domingo, 24 de abril de 2022

Después de la tormenta ¿viene la calma?

 


Los programas de salud en situaciones de emergencia se han dirigido básicamente a la atención inmediata, cubriendo en primera instancia la resolución de problemas médicos que atentan contra la integridad de la población, limitando o mitigando las secuelas así como los daños a la infraestructura.

En 1977 se propuso que se concediera a los aspectos de salud mental la misma importancia que se brindaba a la atención física de víctimas y sobrevivientes de los desastres, condicionando un avance progresivo en el área. Después de las catástrofes de México y Colombia en 1985, los aspectos psicológicos en situaciones de emergencia comenzaron a ser objeto de estudio. A lo largo de la historia, en Latinoamérica los desastres naturales han afectado a las sociedades, por ello en toda la región existe la preocupación por prevenir o minimizar sus efectos. Por diversos motivos políticos, económicos y de gestión (entre otros), aún son muchas las regiones que no están adecuadamente preparadas para hacer frente a un desastre, generando en sus habitantes incertidumbre y sostenida exposición a elevados niveles de estrés. Se han descrito las consecuencias más frecuentes sobre la salud mental de las comunidades afectadas, entre ellas el trastorno de estrés postraumático y el trastorno depresivo. En este sentido, la Organización Panamericana de la Salud señala que las emergencias y desastres implican una perturbación psicosocial que sobrepasa la capacidad de manejo o afrontamiento de la población afectada. Es indudable que en situaciones de emergencia se da un incremento de reacciones emocionales intensas y puede ser que algunas de esas emociones no se hayan experimentado anteriormente, ya que cada persona es diferente y puede responder de distinta manera. La gran mayoría de estas manifestaciones pueden ser una reacción normal; sin embargo, hay poblaciones que pueden ver afectada de forma importante su salud emocional. En las últimas décadas han aparecido desafíos al orden social y a la estabilidad de la comunidad debido a brotes de enfermedades infecciosas, entre ellos está el síndrome respiratorio agudo severo y la gripe aviar. Las infecciones que causan más revuelo en la comunidad médica y en los medios de comunicación son las que combinan una infección grave asociada a alta mortalidad y que son de origen desconocido. Durante el brote de SARS la mayoría de los países percibieron un riesgo mayor del que pretendían las alertas, debido a las diferentes opiniones y a la información que se actualizaba día a día. Durante el brote de AH1N1 en Estados Unidos la organización “The National Biodefense Science Board” reconoció que las medidas de atención para la salud mental fueron vitales para preservar la seguridad y la salud de la población. Las recomendaciones se enfatizaron para población vulnerable y se concentraron en intervenciones de educación, capacitación y comunicación efectiva. Los determinantes para que el cuidador principal presente mayor riesgo de comorbilidad psiquiátrica dependen de las características del paciente y del cuidador y éstos pueden variar con el tiempo. Algunos efectos de la pandemia en México han sido compras de pánico y saqueos de establecimientos, lo que provocó desabasto de productos de limpieza e higiene personal y más adelante falta de medicamentos, y como resultado intensas sensaciones de temor, ansiedad e inseguridad de la población. Trabajar en un hospital durante un brote infeccioso puede desencadenar trauma psicológico en el personal de salud.

Se estima que 20% de las personas expuestas a eventos traumáticos pueden desarrollar trastorno de estrés postraumático. Comprender el impacto emocional de los trabajadores de la salud expuestos a infecciones emergentes, en términos de angustia y trastorno, es relevante para su bienestar y desarrollo laboral. La evidencia científica confirma la importancia de proteger al personal de salud durante una pandemia y ofrecer estrategias de intervención para reducir el impacto en su salud emocional. Hasta el momento no se cuenta con estudios de investigación que involucren una valoración e intervención estructurada de apoyo individual y en grupos pequeños que aporten al conocimiento de las reacciones emocionales en situaciones de este tipo. México ocupa el primer lugar en muertes de personal médico por COVID-19, el riesgo de muerte por COVID-19 de un trabajador de salud es cuatro veces mayor que en Estados Unidos y ocho veces más alto que en Brasil. Aunado a esto, y considerando la alta demanda de servicios de salud y la limitación de recursos, ha propiciado que el personal que se encuentra en la primera línea de atención presente afectaciones psicológicas. Se dice que después de la tormenta viene la calma, pero…¿será así?

Dr. César Álvarez Pacheco

cesar_ap@hotmail.com

@cesar_alvarezp

Huatabampo, Sonora.

 

domingo, 17 de abril de 2022

Desaparecen los hospitales psiquiátricos.




La atención psiquiátrica en México ha pasado de la creación y operación de servicios, por la instalación y el desarrollo de su normatividad y asesoría, hasta la coordinación, sin que durante este trayecto haya podido operar programas y acciones de alcance nacional. A pesar de los esfuerzos que se han hecho en este campo, las actividades de vigilancia epidemiológica y atención primaria a la salud mental están rezagadas si se les compara con los que se han hecho para desarrollar otros programas prioritarios de salud. ¿Está descuidado este tema?

La psiquiatría es una especialidad médica a la que se atribuye la responsabilidad de atender los trastornos mentales, en tanto que el término “salud mental” tiene un espectro mucho más amplio, y se refiere a una condición peculiar de bienestar y desarrollo de las potencialidades individuales y colectivas ¿Qué haríamos sin los hospitales psiquiátricos? Bueno pues estamos a punto de saberlo. Los servicios especializados en psiquiatría de México presentan un panorama heterogéneo en el que habría que distinguir los servicios públicos de los privados. Entre estos últimos predominan notablemente la consulta de los psiquiatras, que se concentra en las grandes ciudades, como la ciudad de México, Guadalajara, Monterrey, otras capitales y las principales ciudades de los estados, por lo que las ciudades medianas y pequeñas no cuentan con muchos psiquiatras pero si con muchos pacientes. El número de hospitales psiquiátricos privados es muy reducido, y sólo los hay en algunas ciudades del país. Últimamente ha aumentado el número de clínicas dedicadas exclusivamente al tratamiento de los adictos a las drogas y al juego. Únicamente el IMSS tiene servicios de hospitalización en la ciudad de México, Guadalajara y Monterrey. En el resto del país la hospitalización psiquiátrica es privada o está a cargo de la Secretaría de Salud. Los servicios psiquiátricos operados por la Secretaría de Salud o por los gobiernos estatales, que desde antes de la descentralización ya operaban sus propios establecimientos, se distribuyen a la inversa, predominando los hospitales psiquiátricos sobre los servicios exclusivamente de atención externa, aunque cubren, desde luego, el servicio de consulta. La creación de estos hospitales psiquiátricos buscaba responder a necesidades diferentes de las actuales, y se basaba en lineamientos técnicos, se limitó el recurso a los mismos y fueron deteriorándose poco a poco por falta de atención de las administraciones en turno. Visto de esta manera, la psiquiatría formaría parte de las modalidades de respuesta a los problemas mentales. La atención psiquiátrica consiste en un conjunto de principios científicos, métodos, tendencias y recursos para contender con las llamadas enfermedades mentales, aceptadas como tales por la Organización Mundial de la Salud. Remontándonos a la inauguración en 1910 del “Manicomio de la Castañeda”, sin una política sanitaria en materia de enfermedad mental, como era obvio en esa época, se puede asegurar que a partir de entonces surgieron, por iniciativa de las autoridades federales y locales, diversas instituciones dedicadas a atender a los enfermos psiquiátricos. En 1959 apareció la Dirección General de Neurología, Salud Mental y Rehabilitación, de la Secretaría de Salubridad y Asistencia, como un primer esfuerzo del gobierno federal para aplicar de manera coordinada los recursos de que disponía, dando lugar a nuevos programas de atención. Estos servicios contaban con un psiquiatra, un psicólogo y una trabajadora social, que con los recursos entonces en boga cubrían algunos temas de educación preventiva, especialmente para la vigilancia del desarrollo infantil. Hoy todo se redistribuye en hospitales generales con las diversas especialidades que identifican algún trastorno mental.

De acuerdo con la Organización Panamericana de la Salud, América Latina, al igual que el resto del mundo, se enfrenta a una pandemia de trastornos psiquiátricos, según lo señalado por las encuestas comunitarias llevadas a cabo en varios países de la región. El pasado 05 de Abril, el Pleno de la Cámara de Diputados aprobó una reforma que modifica la atención de enfermedades mentales en el País, que implica la desaparición de los hospitales especializados en psiquiatría y su conversión a hospitales generales. Las reformas a la Ley General de Salud señalan que deberá haber atención primaria y ambulatoria para atender la salud mental y las adicciones, y que el internamiento será el último recurso y por breve tiempo. En subsecuentes artículos, se indica que la Secretaría de Salud, de acuerdo con el enfoque de derechos humanos, deberá hacer explícitas las intervenciones prioritarias de salud mental y adicciones que permitan garantizar el acceso a las acciones de prevención y atención en la materia ¿Por qué desaparecerlos con tanto paciente, justificando un “ahorro”? Veremos.

Dr. César Álvarez Pacheco

cesar_ap@hotmail.com

@cesar_alvarezp

Huatabampo, Sonora.

 




domingo, 10 de abril de 2022

Mexicanos responsables.

 


Desde comienzos del año 2020, nuestras vidas se han visto condicionadas por una nueva pandemia, desatando una crisis sanitaria de enormes dimensiones que ha terminado por afectar la vida social, económica y política. Ante este escenario, que algunos dimensionan como apocalíptico, se han desarrollado las más diversas reacciones y reflexiones. Pero ¿usar o no usar cubrebocas? He ahí el dilema.

Intelectuales, comunicadores, académicos y usuarios de las más diversas redes sociales, han tomado la palabra para expresar sentimientos, premoniciones, augurios, quejas, críticas, negaciones y demás, todo por el tema del cubrebocas. El Gobierno de Ciudad de México ha eliminado la recomendación de usar cubrebocas en espacios abiertos, tras dos años de pandemia. “La Secretaría de Salud del Gobierno de México nos envió el indicador más bajo que hemos tenido en toda la pandemia de covid-19: cero. Es decir, riesgo epidemiológico muy bajo. Eso permite que en exteriores ya podamos dejar el cubrebocas”, según declaraciones de Claudia Sheinbaum, que ha sugerido seguir usando la mascarilla en lugares cerrados o con poca ventilación. En la capital, esta medida de protección no ha sido obligatoria en ningún momento desde el inicio de la contingencia de covid-19. La jefa de Gobierno mencionó la necesidad de usar el cubrebocas, frente a las dudas sobre su eficiencia que planteaba el subsecretario de Salud, López-Gatell. Quien fue el portavoz del Gobierno para la pandemia y pasó de decir que la mascarilla era de “poca o nula” eficacia a recomendar su uso “particularmente en espacios cerrados”. Pese a ello, el uso de cubrebocas fue la medida de prevención más utilizada por los mexicanos, según la Encuesta Nacional sobre SARS-CoV-2 elaborada en 2020. El subsecretario, aseguró que en México no se establecieron obligaciones para el control de la epidemia, sino que se emitieron recomendaciones, entre ellos el uso del cubrebocas. Nunca se emitió ninguna restricción solo recomendaciones dado que los mexicanos son responsables (¿?) En Sonora, por otro lado si tuvimos restricciones en torno al uso de cubrebocas, se estableció su obligatoriedad en espacios cerrados o establecimientos de aglomeraciones, recordemos que una buena parte de la población es (era) asintomático, es decir, no tenía ningún síntoma y no sabía que podía ser un potencial transmisor del virus a personas más susceptibles, creo yo que la recomendación y restricciones fueron acertadas dado que los mexicanos no somos responsables estimado lector. Pero no, no es motivo para enfadarse o ponerse el saco, a menos que usted, por mencionar un ejemplo, se tome su tratamiento regularmente como se le indica al momento de acudir a una consulta médica. Tomarlo como usted considera es falta de responsabilidad. Si usted es Hipertenso o Diabético y no lleva una dieta adecuada, también está siendo irresponsable (tanto con usted, principalmente como con su institución de salud que le sale carísimo tratar enfermedades crónicas) Si usted Fuma, es irresponsable con su cuerpo y los que le rodea, sin embargo esa es precisamente su responsabilidad. Sin duda el uso de cubrebocas es importante dada la evidencia científica existente. Esto sin abandonar las medidas señaladas de conservar la sana distancia de dos metros, y lavarse las manos frecuentemente durante más de 20 segundos.

Los expertos señalan que es una responsabilidad el hacer obligatorio el uso de cubrebocas y no se trata de una medida coercitiva como se ha señalado en algunos foros, sino de una medida de seguridad, como se hace con el uso del cinturón de seguridad para quienes circulan en un automóvil o autobús de pasajeros. Hemos visto en repetidas ocasiones que la jefa de Gobierno de la Ciudad de México, ha aparecido en público portando cubrebocas. Pero sabemos que los presidentes en Estados Unidos y en México no acostumbran hacerlo, y eso es por falta de información científica.

Dr. César Álvarez Pacheco

cesar_ap@hotmail.com

@cesar_alvarezp

Huatabampo, Sonora.

 

 

 

 

domingo, 3 de abril de 2022

El placer sensual de George Harrison.

 


De carácter retraído, se le conocía como el “Beatle silencioso”, aunque su esposa comentaba que no tenía nada de silencioso, ya que si “encendía los motores” ya no lo podía parar. Se le recuerda al escuchar uno de sus grandes éxitos: “My Sweet Lord” que en su reedición alcanzó uno de los primeros lugares en las listas de Billboard en enero de 2002, cuando George Harrison ya había fallecido. Uno más que sucumbió al encanto del tabaco, cuyo “placer sensual” lo llevó a la muerte.

George Harrison nació en Liverpool, Inglaterra, el 25 de febrero de 1943. A los 11 años aplicó para entrar a una escuela de artes en el Liverpool Institute for Boys, en donde conoció a Paul McCartney, per
o apenas iniciado el curso lo ingresaron al hospital por un problema renal. Durante la recuperación decidió comprar una guitarra. Ese primer instrumento lo sustituyó por otra mejor para iniciar una banda: The Rebels. En 1959 decidió abandonar la escuela y dedicarse a la música, también decidió incorporarse como aprendiz de electricista, lo que le sería de gran utilidad posteriormente a la hora de experimentar con nuevos sonidos y de arreglar equipos. Para entonces, John Lennon y Paul McCartney habían formado una banda, The Quarrymen, y George adicionó para ellos; con el apoyo de Paul, entró a la banda. Lennon no estaba muy de acuerdo en que George ingresara ya que consideraba que era muy joven, pero a fin de cuentas se integró al equipo. A este personaje no le fue fácil que su música se tocara, ya que Lennon y McCartney consideraban que sus grabaciones eran de mejor calidad. Uno de los primeros éxitos de Harrison fue el tema “I need you” que formó parte del álbum Help! En 1965 durante la gira del grupo por Norteamérica, David Cosby, cantante de la banda The Byrds, introdujo a Harrison en la cultura de la India, por la música de Ravi Shankar. Quedó tan impresionado que compró una cítara e incluyó este instrumento en “Norwegian Wood”. Otro evento que lo guio hacia el hinduismo fue un libro sobre la reencarnación, así como el uso de drogas psicodélicas como el LSD. Conoció a varios gurús y se integró a la tradición Hare Krisna. Refiere su esposa, Olivia, que después de probar el ácido, su banda ya no era lo que lo satisfacía. En ese tiempo se estaba grabando el disco Abbey Road, en el que se incluyeron otras canciones de Harrison, cuyas melodías ya competían en calidad con las de Lennon y McCartney; ese álbum incluyó “Something” y “Here Comes the Sun”. Su afición a las religiones orientales, en oposición a la exuberancia y el magnetismo de sus compañeros de banda, pero principalmente su humanidad y su capacidad para disfrutar de la vida y de aficiones mundanas como la jardinería y los coches deportivos, así como su devoción por las causas humanitarias, le valieron el reconocimiento póstumo de la reina Isabel II de Inglaterra, el presidente George W. Bush y los primeros ministros británico y francés, Tony Blair y Lionel Jospin, entre otros.

Desde 1997 su lucha contra el cáncer inició al detectársele una lesión en la garganta que fue tratada mediante varias intervenciones en clínicas de Suiza y Estados Unidos. Recibió varias sesiones de radioterapia. No está de más mencionar su gran afición por el tabaco, factor de riesgo para el desarrollo de esa patología. Un par de años después, un intruso ingresó a su casa en Friar Park, a unos 40 km de Oxford, y lo apuñaló en más de 40 ocasiones, lesionándole un pulmón. Gracias a la intervención de su esposa que dominó al agresor, no murió en ese momento. Aunque se recuperó de la agresión, su hijo, Dhani, mencionó que después del ataque, su padre ya no fue el mismo. En 2001 el tumor regresó con dos metástasis cerebrales, y ya no había más que hacer, y se decidió darle tratamiento paliativo. Murió tranquilo con tiempo para despedirse de sus compañeros Paul y Ringo y estar cerca de su esposa Olivia y su hijo Dhani.  No era uno de los integrantes más populares, sí el más joven. Murió en una villa que Paul McCartney tenía en Beverly Hills, California, para evitar “según se comenta”, que su casa en Inglaterra se convirtiera en santuario y no complicarle la vida a su familia después de su muerte.

Dr. César Álvarez Pacheco

cesar_ap@hotmail.com

@cesar_alvarezp

Huatabampo, Sonora.