Desde el origen de su
propia existencia, los seres humanos han estado expuestos a riesgos diversos,
asociados a catástrofes naturales, accidentes, así como a enfermedades y
epidemias sanitarias; sin embargo, a partir de la década de los 60 del siglo
XX, con el surgimiento de la energía nuclear y, por consiguiente, de los
riesgos que implica el uso de este tipo de energía en términos de seguridad, la sociedad se vio expuesta a nuevos riesgos
asociados al desarrollo científico tecnológico alcanzado. Primero Sarampión,
después paperas, ahora el tema de Siria ¿qué sigue?
Estos nuevos riesgos
transgreden límites territoriales, étnicos y de pertenencia a grupos sociales,
y quedan en peligro de igual manera todas las sociedades, independientemente de
su ideología y niveles de desarrollo económico, aun cuando ambos factores
inciden en los modos de enfrentar tales riesgos. La necesidad de la
comunicación de riesgo en salud como una práctica permanente del sistema
sanitario para enfrentar situaciones de emergencia pública, donde se destaca la
función de las estrategias de comunicación de riesgo, las que a partir de su
efectiva implementación contribuirán a elevar la percepción de riesgo en los
públicos meta y, por consiguiente, a minimizar los efectos negativos de las emergencias
de salud en términos materiales y de vidas humanas. Es decir, los comunicadores
tenemos una responsabilidad en cuanto a lo que se informa, los políticos por
ejemplo con sus encuestas manipuladas o declaraciones sin sentido para atacar
al contrincante y a su vez, manipular precisamente a su electorado. En el tema
de salud, es muy similar. Inicialmente la comunicación en situaciones de
emergencia y brotes epidémicos fue definido como “un proceso interactivo de
intercambio de información y opinión entre personas, grupos e instituciones;
suele incluir múltiples mensajes acerca de la naturaleza del riesgo o expresar
preocupaciones, opiniones o reacciones acerca de los mensajes sobre el riesgo o
de los arreglos legales e institucionales para la gestión del riesgo” ¿Qué
hacer en una situación de riesgo? Las actividades que desarrolla la
comunicación de riesgo en el marco de seguridad, son necesarias para las
diferentes fases de una emergencia con impacto en la salud pública; para lo
cual es importante contar con autoridades y profesionales a cargo, debidamente
capacitados para tomar decisiones (no hermanos, compadres o facturas de
campaña), quienes contribuirán a mantener la confianza de la población en su
gestión y en las recomendaciones para controlar rápidamente el episodio. ¿Cómo
se manejó el caso de Parotiditis en una institución educativa? ¿Cómo se maneja
en el verano los casos de contingencia por calor o por ciclón tropical? ¿Es
adecuado?
La confianza constituye
el principio esencial de la comunicación ante situaciones de brote epidémico.
La comunicación deberá generar, mantener o recobrar la confianza en caso de
crisis entre la ciudadanía durante toda la emergencia sanitaria. La confianza
garantizará la credibilidad en los mensajes emitidos por las autoridades en
turno; Deberá mantenerse sistemáticamente actualizado al público ante los
cambios que ocurran. Conocer como el público entiende y percibe un riesgo
determinado, sus creencias y prácticas facilita que se tomen las decisiones
oportunas y se pueda incidir en los cambios de comportamiento necesarios para
proteger la salud. También promoverá el conocimiento y la internalización de
los riesgos conocidos y desconocidos, informando oportunamente y sensibilizando
al público desde la planificación acerca de las necesidades e inquietudes para
proteger su salud; para lo cual se desarrollarán acciones de capacitación y
educación orientadas a prevenir y mitigar el riesgo en los diferentes ámbitos
sociales como: la familia, la comunidad e instituciones laborales y educativas.
Dr. César Álvarez Pacheco
@cesar_alvarezp
Huatabampo, Sonora.
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