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Históricamente,
Guadalupe Victoria ha pasado a engrosar las filas de epilépticos famosos. Sin
embargo, las circunstancias particulares que rodean tanto la vida como la
muerte del primer Presidente de México hacen su caso especialmente interesante.
Y es que no sólo fue la suya una epilepsia de inicio un tanto tardío, sino que
además las vicisitudes que se presentaron durante su vida, y después de su
muerte, sugieren que detrás de sus episodios convulsivos pudo haber alguna
enfermedad subyacente. Durante su Presidencia, entre otras cosas, se estableció
la independencia de los tres poderes del Estado; se designó a la ciudad de
México como Distrito Federal; se instituyó el primer sistema de pensiones y se
celebró, por vez primera, el famoso “Grito” de Independencia. Al terminar su
periodo presidencial, Victoria se retiró a su hacienda en Tlapacoyan, Veracruz,
donde se dedicó a la ganadería y la agricultura, dejando a un lado la política.
Esta vida apacible se vio interrumpida por el golpe con el cual el General
Anastasio Bustamante tomó la Presidencia que antes ocupara Vicente Guerrero.
Victoria salió de su retiro y regresó a la vida pública, primero como senador
por Veracruz y luego como gobernador del Estado de Puebla. En 1838 participó en
la defensa de Veracruz, bajo las órdenes de Santa Anna, contra el asedio de los
franceses (en la famosa “Guerra de los Pasteles”) y luego fue protagonista de
las negociaciones con Francia. Fue en este periodo cuando sufrió sus primeras
crisis convulsivas, pidiendo incluso licencia al cargo y retirándose nuevamente
a su hacienda. Debido a su alejamiento del terreno público, poco se sabe de los
acontecimientos que sucedieron durante su estancia en Tlapacoyan. Quizás lo
único reseñable durante esa época es que Victoria contrajo segundas nupcias con
la señora María Antonia Bretón, oriunda de Puebla, que lo acompañaría hasta su
muerte. Lo que sí es bien sabido es que, a partir de su retiro de la política,
su salud ya nunca sería la misma e iría en declive hasta sus últimos días en
Perote. El único registro médico fidedigno que se tiene del padecimiento de
Victoria es el realizado por el doctor Antonio González Castillo, profesor de
medicina y cirugía y Primer Ayudante Director del Hospital Militar de 2ª clase
de Perote, que lo atendió durante su estancia en Tlapacoyan y luego lo trasladó
a Perote.
En el año de 1842, la salud de Victoria comenzó a empeorar. La
enfermedad que acabó con la vida de Guadalupe Victoria se caracterizó, por lo
menos durante el periodo descrito en su expediente clínico, por convulsiones
acompañadas de dolor precordial, edema e irregularidades del pulso. Tomando en
consideración la clínica de dolor de pecho que caracterizó los últimos días de
Victoria, así como los hallazgos cardíacos, parece ser que la supuesta
epilepsia que padecía no fue la causa de su muerte, sino que ésta se debió a
fenómenos cardiovasculares. Sin embargo, es un hecho bien documentado que el
Presidente Victoria sufría de eventos convulsivos, lo que nos lleva a pensar
que quizá los ataques diagnosticados como epilépticos tuvieran un componente
cardíaco. Por todo esto se sugiere que probablemente una enfermedad de Chagas
fue la presencia de fenómenos convulsivos, probablemente secundarios a una
enfermedad vascular cerebral, fue la causa de la enfermedad y muerte del primer
Presidente de México, Guadalupe Victoria.
Dr. César Álvarez Pacheco
@cesar_alvarezp
Huatabampo, Sonora.
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