El síndrome de
intestino irritable, llamado frecuentemente como colitis, es una enfermedad
gastrointestinal crónica que se caracteriza por dolor y sensación de distención
abdominal acompañada de alteraciones como estreñimiento, diarrea o ambas sin
una causa orgánica que lo justifique, afecta la calidad de vida y la actividad
laboral del paciente y generalmente se asocia con problemas de ansiedad, estrés
y depresión, ¿le suena?
El síndrome de
intestino irritable es una enfermedad que altera la función gastrointestinal,
tiene una evolución crónica y ocasiona una alta demanda de atención médica. La
prevalencia reportada a escala mundial oscila entre 7 y 21%, y varía de acuerdo
con el estilo de vida y contexto geográfico; en Asia su prevalencia es de 4 a
21%, mientras que en América del Norte y Europa esta cifra fluctúa entre 10 y
15% y se presenta con mayor frecuencia entre los 20 y 40 años de edad, con un predominio
en el sexo femenino; se ha preguntado ¿Por qué en los comerciales de fibra,
siempre son mujeres las protagonistas? Pues porque son las principales compradoras
de su producto. Se estima que 3% de la atención médica otorgada a escala global
se debe a esta patología, la cual propicia una derivación al servicio de
gastroenterología hasta en un 50% de los casos, esto genera un alto costo
económico para las instituciones de salud por la demanda de servicios de
urgencias que derivan en ingresos hospitalarios, así como por los costos
propiciados por la disminución de la actividad laboral de los pacientes, los
cuales pueden llegar a ausentarse de sus actividades laborales hasta setenta
días al año. En Estados Unidos se atienden cerca de 31 millones de individuos
por esta patología, con una inversión en salud de hasta 20 mil millones de
dólares anuales. Obviamente en nuestro país la cifra es mucho menor. No se ha
identificado la causa que provoca el desarrollo de colitis, incluso se ha
llegado a establecer que su génesis es multifactorial por lo que analizar los
aspectos biopsicosociales de los pacientes es fundamental en su tratamiento.
Dentro de las causas asociadas se encuentran un alto nivel de estrés y
ansiedad, alteraciones dietéticas, aumento en la ingesta de grasas,
carbohidratos, azúcares y disminución en la ingesta de vitamina D, así como
problemas para mantener o conciliar el sueño. La falta de ejercicio y el sedentarismo
son otro factor de riesgo para desarrollar intestino irritable. La actividad
física forma parte de las recomendaciones para tratar esta enfermedad, ya que
mejora el tránsito intestinal y disminuye la distensión abdominal. La
manifestación de esta enfermedad incluye dolor abdominal recurrente asociado al
tránsito intestinal; presencia de diarrea, estreñimiento o ambos de manera
intercalada; ansiedad, depresión, sensación de distensión abdominal y producción
excesiva de gases. Otros síntomas intestinales pueden ser la presencia de moco
en las heces, urgencia y esfuerzo al evacuar; síntomas digestivos como dolor abdominal,
saciedad precoz, pesadez postprandial y náuseas. También puede asociarse a enfermedades
como fibromialgia, síndrome de fatiga crónica, disfunción sexual y asma; así
como síntomas extra digestivos como son: dolor de cabeza, dolor de cuello,
dolores musculares inespecíficos, palpitaciones, ansiedad, depresión, y mal
sabor de boca.
No hay un consenso para
el tratamiento del intestino irritable, en primer instancia se recomienda
mejorar la calidad de vida en relación con el tipo de heces predominantes (los
tipos de heces se presentan con la presencia de estreñimiento, diarrea o mixto)
y al dolor abdominal. Si el síntoma predominante es el estreñimiento, esto
puede ser debido a la falta de ejercicio e ingesta deficiente de fibra
dietética, por otra parte la presencia de diarrea se relaciona con la ingesta
abundante de cafeína, lactosa y carbohidratos no digeribles. La alimentación
central en su tratamiento: se debe restringir el consumo de alcohol, cafeína,
alimentos picantes o los que producen gases, así como los que contienen grasas,
La realización de ejercicio físico de 20 a 60 minutos por sesión y de tres a
cinco sesiones a la semana mejoran las características de las heces y
disminuyen la intensidad de los síntomas como el dolor. Una enfermedad muy
frecuente, asociada al estrés y ansiedad y en donde hoy en día la alimentación
predomínate es la comida rápida. Todo un caso.
Dr. César Álvarez Pacheco
cesar_ap@hotmail.com
@cesar_alvarezp
Huatabampo, Sonora.
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