Muchas veces el dialogo al estar dentro
de un hospital no es sencillo, no a todos nos enseñan que decir en diferentes
circunstancias y más aún a sabiendas de que el vocabulario de un médico puede
llegar a ser, para un paciente, bastante complejo. ¿Qué decir o qué no decir?
Veamos.
Un estudio recientemente de la revista
Clínica Mayo, dentro de las perspectivas y controversias mencionan; el “Qué no
decir, en pacientes con enfermedades graves”. El articulo (al igual que la
lógica) habla de que el diálogo debe ser sincero y sensible. Hoy se ha vuelto
un desafío el dialogo médico paciente en unidades como la terapia intensiva,
donde las emociones están a punto de ebullición por la complejidad de la
situación en esa area; en esos lugares se ven casos como insuficiencia cardiaca
avanzada, cáncer terminal o enfermedad pulmonar terminal, y lo ideal es ofrecer un dialogo con una expectativa
realista. Existen palabras o frases que no solo carecen de beneficio sino que
también pueden causar daño emocional y acentuar las diferencias. El modelo REDE
(Relación: Establecimiento, Desarrollo y Compromiso) de la Clínica Cleveland enfatiza
la naturaleza inherentemente relacional de la atención médica y el beneficio
terapéutico recíproco. Las conversaciones C.L.E.A.R. (Connect, Listen, Empathize,
Align and Respect) de Henry Ford Health en Detroit, Michigan, se basan en
actores improvisadores y juegos de roles para facilitar el aprendizaje
experiencial de conversaciones difíciles. Ambos modelos son bien aceptados para
tratar de comunicar mejor situaciones complejas. Idealmente, la comunicación
con pacientes gravemente enfermos incorpora elementos de la orientación
relacional médico paciente. Estos modelos utilizan tácticas, como
preguntar-contar-preguntar, en las que un médico hace una pregunta de
referencia para evaluar la comprensión, por ejemplo: “¿Qué le han dicho otros
médicos hasta ahora sobre su insuficiencia cardíaca?”, luego le da al paciente
información sobre el pronóstico y el tratamiento, y luego sigue con una
“segunda pregunta”; “¿Qué preguntas tiene sobre lo que he compartido?”; “¿Cómo
le explicaría esto a su familia?”. Estos simples ejemplos basados en los
modelos, facilitan por mucho la comprensión de la situación para las y los
pacientes. La comunicación sobre enfermedades graves en una era de terapias
altamente avanzadas pone a prueba incluso los mejores modelos y tácticas,
incluso cuando los médicos tienen tiempo adecuado para solicitar los valores y
objetivos del paciente y para deliberar durante el período de toma de
decisiones. El verbo “necesitar” también es una palabra que nunca se usa en
contextos particulares. Cuando un médico dice, por ejemplo, “Su madre necesita
ser intubada” o “Ella necesita un trasplante”, la declaración efectivamente
cierra la deliberación sobre las prioridades de un paciente. En cambio, pedir
permiso para considerar lo que es posible puede redistribuir la decisión en
tales situaciones. Por ejemplo, reemplazar: “Ella necesita un trasplante” por
“Su corazón está empeorando. ¿Podemos hablar sobre lo que eso significa y qué
hacer a continuación?” indica apertura a la toma de decisiones compartida, en
lugar de emitir una decisión unilateral. Una comunicación más reflexiva e
intencional redistribuye el poder hacia el paciente. En otro estudio específico
sobre el tratamiento del cáncer, se les pidió a los médicos que indicaran
palabras o frases que nunca utilizarían con un paciente. Muchas de sus
respuestas ilustran la dinámica de poder existente en la prestación de servicios
de salud. “No nos preocupemos por eso ahora” no es solo una respuesta no válida
a la preocupación legítima de un paciente, sino que es despectiva. “Tienes
suerte de que sólo sea la etapa 2” es presuntuosa, y supone que el paciente
debería sentirse agradecido, sin permitir que el paciente sienta ansiedad y
miedo por tener cáncer.
Los médicos-educadores pueden llamar la
atención sobre esas palabras que no se deben usar de múltiples maneras. La
integración de debates en cursos establecidos sobre cómo llevar a cabo
conversaciones clínicas difíciles puede mejorar la conciencia y la razón para
abandonar esas palabras y frases. De hecho, cualquier grupo médico, consultorio
o sistema de salud podría incorporar dichas discusiones en foros de desarrollo
profesional, como una oportunidad para los médicos clínicos pueden identificar
palabras que han usado con los pacientes y que deberían reemplazarse porque
hacen daño. Presentarles a los médicos clínicos el concepto de palabras que
nunca se deben usar y luego invitarlos a proponer sus propias palabras que
nunca se deben eliminar es un posible punto de partida. Observar lo que en
ocasiones no parece tener importancia es a veces muy valioso para alguien más,
ser empático con nuestros pacientes y mejorar la comunicación es tan importante
que definitivamente es parte de su tratamiento.
Dr.
César Álvarez Pacheco
cesar_ap@hotmail.com
@cesar_alvarezp
Huatabampo,
Sonora
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