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El
rol de la atención primaria es aún pequeño: en 2008, solamente 30% de los
centros de salud del país tenían algún protocolo de evaluación o tratamiento
para trastornos como depresión o consumo de drogas y un porcentaje similar realizaba
al mes por lo menos unenvío a un especialista. La Ciudad de México, es de las
pocas entidades que cuentan con una Ley específica de Salud Mental. Los
Servicios de Salud Pública (centros de salud), dirigidos a la población no
asegurada y de escasos recursos económicos, cuentan con un Programa de Salud
Mental basado en un modelo escalonado de atención que abarca desde la promoción
de la salud hasta el seguimiento de los pacientes. A pesar de los esfuerzos de
quienes prestan estos servicios, la ausencia de una política integrada y
definida así como de un presupuesto insuficiente, han impedido que el programa
obtenga los resultados esperados. Se han analizado algunas barreras asociadas
con la atención de salud mental en los servicios primarios. Los servicios de
salud son influenciados por las políticas públicas y por las normas estipuladas en
coordinaciones federales o locales, así como por las características del lugar
donde se otorga la atención, los conocimientos y actitudes del personal y de
los usuarios, así como de los recursos financieros con los que se cuenta. Se considera
que la atención de la salud mental va más allá de la interacción entre
servicios, prestadores y usuarios; por ello, se propone un modelo de análisis,
construido a partir de la información recolectada, donde se redimensiona como
un proceso integral explicado desde la interacción de seis niveles de
influencia: situaciones económicas, políticas y sociales del país que impactan
en las características de los sistemas de atención, políticas públicas que
definen y regulan la forma en que debe otorgarse la atención; direcciones y
coordinaciones encargadas de la puesta en práctica de las políticas; características
y recursos de los centros; los usuarios y la comunidad en los centros de salud,
y los conocimientos y actitudes del personal. Del mismo modo, sería necesario
repensar el modelo biomédico que guía la práctica, la organización y
administración de los servicios. Bajo este modelo resulta complicado pensar en
acciones de detección y tratamiento que vayan más allá del signo y el síntoma y
que contemplen otros elementos relacionados con salud mental, como las
dimensiones económicas y sociales.
También
habría que pensar en acciones que permitan ampliar y articular la participación
de los miembros de comunidad y de los pacientes sobre cómo cuidar su salud
mental y cuándo demandar servicios. La Organización Panamericana de la Salud
también recomienda la participación de pacientes y familiares en la planeación
e implementación de políticas, monitoreo y provisión de servicios. Para futuros
proyectos sería recomendable incluir entrevistas con autoridades y otras
personas responsables con la finalidad de establecer planeaciones, registros y
controles en torno a este tema que cada vez cuenta con mayor auge y genera
costos al sector salud.
Dr. César Álvarez Pacheco
@cesar_alvarezp
Huatabampo, Sonora.
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