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Recientemente
ha surgido un especial interés en su aplicación terapéutica, con la
consiguiente despenalización de su uso con fines medicinales, ya que numerosos
estudios clínicos han demostrado pruebas de la efectividad de los cannabinoides
en diversas enfermedades. Parece claro que la regulación de señalización
endocannabinoide está estrechamente controlada por su síntesis, liberación,
absorción y degradación. Todas las enzimas que participan en estas vías son
objetivos potenciales para la intervención farmacológica en una amplia gama de
enfermedades en las que se ha documentado un desequilibrio en el sistema
endocannabinoide. Trastornos depresivos y de ansiedad, trastornos del
movimiento como el Parkinson y la enfermedad de Huntington, dolor neuropático,
migraña, esclerosis múltiple, lesión de la médula espinal, cáncer,
aterosclerosis, infarto al miocardio, evento cerebrovascular, hipertensión,
glaucoma, osteoporosis, obesidad y síndrome metabólico son tan sólo algunas
enfermedades en las que un sistema endocannabinoide alterado juega un papel
interesante para intervención farmacológica. Resulta de gran utilidad en la
practica médica, pero al abuso de la sustancia podría ocasionar una acción
irresponsable, dependiente de quien la utilice. A pesar de que los cannabinoides sintéticos pueden tener
efectos protumorales debido a sus propiedades inmunosupresoras, son
predominantes los efectos inhibitorios sobre el crecimiento tumoral, migración,
angiogénesis, metástasis e inflamación, lo que han despertado un reciente
interés en su aplicación clínica en esta área.
Los cannabinoides son sustancias con un margen de
seguridad bastante amplio y son seguras para su uso clínico. No existen hasta
el día de hoy muertes por intoxicación con cannabinoides; la dosis tóxica es
imposible de calcular debido a la variabilidad entre pacientes y la respuesta a
su consumo. Sin embargo, desde 1979 han existido reportes de casos de infarto
agudo al miocardio sin onda Q tras el consumo de cannabis; fibrilación
auricular y ventricular, y angina directamente relacionadas con el consumo de
esta sustancia. La dependencia a cannabinoides detectada en modelos animales es
difícil de extrapolar a seres humanos, aunque hay literatura que refiere que la
dependencia al cannabis se genera en 1 de cada 10 personas que la consumen; es
decir, no, no causa adicción, a diferencia del alcohol, tabaco o cafeína. Sin
embargo, el uso de los cannabinoides en medicina está frenado por sus efectos
psicoactivos, entre los que se incluyen los de tipo afectivo (euforia),
somático (somnolencia, descoordinación motora), sensorial (alteraciones en la
percepción temporal y espacial, desorientación) y cognitivo (lapsos de memoria,
confusión). Es un depresor severo del sistema nervioso que disminuye el sentido
de alerta y ocasiona una baja importante en los reflejos ¿se imaginan la
combinación al volante?. Los alcances de los fármacos cannabinoides parecen
abarcar desde un uso paliativo hasta el uso con finalidad curativa. Nuevas
líneas de investigación apuntan a un probable efecto antitumoral, lo que
abriría una alternativa para el tratamiento oncológico; sin embargo, hace falta
mayor evidencia en este campo para que se empleen como una opción terapéutica.
Los cannabinoides parecen ser prometedores en una amplia gama de síntomas y
patologías, pero aún falta un largo camino por recorrer para su aceptación y uso
en la práctica clínica rutinaria.
Dr. César Álvarez Pacheco
@cesar_alvarezp
Huatabampo, Sonora.