico.

En la Edad Media se elaboraba también cierta pócima que despejaba malestares gástricos, mejoraba la memoria y curaba epilepsias y catalepsias. Era fruto de muchos ingredientes: pimientas, flores, semillas, cortezas y otros brebajes populares en la brujería, como la mandrágora, la sangre de dragón; aunque esto último era solo mercadotecnia de la época. En realidad, se trataba de la resina del drago, el árbol canario, que muestra un color rojo intenso. Las quemaduras en la Edad Moderna, como las provocadas por la pólvora, siguieron tratándose con emplastos vegetales con estiércol. Hoy recibimos heridas con café, que resulta muy difícil retirar, por cierto, tierra y hasta hojas de “confianza” del paciente que provoca infecciones graves o maceración de la piel agravando el cuadro. Podría creerse que, tras la Ilustración, la fundación de academias y los avances, la edad contemporánea estrenó una farmacología más racional. Pero: Sí y no. Es cierto que la medicina se fue volviendo, poco a poco, más científica; sin embargo, el factor humano, tan creativo como a veces absurdo, continuó haciendo de las suyas, hoy seguimos viendo recomendaciones y remedios absurdos, desde los “detentes”,  hasta tomar desinfectante. Un remedio, para esa clase de remedios.

Dr. César Álvarez Pacheco

cesar_ap@hotmail.com

@cesar_alvarezp

Huatabampo, Sonora.

domingo, 5 de diciembre de 2021

Un día en la FIL de Guadalajara.

 


El inicio de la pandemia por Covid-19, obligó a medios de comunicación voltear a ver temas de salud y científicos, que estaban olvidados y ahora deben ser considerados como una prioridad, pues además del coronavirus, la humanidad puede verse atacada por nuevas enfermedades en el futuro. Lo anterior fue dado a conocer en uno de los foros en la FIL de Guadalajara la semana pasada con un panel de expertos, entre ellos Julio Frenk Mora, y que la verdad me habría gustado estar presente.

El gobierno federal ha desatendido sectores fundamentales para el crecimiento y bienestar del país y ha impuesto programas que han propiciado una regresión en materia de salud, educación y economía, consideraron especialistas en la mesa: “El futuro de la sociedad” del “Foro Nexos” México, un presente en busca de futuro, que se desarrolló en el marco del programa FIL Pensamiento. Una de las panelistas, la economista Valeria Moy señaló que, aunque la presencia de COVID-19 vino a complicar la economía del país y del mundo, en México, pese a que hay registro de indicadores de recuperación, a casi dos años de iniciada la pandemia hay un déficit de al menos 2 millones de personas que no logran conseguir un empleo formal. En su opinión el empleo formal e informal se recuperó a niveles existentes a febrero de 2020, pero la calidad de esos trabajos no era buena, ya que 85 por ciento de todos los empleos creados en 2021 están en el sector informal; en 10 de los 33 estados el cien por ciento de los empleos recuperados son informales. En contraparte la recuperación del trabajo formal ha sido desigual, pues estos se registran en los estados con amplia actividad turística y a los que están vinculados con las cadenas de producción en Estados Unidos. En cuanto a la política social señaló que el presidente desperdició la esperanza de primero los pobres y de hacer un país más justo y destacó el incremento del salario mínimo como una buena estrategia para recuperar de manera temporal los salarios, un aliciente para la clase media pero no precisamente para los pobres a quien la inflación ahogará sobre el salario mínimo. Sin embargo, la desconfianza del mandatario a lo que tuviera que ver con los sexenios previos lo llevó a cometer errores como eliminar programas sociales como Prospera, el Seguro Popular y las estancias infantiles. Por su parte el médico y ex secretario de Salud, Julio Frenk Mora consideró que en estos tres años ha habido una regresión en los derechos fundamentales de salud y seguridad social con la desaparición del Seguro Popular que fue sustituido por el Instituto de Salud para el Bienestar que otorga atención de primer nivel pero no especializada, aunado a la falta de compra de medicamentos que ha afectado a miles de personas en todo el país y que ha hecho que aumente hasta en 400 por ciento el gasto de las familias en temas de salud. Recordó que en 2018, el presidente prometió elevar el gasto en salud a más de uno por ciento del Producto Interno Bruto, pero no solo no ha cumplido, sino que el presupuesto de este sector ha seguido disminuyendo. Precisó que de acuerdo a la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos en México hubo un exceso de mortalidad de enero de 2020 a julio de 2021 de 54.8 por ciento, que es el más alto en los países miembros de esa organización y del mundo, la mayoría de ellos por COVID-19, pero sobre todo “por la errática respuesta a la pandemia” que derivó en otros problemas médicos.

Consideró que el gobierno mexicano está obligado a recomponer el programa de vacunación universal, restablecer el sistema de compras consolidadas de medicamentos, pero ya sin el seguro popular, y aprovechar “la profunda crisis para erigir un sistema de salud verdaderamente universal garantizando mismos derechos a todas las personas”, independientemente de su ocupación. El escritor y experto en educación señaló que la mejora en la enseñanza dejó de ser preocupación ya que con su política de austeridad suprimió 16 programas federales, entre ellos las escuelas de tiempo completo, además de que los recursos para actividades del sector educativo disminuyeron para fortalecer en exclusiva los programas dirigidos por el presidente. Recalcó que con el presente sexenio comenzó una época de regresión en la educación nacional, pues no hay ningún proyecto para desarrollo educativo, y todo se reduce al otorgamiento de becas. “No hay un espacio para mejorar los indicadores en educación, y el presidente ha buscado implementar su política, su acción más importante con las becas, pero hay un rechazo a las élites intelectuales y clases medias, un rechazo de toda forma de ilustración y este oscurantismo ha conducido a darle la espalda a la educación considerando que talento y la inteligencia son virtudes neoliberales”, concluyó. Tiene razón.

Dr. César Álvarez Pacheco

cesar_ap@hotmail.com

@cesar_alvarezp

Huatabampo, Sonora.