Es
frecuente en la consulta o en las charlas de pasillo la siguiente pregunta: ¿Para que sirve este
medicamento? ¿Este es para la tos? ¿este para dolor? Y así sucesivamente, lo
cierto es que los medicamentos tienen una amplia gama de acción, no siendo
específicos en una función sino que además son capaces de generar daño, así
convergen lo bueno y lo malo de los medicamentos; por mencionar un grupo de
medicamentos como los antiinflamatorios no esteroideos, constituyen actualmente
uno de los grupos farmacológicos más prescritos y consumidos en el mundo. Las
razones para su consumo masivo van desde la condición de su venta sin necesidad
de receta médica y su uso en diversos síndromes dolorosos, hasta la prevención
de eventos isquémicos cardiovasculares y cerebrovasculares. La tendencia de un
incremento aún mayor en su consumo es de esperarse, desde el momento en que sus
indicaciones van ampliándose a la prevención de cáncer colorrectal, el cáncer
de mama y la enfermedad de Alzheimer. Por lo tanto, resulta ineludible
focalizar la atención sobre los aspectos de seguridad de estos farmacos, con el
fin de hacer uso racional de ellos y prevenir cualquier patología inducida por
este grupo farmacológico.
Hace
3500 años, Hipócrates prescribía el extracto y las hojas de corteza de sauce
para tratar la fIebre y la inflamación. En 1899 se introduce comerciablemente
el ácido acetilsalicílico, una forma más aceptable y de mejor sabor que el
ácido salicílico que a su vez provenía de la salicilina, el principio activo de
la planta Salixalba. En el año 1961, el profesor inglés Stewart Adams descubrió
las propiedades antiinflamatorias del ibuprofeno en cobayos. En 1976 el
científico británico John Vane descubre el mecanismo del ácido acetilsalicílico,
este crucial hallazgo le mereció el Premio Nobel de Medicina que le fue
otorgado el año 1982, que como podemos ver son relativamente recientes. Otros
farmacos “clásicos”, lograron un éxito de venta espectacular, superando los mil
millones de dólares en los 15 meses posteriores a su lanzamiento. Un modelo
teórico prevalente en esa época fue escrito por el Dr. Vane en 1998 donde
expresaba: “Que este tipo de medicamentos poseen sus actividades antiinflamatorias
grandiosos, mientras que sus efectos adversos eran la irritación gástrica”. La
discutible metáfora del bueno y el malo había sido construida. En septiembre
del 2004 el rofecoxib es retirado del mercado farmacéutico mundial.
Posteriormente, en el 2005 la Agencia de Alimentos y Medicamentos de los
Estados Unidos (FDA por sus siglas en inglés) retira el valdecoxib; por otro
lado, el celecoxib sigue en el mercado pero bajo una advertencia en un recuadro
negro sobre sus efectos cardiovasculares adversos. La mucosa gástrica posee uno
de los sistemas defensivos más eficaces del organismo, capaz no solamente de
resistir el daño, sino también de repararlo una vez que este se ha producido.
Las
principales reacciones adversas de estos fármacos a nivel del sistema renal
son: insuficiencia renal aguda, así como trastornos hidroelectrolíticos, hipertensión
y edema. Los coxibs no están exentos de reacciones renales adversas. En
conclusión, la seguridad de los AINE actualmente disponibles, analizados bajo
criterios de daño gástrico, cardiotoxicidad y nefrotoxicidad, difieren de
manera ostensible. Sin embargo, es posible afirmar de manera general que los
más seguros siguen siendo el ibuprofeno y el naproxeno, asociados, o no, con otro
tipo de medicamentos para proteger el estomago, si hay riesgo incrementado de daño
gástrico. Así convergen lo bueno y lo malo de los medicamentos, es casi
imposible mencionar o suponer que un fármaco funciona para tal o cual enfermedad, por ello el criterio médico es muy importante ya que el sabrá cual es
el mejor indicado para el padecimiento y cual es el que menos daños
ocasionaría, y de ser así, disminuirlo o contrarrestarlo. Por esta razón en
medicina, los médicos no podrían ser sustituidos por una computadora.
Dr. César Álvarez Pacheco
@cesar_alvarezp
Huatabampo, Sonora.
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