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Hasta
hace poco tiempo, el enfoque de género en las mujeres estuvo dirigido a varios
padecimientos como osteoporosis, cáncer de mama, cáncer cervicouterino y salud
reproductiva, pero desde finales del siglo pasado ha surgido una corriente (women’s health) cuyo propósito es abordar a las enfermedades tomando en
cuenta precisamente a la variable de género femenino. La distinción entre
género y sexo es una característica exclusiva de los seres humanos. El término
“género” es un constructo social que, de acuerdo con el Instituto de Medicina
de los EU, se refiere a las conductas, normas, comportamientos, costumbres,
atributos y funciones que cada sociedad considera apropiados para hombres y
mujeres. “Sexo”, en cambio, alude a la función reproductiva y a las
características biológicas determinadas por los cromosomas y por las propias
hormonas sexuales. Desde un punto
de vista neuropsicológico, hay comportamientos diferentes y podría decirse
que existe una asimetría funcional del cerebro. Las mujeres, por ejemplo,
aventajan a los hombres en habilidades verbales, motricidad fina y velocidad
perceptiva. También se han reconocido diferencias en otros sistemas
biológicos, tales como variantes en la información celular, la expresión del
mismo sistema inmunológico y determinadas funciones de celulas en diversos
sistemas. Ciertos parámetros de laboratorio tienen puntos de corte diferentes
para hombres y mujeres, y también hay divergencia en el metabolismo y la
respuesta a ciertos medicamentos. Estudios clínicos y epidemiológicos han
reconocido determinadas enfermedades predisponentemente de mujeres, algunos
ejemplos son las enfermedades autoinmunes reumáticas, hepáticas y tiroideas;
la fibromialgia, los trastornos del apetito como la bulimia y la anorexia
nerviosa, los padecimientos psiquiátricos como la depresión y la ansiedad; la
esclerosis múltiple, la litiasis vesicular, la osteoporosis; los trastornos
funcionales como el síndrome de intestino irritable, la migraña, la
disautonomía y la fatiga; el síndrome de fragilidad, las infecciones de las
vías urinarias, la infección por el VIH, la obesidad, la cardiopatía
isquémica, la diabetes mellitus y muchas otras.
La obesidad en las mujeres es el principal factor de
riesgo modificable para el desarrollo de enfermedades crónicas no
transmisibles (diabetes y enfermedades cardiovasculares), pero también la
propia obesidad confiere riesgos a otras enfermedades como cáncer de endometrio,
litiasis vesicular y enfermedad tromboembólica venosa. Por otra parte, las
repercusiones sociales que tiene la obesidad son mayores en las mujeres que en
el hombre. En los últimos años, en diversas partes del mundo, incluyendo a
México, han surgido iniciativas y programas que pretenden mejorar la atención
médica de las mujeres; aunque se han logrado algunos avances, aún hay mucho
por hacer, y politicamente ya hay un gran avance, es momentno de crear
condiciones (por mujeres) para una salud optima y de calidad enfocada al genero
femenino. Algunas propuestas adicionales serían realizar mayores estudios con
enfoque de género, dar un cumplimiento puntual a los programas, y que los
médicos en la atención individual tomemos en cuenta las diferencias que
existen entre hombres y mujeres.
Dr. César Álvarez Pacheco
@cesar_alvarezp
Huatabampo, Sonora.
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