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El mercurio (Hg) es un metal pesado de color plateado,
líquido a temperatura ambiente y se evapora con facilidad permaneciendo en la
atmósfera hasta un año. Es una sustancia altamente tóxica y se reconoce en
todo el mundo como un problema de salud pública. No es esencial para ningún
proceso biológico, sin embargo, se acumula en la mayoría de seres vivos por
no poderlo metabolizar. Además de su estado natural, se libera mercurio en la
industria metalúrgica, así como en aguas residuales de ciudades (termómetros
y lámparas rotas desechadas en la basura municipal que infiltran los mantos
friáticos por el drenaje). Se calcula que cada año mil toneladas se liberan
desde las redes de alcantarillado hacia los diferentes cuerpos de agua y a la
tierra; y de ahí a la cadena alimenticia, donde se acumula y biomagnifica. El
mercurio llegó a ser utilizado como medicamento para el tratamiento de la
sífilis, pero una vez demostrada su toxicidad cesó su uso. Hasta la fecha se
utiliza en diversos dispositivos médicos: termómetros, esfigmomanómetros,
amalgamas dentales, reactivos de laboratorio, productos químicos, baterías y
conservadores (timerosal). En el ámbito laboral y doméstico, la exposición
por inhalación a los vapores de mercurio, inoloros e incoloros, cuando se rompe
un termómetro o lámpara ahorradora, contaminan los espacios cerrados por
encima de los límites permitidos, teniendo consecuencias sobre la salud de la
población. En el 2000, el Consejo Nacional de Investigación de la Academia
Nacional de Ciencias de Estados Unidos de América, encontró que la población
con más riesgo fueron los niños de mujeres que consumieron grandes cantidades
de pescado y de mariscos durante el embarazo, ya que el mercurio afecta al
feto. La descripción del personaje de El sombrerero loco de Lewis Carrol, es
la versión popular mejor descrita del antiguamente denominado, intoxicación por
mercurio. En el 2002 el Instituto Nacional de Ecología (INE), por medio de la
SEMARNAT, realizó un diagnóstico del mercurio en México, reportando los
siguientes datos: en promedio los termómetros contienen 1g de mercurio por
pieza, existen en el país un total de 160,017 camas en las instituciones
hospitalarias públicas y privadas, considerando un termómetro por cada cama y
que se rompe uno de cada cuatro por semana, se sustituyen un total de 40,000
termómetros por semana, sumando al año 2,080,000, termómetros, más los
160,000 iniciales, lo cual resulta en un total de 2,240,000 termómetros. Es
decir, más de dos toneladas de mercurio al año. Para muchas personas los termómetros
de mercurio resultan más confiables que los termómetros electrónicos. Sin
embargo, es importante conocer y comprender el riesgo que conlleva tener
termómetros de mercurio en el hogar. Los avances tecnológicos nos
proporcionan actualmente termómetros digitales, electrónicos, con sensores
infrarrojos, de cristal líquido termocrómico, con galistano, etc., creados
para desplazar de manera paulatina a los que contienen mercurio, siendo igual
de confiables, pero sin su toxicidad.
La Comisión Federal de Protección Contra los Riesgos
Sanitarios (COFEPRIS) de la Secretaría de Salud, en coordinación con el
Centro de Análisis y Acción en Tóxicos y sus Alternativas (CAATA), por medio
del programa “Hospital Libre de Mercurio” instituye una “Carta Compromiso” para
realizar el reemplazo del equipo médico que contenga este metal, así como la
capacitación del personal para promover la eliminación del mercurio en las
instituciones de salud. ¿Lo sabra Sonora? Esperemos que si.
Dr. César Álvarez Pacheco
@cesar_alvarezp
Huatabampo, Sonora.