Iniciamos
con un nuevo sexenio, y el que se fue con sus aciertos y desaciertos deja una
oleada y no precisamente de Bienestar, sino de otras desagradables causas. La
implementación de un nuevo modelo de atención a la salud, aún no ha rendido frutos
y no parece tener para cuando tampoco. Mientras el sexenio cierra con 200 mil
muertes, un promedio de 94 por día, la cifra más alta en la historia reciente.
Aunque las tasas de mortalidad por armas
de fuego en México, uno de los 6 países del mundo con los más altos índices en
este rubro, han mostrado un ligero descenso entre 2018 y 2022, este problema
constituye un enorme reto de salud pública que requiere aplicar múltiples
estrategias de solución debido a su impacto negativo en todos los sectores de
la población, sobre todo para jóvenes varones entre los 20 y 39 años, que son
las principales víctimas de homicidio. Estas son algunas de las
conclusiones de un estudio realizado por un equipo de expertos del Instituto
para la Prevención de Lesiones por Armas de Fuego de la University of Michigan, el Departamento de Medicina de Emergencia
del Medical College of Wisconsin
y el Departamento de Psiquiatría de la University
of Colorado School of Medicine. El grupo de investigación examinó mediante
herramientas de estadística descriptiva los datos de 188,397 decesos
relacionados con armas de fuego, de los registros del Instituto Nacional de
Estadística y Geografía de México (INEGI), con el objetivo de medir los cambios
porcentuales en las tendencias de 2015 a 2022, utilizando categorías como sexo,
grupo de población, localidad del incidente y estado de ocurrencia. Tras
analizar las tendencias epidemiológicas, el equipo autoral encontró que la
mortalidad por armas de fuego creció 88,2 % entre 2015 y 2018, aunque experimentó
un ligero descenso (de 16,7 %) entre este último año y 2022. Durante todo el
periodo analizado, los homicidios representaron 92,2 % de las muertes por esta
causa y mostraron el mayor porcentaje de incremento (62,7 %) desde 2015, cuando
se registraban 10,37 por cada 100.000 habitantes hasta llegar a 16,87 por cada
100.000 habitantes del país en 2022. El equipo de científicos, explicó que, en
contraste con lo que ocurre en Estados Unidos, donde los suicidios
representaron 56,1 % de las muertes por armas de fuego en 2022,
según cifras de los Centros para el Control y la Prevención de
Enfermedades en ese país, los homicidios constituyen el mayor reto para la
reducción de la mortalidad por dicha causa en México. Otros datos relevantes de
la investigación son que la mayor parte de las muertes por armas de fuego
ocurrieron en 5 estados: Colima, Baja California, Zacatecas, Chihuahua y
Guanajuato. Los fallecimientos por esta misma causa se registraron sobre todo
en zonas urbanas, donde tuvieron un aumento de 76,8 % a 86,8 % durante el
periodo analizado. Al revisar las muertes por localidad, 67,3 % ocurrió en las
calles u otros espacios públicos, mientras que el porcentaje de incidentes
(suicidios, homicidios dolosos y no intencionales) dentro de los hogares
aumentó de 14 % a 17,7 % durante el mismo periodo 2015-2022. En su estudio
actual, destacan que los conflictos entre grupos del crimen organizado, junto
con el tráfico de armas desde Estados Unidos a México y a otros países
latinoamericanos, tienen un importante papel como detonantes de la violencia en
la región. A partir de 2004, en Estados Unidos se permitió la producción y
venta de armas de asalto, como los rifles AR-15, y esto está ligado al aumento
de la violencia no solo en México, sino en toda la región de centro américa.
El estudio agrega que además de
considerar estos efectos directos y visibles de la violencia homicida, también
es necesario tomar en cuenta su impacto indirecto entre la población, que no ha
recibido atención suficiente. Al respecto, lista los trastornos de salud mental
como el estrés, la sensación de aislamiento y la depresión entre las personas
que experimentan la violencia extrema asociada con el uso de estas armas. Se
sabe que el aumento en los niveles de depresión entre las personas expuestas a
la violencia con armas puede conducir a un aumento en los comportamientos
suicidas, al consumo abusivo de alcohol u otras sustancias, así como a
problemas de desintegración familiar, pues la mayor parte de los homicidios
afectan a jóvenes, muchos de los cuales ya son padres de familia que dejan a la
deriva a miles de huérfanos.
Dr.
César Álvarez Pacheco
cesar_ap@hotmail.com
@cesar_alvarezp
Huatabampo,
Sonora
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