domingo, 29 de agosto de 2021

Primero los niños.

 


Hoy día, la salud se encuentra bajo grave amenaza de sufrir nuevos embates por enfermedades infecciosas que se encontraban bajo control o eliminadas, esto como consecuencia de las caídas en forma generalizada de las coberturas de vacunación. Hoy nos encontramos ante un inminente regreso a clases presenciales con una “nueva normalidad” y sus diversos riesgos ¿Qué pensarán los padres de familia?

El 16 de julio de 2020 la UNICEF alertó a México por una caída histórica en la cobertura de vacunación para la población infantil mexicana. Una de las principales razones argumentadas podría ser el desajuste en materia de salud que causaron las decisiones tomadas alrededor de la emergencia sanitaria por COVID-19. Algunas de las vacunas que registraron fuertes caídas en el suministro fueron la vacuna BCG (la del nacimiento), de acuerdo con informes, únicamente 76% de los niños en México recibieron dicha vacuna en 2019, con una reducción de 20% en 2018. Comportamiento similar fue en el porcentaje de niños vacunados contra la difteria y el tétanos con 84% en 2019, cuando estas dosis de DPT habían alcanzado hasta 99% en 2015 y 90% en 2018. Preocupa entonces el desajuste en materia de salud que provocó la emergencia sanitaria por COVID-19, y preocupa aún mas que no estén vacunados para este virus. La Organización Panamericana de la Salud ha estimado que por cada 10 niños que mueran por COVID-19, morirán 100 niños más por enfermedades prevenibles por vacunación. La evolución de esta pandemia trajo consigo la limitación de actividades de primera necesidad, tales como: desplazamientos a centros laborales, reducción del transporte de viajeros, cierre de locales de actividades culturales, artísticas, deportivas y similares; además se suspendió la actividad escolar presencial para aproximadamente 138 billones de niños en todo el mundo. En relación con el ambiente, la estructura y funcionabilidad de la familia, las condiciones de la vivienda, la situación socioeconómica que rodea al menor, unido a la existencia de recursos materiales y emocionales para afrontar el evento juegan un papel importante en la vulnerabilidad de los más jóvenes. Ahora bien, entre los efectos directos de la enfermedad por Covid19 en niños, se pueden incluir: trastornos del sueño y el apetito, dificultad para atender, hiperactividad e irritabilidad. En escolares pueden aparecer síntomas de angustia como palpitaciones, hiperventilación y diarreas, asociados generalmente a procesos de somatización como dolores de cabeza; también pueden manifestarse señales de depresión con sentimientos de tristeza y abandono. Las obsesiones y compulsiones son consideradas como reacciones más severas al proceso de confinamiento. La regresión emocional y conductual es más frecuente en preescolares y escolares pequeños, pero también ocurre en adolescentes. La hospitalización del menor agrava la reacción ante el estrés que ocasiona la enfermedad. Esto es preocupante, ya que en los últimos años se ha reportado incremento en el número de neumonías, así como enfermedades invasivas por neumococo, tanto en meningitis como en infecciones graves con mayores resistencias a diversos antibióticos.

Se menciona además que la experiencia mundial en niños coincide en que la mayor parte de los pacientes son asintomáticos o tienen enfermedad de leve a moderada. Sin embargo, en los últimos dos meses se han identificado niños con una significativa respuesta inflamatoria sistémica. Este grupo de pacientes ha requerido cuidados intensivos y la participación multidisciplinaria de médicos intensivistas, inmunólogos, hematólogos, cardiólogos e infectólogos pediatras, es decir, el covid y sus diversas cepas se han vuelto más agresivas y ahora con los infantes. Este particular síndrome comparte características con otros procesos inflamatorios pediátricos: enfermedad de Kawasaki, síndrome de choque tóxico, sepsis bacteriana y una respuesta exagerada inmunológica que puede ser dañina y hasta mortal. Suele manifestarse con un cuadro de dolor abdominal intenso y concentraciones elevadas de marcadores de inflamación. Los retos actuales nos enfrentan no sólo a vencer el miedo de los padres a llevar a sus hijos a los hospitales y centros de salud a vacunar, sino a evitar al máximo las oportunidades perdidas por desabasto de vacunas, como ya fue mencionado con la vacuna BCG, que por largos periodos se ha negado a la población bajo la excusa de estar agotado su abasto a nivel nacional, lo que se considero se verá reflejado en un incremento de formas graves de tuberculosis. Viene el regreso a clases, vemos las nuevas cepas y por si fuera poco aún no hemos visto los estragos por la falta de vacunación.

Dr. César Álvarez Pacheco

cesar_ap@hotmail.com

@cesar_alvarezp

Huatabampo, Sonora.

 

domingo, 22 de agosto de 2021

¿Cómo se encuentran los niños?

 


La familia, la escuela y los sistemas de salud fungen como factores protectores si el individuo encuentra en ellos seguridad, apoyo e información que le permita tomar decisiones que beneficien su calidad de vida; áreas como las guarderías quienes recientemente iniciaron operaciones han tenido que adaptarse a nuevas normativas y muchas otras que ya tenían por su naturaleza.

 

México está dentro de los primeros cinco lugares en sobrepeso y obesidad infantil y ocupa el segundo lugar en la de adultos, lo cual representa un factor de riesgo, ya que reduce la esperanza y calidad de vida al producir enfermedades como diabetes, hipertensión arterial, dislipidemias y problemas psicológicos. A nivel mundial, la anorexia y la bulimia se encuentran entre los trastornos alimentarios que van en aumento. Actualmente, México ocupa el primer lugar de embarazos en adolescentes según la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico y de acuerdo con la Encuesta Nacional de la Dinámica Demográfica, una de cada tres adolescentes del grupo de 15 a 19 años ya inició su vida sexual y de ese total, más del 40% no utilizó algún método anticonceptivo en su primera relación sexual, lo que se considera una conducta de riesgo que puede afectar su proyecto de vida. Asimismo, México ocupa el primer lugar en abuso sexual y violencia física infantil y a pesar de las guías de actuación y de algunos programas de prevención, hay todavía mucho trabajo por realizar. El manejo de emociones es uno de los aspectos básicos que garantizan la salud, sin embargo, algunos niños y adolescentes tienen dificultades para lograrlo y generan conductas autolesivas, depresión, ansiedad, estrés o adicciones. La depresión es un trastorno mental que afecta el desempeño familiar, escolar, laboral y social de la persona que la padece y su aparición en edades tempranas se considera un factor de riesgo de comorbilidad en la edad adulta. Actualmente, las lesiones autoinfligidas se encuentran dentro de las tres primeras causas de mortalidad en el grupo de 15 a 24 años, lo que representa más de la mitad de las defunciones totales de este grupo. La dinámica familiar y escolar se ve afectada por el consumo de sustancias nocivas para la salud como tabaco, alcohol o drogas (marihuana, inhalables, tranquilizantes y cocaína) que se presenta desde edades tempranas y el acoso escolar o bullying que afecta la salud física y emocional de los agresores, las víctimas y los espectadores. Otra variable que afecta esta dinámica es el manejo inadecuado de niños y jóvenes con trastorno por déficit de atención e hiperactividad, ya que representa uno de los motivos de consulta más frecuentes en la especialidad de psiquiatría infantil y se estima que tiene una prevalencia aproximada del 5%. Frente a este panorama epidemiológico, los responsables de la salud requieren impulsar programas preventivos que permitan el desarrollo de conductas y hábitos saludables desde la infancia para evitar conductas de riesgo a lo largo de la vida.

 

La resiliencia es la capacidad de los seres humanos de afrontar las adversidades superándolas, resurgiendo, adaptándose y reconstruyéndose para fomentar un desarrollo psicológico y social exitoso. Al ser un proceso dinámico, esta se puede enseñar en cualquier momento del ciclo vital para lograr un equilibrio entre la personalidad del individuo, los factores de riesgo y los factores de protección. La educación para la salud es una parte del proceso asistencial que incluye la prevención, el tratamiento y la rehabilitación; por lo tanto, comprende las oportunidades de aprendizaje destinadas a mejorar la alfabetización sanitaria al incluir una población informada con habilidades personales que conduzcan a la toma consciente de decisiones que mejoren su calidad de vida. Educar en salud es un proceso que tiene como finalidad generar ciudadanos que se responsabilicen en la defensa de la salud propia y colectiva y, por lo tanto, es parte de las funciones de los profesionales sanitarios, sociales y de la educación.

Dr. César Álvarez Pacheco

cesar_ap@hotmail.com

@cesar_alvarezp

Huatabampo, Sonora.

 

 

domingo, 15 de agosto de 2021

El regreso a clases.

 


El regreso de las niñas, niños y adolescentes a las escuelas es inminente para el lunes 30 de agosto. No hay revés. Y se dará en plena tercera ola de casos covid-19 y en medio de un escenario que divide y polariza opiniones entre quienes apoyan y combaten dicho regreso.

En los últimos días, el tema del regreso a clases presenciales en las escuelas de nuestro país ha tomado un auge importante. Desde luego, como es natural, hay posturas encontradas, es decir, entre la preocupación de los padres en enviar a sus hijos a clases presenciales y los maestros que también temen por su salud a pesar de estar ya vacunados, por otro lado regresar  escuelas abandonadas, descuidadas sin ventilación adecuada y muchas ya con maleza  debido a las lluvias con otro fantasma al acecho: El Dengue. A los acumulados problemas se agregan nuevos desafíos. Cada plantel tendrá la oportunidad de convertirse en un espacio de construcción de entendimiento y nuevas reglas frente a una inevitable realidad sanitaria que nos ha trastocado. Otro problema es la incertidumbre, porque desde la SEP hay grandes dudas sobre qué pasará con los estudiantes que decidan no asistir; sobre las carencias para tomar clases en planteles sin agua, sin ventilación adecuada; y las herramientas con las que se dotará a los maestros para garantizar que puedan impartir clases, claro, me refiero a las escuelas públicas. Porque la mayoría de escuelas privadas cuenta con un plan de regreso a clases presenciales y en línea, con filtros de purificación de aire en los salones, ventilación natural cruzada, filtros sanitarios, y grupos burbuja de maestros y alumnos para minimizar los riesgos. Hasta el momento, nada de eso se ve en las escuelas públicas y estamos a dos semanas de iniciar el ciclo escolar 2021-2022. Pero ¿Es seguro el regreso a clases? En julio de 2020, el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF), publicó un documento titulado “Notas de orientación sobre la reapertura de las escuelas en el contexto de COVID-19 para los administradores y directores escolares en América Latina y el Caribe” cuyo propósito, como parece obvio, fue el de aportar un marco de referencia para la reapertura de las escuelas con la finalidad de apoyar a los gobiernos en el fortalecimiento de la educación a distancia y en el proceso de reapertura de éstas, intentando con ello, acelerar las reformas de todo el sistema para ampliar el alcance y mejorar la calidad de los servicios educativos, garantizando la seguridad, el bienestar y protección, el estado de salud y nutrición de todos los miembros de la comunidad educativa (UNICEF, 2020). Para ello, esta misma organización brindó algunas orientaciones clave para antes y después del proceso de reapertura de las escuelas consistentes en: planificación, coordinación, comunicación y monitoreo, políticas, procedimientos y financiamiento, operaciones escolares seguras, continuidad del servicio de alimentación y nutrición escolar de forma segura, cómo llegar a todos los niños, niñas y adolescentes con un enfoque en los más vulnerables, protección y bienestar.

Algunas acciones clave que en este mismo documento se recomiendan cuando las escuelas se abran, sugieren: procesos de entrada (protocolos), práctica de agua, saneamiento e higiene (lavado de manos, etiqueta respiratoria, higiene menstrual, entre otros), suministros básicos de desinfección y limpieza, orientaciones sobre distancia física (en las aulas, en el patio de la escuela, comedores, camarines, baños, en el transporte escolar), continuidad de servicio de alimentación y nutrición escolar/comedores escolares de forma segura, continuidad del aprendizaje para todos, apoyo psicosocial y bienestar, manejo y derivación de casos sospechosos de COVID-19, orientaciones para prevenir la discriminación y el estigma, orientaciones de información y comunicación. Para enero de 2021 en conferencia de prensa, el aún Secretario de Educación, Esteban Moctezuma, dio a conocer el protocolo para el regreso a clases en semáforo en verde: establecimiento de comités participativos de salud escolar para fortalecer la relación escuela-centro de salud local, disponer de señalizaciones, garantizar acceso a agua y jabón, cuidado de maestras y maestros en grupos de riesgo teniendo prioridad en campaña de vacunación, uso general de cubrebocas, sana distancia en entradas y salidas, regreso escalonado, el lunes regresa la mitad de los alumnos y el martes otra, asignación de lugares fijos y la asistencia será por apellidos, los alumnos podrán aprender presencial o a distancia, maximizar uso de espacios abiertos, suspender todo tipo de ceremonias, sistema de detección temprana de cualquier caso, con un enfermo de Covid-19 se cierra la escuela, apoyo socioemocional para docentes y estudiantes, regreso voluntario a clases presenciales. Veamos, pues.

Dr. César Álvarez Pacheco

cesar_ap@hotmail.com

@cesar_alvarezp

Huatabampo, Sonora.

 

 

 

domingo, 8 de agosto de 2021

Es naranja, sabe a rojo pero se ve como verde.

 


Quienes hayan salido de vacaciones de verano o vayan a hacerlo tienen una gran responsabilidad social. Porque no se trata sólo de que se contagien quienes viajan, sino también sus familiares y compañeros de trabajo una vez que se reincorporen a sus actividades. Y es que el semáforo epidemiológico de covid ha sido un tanto confuso, la semana pasada cambiamos en Sonora a color naranja, pero sabe a rojo dada la ocupación hospitalaria, pero se ve como verde ya que la ciudadanía minimiza el riesgo latente.

La tercera ola de covid-19 crece y avanza muy rápido en los estados porque en su gran mayoría se trata de casos de la nueva variante Delta. Por ello, en Sonora, la capacidad hospitalaria se va agotando con mayor rapidez, al grado de que la ocupación supera 60 por ciento. En rojo tenemos a Hermosillo, Cajeme, Guaymas, Nogales, San Luis y Navojoa según datos de la Secretaría de Salud, con hospitales saturados y poca disponibilidad de camas con ventilador. Al mismo tiempo nos encontramos en verano, en donde las familias quieren vacacionar como si no estuviéramos en pandemia. Fiestas cada fin de semana, las playas abarrotadas (sobre todo las del sur del estado) población sin cubrebocas y con un próximo regreso a clases en donde la mayoría de los padres y madres de familia, se encuentran temerosos de que pudieran contraer este despiadado virus. Este 27 de julio se publicó en el Diario Oficial de la Federación el Acuerdo por el que se da a conocer el medio de difusión de la nueva metodología del semáforo por regiones para evaluar el riesgo epidemiológico que representa la enfermedad grave de atención prioritaria COVID-19. Con este acuerdo se deja sin efectos la metodología establecida en el Anexo Semáforo por Regiones del Acuerdo publicado el 14 de mayo de 2020 en el Diario Oficial de la Federación. También se establece que la nueva metodología del semáforo se difundirá en la página https://coronavirus.gob.mx/semaforo Como se indica en el sitio correspondiente, el semáforo no representa integralmente la epidemia, sino que a través de él se seleccionan una serie de indicadores que orientan sobre su intensidad, la capacidad de respuesta a la misma y la estimación del riesgo de reducir o incrementar la actividad de la epidemia en el nivel estatal durante el proceso de reapertura de la economía formal e informal, así como de las actividades sociales. En el documento destacan cuatro fases de riesgo epidemiológico identificadas por colores, desde el verde, que permite una movilidad sin restricciones, pasando por el amarillo, que admite una disminución ligera en el espacio público; el naranja, que tiene por objeto reducir la movilidad comunitaria y la indicación deseable de quedarse en casa y, finalmente, el rojo, cuya indicación es la de no salir de casa, a menos que sea indispensable. Un aspecto que debe advertirse de la información que proporciona el sitio es que establece como medidas básicas de prevención para todos los niveles de riesgo previstos en el semáforo el lavado de manos con agua y jabón; la limpieza y desinfección de objetos de uso común; mantener la sana distancia; la etiqueta respiratoria, es decir, cubrir nariz y boca con el ángulo interno del codo o con un pañuelo desechable y, finalmente, en caso de presentar síntomas de Covid-19 y no formar parte de un grupo vulnerable ni tener indicios de dificultad respiratoria, recuperarse en casa.

El uso del cubrebocas, que junto con la vacunación ha sido establecido por la Organización Mundial de la Salud como la medida idónea para la prevención de contagio por Covid-19, no se encuentra previsto por nuestras autoridades como una medida básica de prevención y solamente está sugerido como una actividad que podrían implementar los estados de acuerdo al nivel de riesgo previsto en el semáforo, estableciendo como recomendable su uso para los niveles verde y rojo, mientras que en los niveles amarillo y naranja se propone su empleo obligatorio. En verdad algo incomprensible para su servidor, dado que, para los expertos su uso tendría que ser indispensable en todo momento, es decir, en cualquier nivel, pero, en todo caso, obligatorio en el semáforo rojo. Algo en lo que coinciden autoridades federales y expertos nacionales e internacionales es que la aplicación de la vacuna no impide el contagio de Covid-19, lo que hace es reducir el riesgo de muerte, sin embargo, eso no disminuye la comorbilidad derivada de otras situaciones de salud. Ante este panorama, le recomiendo que no baje la guardia, que tome en consideración las medidas básicas que el gobierno federal ha determinado y que atendiendo a las recomendaciones de los organismos internacionales y de los expertos en materia epidemiológica, utilice su cubrebocas en cualquier espacio público si tiene la necesidad de abandonar la seguridad de su hogar.

Dr. César Álvarez Pacheco

cesar_ap@hotmail.com

@cesar_alvarezp

Huatabampo, Sonora.

 

 

domingo, 1 de agosto de 2021

Los desniveles de la atención médica.

 


Según el estudio de Alejandro Celis y Darío Nava titulado Patología de la pobreza publicado desde 1970 en la Revista del Hospital General de México, las enfermedades de la pobreza continúan y son las que generan una alta mortalidad en este sector de la población, tales como diarreas, desnutrición, neumonías o diabetes. Este dato contrasta con quienes tienen posibilidades de una mejor calidad de vida y de atenderse por otros medios, como es el caso de pacientes que recurren a la medicina privada o que se pueden pagar un seguro de vida.

 Los desniveles de atención médica en México son graves entre la medicina pública y privada, y se dan aun entre quienes tienen acceso a los servicios de salud por su condición de contar con un empleo formal, es decir, los asegurados por la medicina pública frente a quienes están en el desamparo y son atendidos por los servicios para la población abierta. Una de las causas importantes, entre otras, estriba en que el Gobierno invierte muy poco en salud: 2.8% del PIB en gasto público, como consecuencia se genera que la proporción de gasto de bolsillo sea de un 45% de su ingreso y que el sistema opere con un enorme déficit de personal. El nivel socioeconómico influye considerablemente en la salud de una población, sobre todo para las nuevas generaciones. Los sectores más desprotegidos y pobres son los que han aportado más de 84% de los decesos por COVID. Incluso en los Estados Unidos, 76% de los pacientes con necesidad de intubación no llegaron al hospital, y 50% han muerto sin diagnóstico en vida por probable COVID por falta de pruebas. Según Hernández Bringas, investigador titular del Centro Regional de Investigaciones Multidisciplinarias de la UNAM, a partir de información de certificados de defunción en México: 70% tienen escolaridad de primaria o inferior; y 30% de las defunciones lo explican los no remunerados, los jubilados, los pensionados, las amas de casa y los estudiantes. En los hospitales del Sector Salud han ocurrido 40% del total de las defunciones. Esto tiene que ver con un mal estado de salud preexistente y a su vez con el escaso acceso a servicios de salud de calidad, pero además refleja a los sectores que han tenido que seguir saliendo a trabajar en la contingencia por necesidad económica. Ante ello, el discurso oficial del Gobierno sobre la pandemia ha sido contradictorio y confuso, y en el mejor de los casos ha tendido a enfocarse en la escasez de recursos y en la protección de libertades civiles, por ejemplo, las medidas de distanciamiento. Del mismo modo, los mensajes contradictorios sobre el uso masivo del cubrebocas, o las medidas de contención que han sido muy relativas, y la eliminación de la jornada de sana distancia en el pico de la pandemia. Tampoco se han establecido programas integrales de apoyo a los que tienen que salir a la calle a trabajar para que puedan permanecer en casa, quedarse en casa para las mujeres representa en muchos casos un riesgo. Ante un sistema sanitario insuficiente y pauperizado, la tendencia obvia será olvidarse de quienes pueden ser presa fácil de contagios y cuya pérdida nos importe poco. Rescatando lo mejor de tales pronunciamientos, es decir, la insistencia en las medidas de aislamiento y contención, desde el punto de vista ético reflejan un imaginario establecido de desastre que orienta la respuesta por el camino del utilitarismo y de la autonomía. La historia de tales desastres y este tipo de respuesta tienen como consecuencia un agravamiento de la inequidad existente en la sociedad y en la salud.

Un asunto de fondo radica en la necesidad de un modelo ético explicativo alternativo que vaya más allá del individualismo biomédico, que entiende y maneja la pandemia desde el ámbito médico como si el COVID estuviera al margen de lo que sucede en la sociedad, la cultura o la economía, un modelo que tome en cuenta la necesidad de cambiar los contextos y las redes de soporte de las poblaciones para atender y prevenir de fondo el COVID. La ética en torno a la pandemia debería orientarse por un modelo que dé cuenta de la naturaleza relacional de las personas como seres vulnerables insertos en redes existentes de cuidado. Un nuevo imaginario de desastre que ayude a comprender las interrelaciones de las privaciones sociales, políticas y económicas bajo las condiciones de distanciamiento social. La vacuna contra la COVID promete ser una solución, pero desde la ética del cuidado y la solidaridad estará el reto de investigar y distribuirla con justicia y equidad, comenzando por los sectores más vulnerables y los trabajadores de la salud, evitando caer en la trampa de la comercialización de un producto más de la Industria Farmacéutica. La salud es una valiosa meta para individuos y comunidades. Hay buenas razones para mejorarla: es un medio para que los individuos disfruten vidas florecientes y productivas; una población más sana es crucial para la economía de un país.

Dr. César Álvarez Pacheco

cesar_ap@hotmail.com

@cesar_alvarezp

Huatabampo, Sonora.