Hoy día, la salud se
encuentra bajo grave amenaza de sufrir nuevos embates por enfermedades
infecciosas que se encontraban bajo control o eliminadas, esto como
consecuencia de las caídas en forma generalizada de las coberturas de vacunación.
Hoy nos encontramos ante un inminente regreso a clases presenciales con una
“nueva normalidad” y sus diversos riesgos ¿Qué pensarán los padres de familia?
El 16 de julio de 2020
la UNICEF alertó a México por una caída histórica en la cobertura de vacunación
para la población infantil mexicana. Una de las principales razones
argumentadas podría ser el desajuste en materia de salud que causaron las
decisiones tomadas alrededor de la emergencia sanitaria por COVID-19. Algunas
de las vacunas que registraron fuertes caídas en el suministro fueron la vacuna
BCG (la del nacimiento), de acuerdo con informes, únicamente 76% de los niños
en México recibieron dicha vacuna en 2019, con una reducción de 20% en 2018.
Comportamiento similar fue en el porcentaje de niños vacunados contra la
difteria y el tétanos con 84% en 2019, cuando estas dosis de DPT habían
alcanzado hasta 99% en 2015 y 90% en 2018. Preocupa entonces el desajuste en
materia de salud que provocó la emergencia sanitaria por COVID-19, y preocupa
aún mas que no estén vacunados para este virus. La Organización Panamericana de
la Salud ha estimado que por cada 10 niños que mueran por COVID-19, morirán 100
niños más por enfermedades prevenibles por vacunación. La evolución de esta
pandemia trajo consigo la limitación de actividades de primera necesidad, tales
como: desplazamientos a centros laborales, reducción del transporte de
viajeros, cierre de locales de actividades culturales, artísticas, deportivas y
similares; además se suspendió la actividad escolar presencial para
aproximadamente 138 billones de niños en todo el mundo. En relación con el
ambiente, la estructura y funcionabilidad de la familia, las condiciones de la
vivienda, la situación socioeconómica que rodea al menor, unido a la existencia
de recursos materiales y emocionales para afrontar el evento juegan un papel
importante en la vulnerabilidad de los más jóvenes. Ahora bien, entre los
efectos directos de la enfermedad por Covid19 en niños, se pueden incluir:
trastornos del sueño y el apetito, dificultad para atender, hiperactividad e
irritabilidad. En escolares pueden aparecer síntomas de angustia como
palpitaciones, hiperventilación y diarreas, asociados generalmente a procesos
de somatización como dolores de cabeza; también pueden manifestarse señales de
depresión con sentimientos de tristeza y abandono. Las obsesiones y
compulsiones son consideradas como reacciones más severas al proceso de
confinamiento. La regresión emocional y conductual es más frecuente en
preescolares y escolares pequeños, pero también ocurre en adolescentes. La
hospitalización del menor agrava la reacción ante el estrés que ocasiona la
enfermedad. Esto es preocupante, ya que en los últimos años se ha reportado
incremento en el número de neumonías, así como enfermedades invasivas por
neumococo, tanto en meningitis como en infecciones graves con mayores resistencias
a diversos antibióticos.
Se menciona además que
la experiencia mundial en niños coincide en que la mayor parte de los pacientes
son asintomáticos o tienen enfermedad de leve a moderada. Sin embargo, en los
últimos dos meses se han identificado niños con una significativa respuesta
inflamatoria sistémica. Este grupo de pacientes ha requerido cuidados
intensivos y la participación multidisciplinaria de médicos intensivistas,
inmunólogos, hematólogos, cardiólogos e infectólogos pediatras, es decir, el
covid y sus diversas cepas se han vuelto más agresivas y ahora con los infantes.
Este particular síndrome comparte características con otros procesos inflamatorios
pediátricos: enfermedad de Kawasaki, síndrome de choque tóxico, sepsis
bacteriana y una respuesta exagerada inmunológica que puede ser dañina y hasta
mortal. Suele manifestarse con un cuadro de dolor abdominal intenso y
concentraciones elevadas de marcadores de inflamación. Los retos actuales nos
enfrentan no sólo a vencer el miedo de los padres a llevar a sus hijos a los
hospitales y centros de salud a vacunar, sino a evitar al máximo las
oportunidades perdidas por desabasto de vacunas, como ya fue mencionado con la
vacuna BCG, que por largos periodos se ha negado a la población bajo la excusa
de estar agotado su abasto a nivel nacional, lo que se considero se verá
reflejado en un incremento de formas graves de tuberculosis. Viene el regreso a
clases, vemos las nuevas cepas y por si fuera poco aún no hemos visto los
estragos por la falta de vacunación.
Dr. César Álvarez Pacheco
cesar_ap@hotmail.com
@cesar_alvarezp
Huatabampo, Sonora.