Las enfermedades
crónicas no transmisibles son hoy, la principal causa de muerte en el mundo. La
diabetes y la hipertensión siguen
ganando terreno y alentadas por la obesidad continúan siendo un dolor de cabeza
para cualquier sistema de salud. Gran parte de estas enfermedades se encuentran
relacionadas con la alimentación, que es un factor modificable y que, por lo
tanto, puede prevenirlas o reducir su riesgo. Sin embargo es difícil
incidir en la población sobre como cambiar sus hábitos.
A escala poblacional se
ha recomendado disminuir el consumo de energía a partir de grasas saturadas,
azúcares simples adicionales y sodio, los cuales se encuentran de manera
frecuente en los productos alimenticios procesados en cantidades que
contribuyen a exceder los límites máximos de ingestión diaria recomendada, lo
que incrementa el riesgo de enfermedades. Y es que pocos o casi ninguno quiere
disminuir la ingesta de comidas o alimentos por algo que argumentan
frecuentemente en consulta: no me pasa nada. ¿Quién cambiaría un refresco de
cola muy frío por un vaso con agua? ¿unos tacos de carne asada por un plato con
vegetales? Entre las políticas y acciones reconocidas como costo efectivas para
el control de la obesidad y las enfermedades no transmisibles en la población,
se encuentra la orientación sobre la elección de alimentos saludables, a través
de un Sistema de Etiquetado Frontal de Alimentos y Bebidas. Esto forma parte
del conjunto de políticas implementadas con la intención de contrarrestar la
llamada epidemia de obesidad, en conjunto con otras estrategias como la
regulación de la venta de alimentos en el entorno escolar, las campañas
educativas, la regulación de la publicidad de alimentos y bebidas densamente
energéticos dirigidos a la población infantil y el impuesto a las bebidas
azucaradas. En México, se estima que más de 70% de las muertes en adultos son
por causa de obesidad. Actualmente, con base en evidencia científica, tanto
organismos internacionales como nacionales han realizado una serie de
recomendaciones sobre los requerimientos nutrimentales para el consumo de
alimentos de todo tipo de poblaciones. Las recomendaciones son referencia para
planear y evaluar la dieta; los valores son diferentes dependiendo de las
características individuales y de las características de las poblaciones, ya
que deben considerar los patrones particulares de morbilidad y mortalidad. En
México existen desde hace más de 40 años recomendaciones nutrimentales
específicas para la población. La
Secretaría de Salud solicitó en noviembre de 2017 al Instituto Nacional de
Salud Pública la constitución de un grupo de expertos académicos en etiquetado,
independientes y libres de conflictos de interés, con la encomienda de emitir
una postura para contribuir al desarrollo de un sistema de etiquetado para
productos industrializados que proporcione información útil para facilitar la
decisión de compra, identificando el contenido de energía, nutrimentos e
ingredientes en los componentes, cuyo exceso en la dieta puede ser perjudicial
para la salud como azúcares añadidos, sodio, grasas totales, grasas saturadas y
energía. Los estudios desarrollados en México sobre el tema indican que el
etiquetado actual es difícil de comprender por la mayor parte de la población,
incluso entre la población de alta escolaridad. Además, existe 10% de la
población que, por no saber leer o por tener dificultad para comprender la
lectura, no tiene acceso a la información que contiene la etiqueta de los
productos industrializados. No existe evidencia de que el sistema
que se utiliza actualmente sea comprendido o contribuya a tomar decisiones más
saludables entre los consumidores.
Actuales funcionarios iniciaron diálogo
sobre la necesidad de impulsar una legislación que permita modificar el etiquetado frontal de
alimentos empaquetados, para fomentar una cultura de buena
alimentación y beneficiar a los consumidores. Por una parte, una de las actuales propuestas es
la etiqueta
de advertencia, la cual es para llamar la atención sobre el
exceso de grasa, sodio, azúcar, mientras que la segunda propuesta busca
ser informativa
y descriptiva sobre cuántas calorías, grasas, etcétera,
contiene el producto. Durante el Foro Tecnología Innovación y Etiquetado Frontal,
la nutrióloga Aída Fayad, dijo algo muy certero; que “si no educamos de nada sirve el etiquetado”. Y no le falta razón dadas las experiencias
con el etiquetado de calorías o contenido energético en las etiquetas, si no se
comprende no habrá resultados. Sobre todo en los hábitos alimenticios que pocos
están dispuestos a modificar, pero que si no hacen algo hoy, mañana podrían
lamentarlo.
Dr. César Álvarez Pacheco
@cesar_alvarezp
Huatabampo, Sonora.
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