El egoísmo extremo nos tiene cercanos a
un punto de no retorno, al que, si llegamos, los libros y las películas ciencia
ficción pasarán a estrellarnos la realidad en la cara. De hecho, ya está
ocurriendo. Se mencionan los incendios incontrolables en California, los
huracanes devastadores, las sequías extremas, el desgajamiento de los
glaciares, las pandemias y el calor extremo. ¿No nos hemos dado cuenta?
La temperatura ha sido extrema como cada
año, sin embargo se tienen registros de que cada verano, somos más castigados
por la madre naturaleza, los efectos en el clima lo estamos viviendo con la
sequía extrema que enfrentamos, incluso en la temporada de Huracanes, ¡ya no
hay huracanes! Desde la tormenta tropical que no sacó la vuelta, hasta Ileana
que nos dejó plantados acá en el sur del estado. Los efectos que estas elevadas
temperaturas tienen sobre los humanos son la deshidratación y aumento en la
viscosidad sanguínea, lo que puede favorecer eventos vasculares trombóticos.
Habitualmente la respuesta a las elevadas temperaturas es la sudoración que
suele no ser tan efectiva cuando la humedad es elevada, ya que el sudor no
puede evaporarse, lo que puede conducir al “agotamiento por calor” que se
presenta como náusea, contracturas musculares y mareo, o bien el “golpe de
calor” que ocurre con delirio, piel seca y caliente y pérdida del estado de
conciencia que puede llevar a la muerte. Si bien nuestro organismo ha
desarrollado mecanismos de control y de regulación que mantienen el equilibrio
entre compartimientos, conservando el equilibrio, no obstante, cuando existe
una pérdida de agua y electrólitos se generan alteraciones en los volúmenes o
en la composición de los espacios hídricos corporales, por lo que existen
mecanismos de regulación que corrigen estos trastornos. Aunque las personas se
pueden aclimatar a temperaturas altas, este ajuste no es inmediato, ya que
tarda semanas o meses. Las personas más afectadas son los niños y los adultos
mayores, los enfermos del corazón, sistema respiratorio y enfermedad renal.
Todos aquellos que trabajan en exteriores también son sujetos de riesgo, lo
mismos que los atletas audaces que realizan ejercicio al aire libre en horas
donde el sol aún golpea fuerte. Una constante que se observa en los países en
desarrollo es la preocupación por el número de personas adultas mayores, que
crece con el paso de los años, así como su porcentaje en relación con la
población general. Un ejemplo es México, pues se decía que, en el año 2015, 3
de cada 10 mexicanos eran menores de 15 años (27.6%) y solo uno mayor de 60
años (10%), pero para el 2050 se considera que sólo 2 de cada 10 será menor de
15 años, y los adultos mayores tendrán un poco más del 20% en la participación
poblacional; aunque algunas expectativas son de casi 3 de cada 10 personas. El
sistema inmune de los mayores de 65 años ya no es tan eficiente y combaten a
los agentes infecciosos con mayor dificultad; disminuye la sensación de sed, lo
que favorece que se deshidraten; habitualmente padecen otras condiciones de
salud como diabetes, hipertensión, enfermedades cardiovasculares o enfermedad
renal crónica. Esta última, en casos de calor extremo, tiende a descontrolarse.
Cuando padecen demencias aumenta el deterioro cognitivo y la posibilidad de
hospitalización.
Por otro lado, sabemos que la sequía
aumenta la contaminación atmosférica, problemas de desnutrición por la
degradación del suelo y disminución de las áreas para cultivo; además, la falta
de agua altera las medidas de higiene y esto facilita enfermedades por vectores
y parasitosis. Por si esto fuera poco, los vectores de enfermedades como el
Dengue, entre varias otras, al alterarse los ecosistemas han permitido que los
hábitats de los hospederos de estos agentes se hayan modificado y permite que,
en zonas donde antes no existía la enfermedad, ahora se reporte su presencia
como precisamente está sucediendo, o incluso que se reporten brotes
continuamente aún con trabajos para la contención del mismo. Hoy nos reportan
que la presa que abastece el sur se encuentra al 2% de su capacidad, este
verano no nos llovió como se esperaba y en la temporada de huracanes, no hubo
ninguno. ¿Qué nos espera? ¿Qué sigue? ¿Lo tomarán en cuenta los actuales
alcaldes en sus municipios? Veremos.
Dr.
César Álvarez Pacheco
cesar_ap@hotmail.com
@cesar_alvarezp
Huatabampo,
Sonora