domingo, 28 de febrero de 2021

Pandemias: Diferencias y similitudes.

 


La mayoría de los libros de historia hablan de los eventos que marcaron a la humanidad, refiriéndose sobre todo a los conflictos en la relación entre los seres humanos. La lucha y el abuso de poder la falta de tolerancia, la envidia y la avaricia se mencionan como los motivos principales que han marcado la evolución del hombre, y entre ellos surgen las enfermedades y conspiraciones.

 

Sólo en algunos textos se hace referencia al papel que han tenido las enfermedades infecciosas en la población. Es probable que sea una forma de minimizar al enemigo invisible, al que siempre consideramos inferior, al que en muchas ocasiones se le ha dado la idea de conspiración. Sin embargo, la presencia de virus, bacterias, hongos y protozoarios como parte de nuestro entorno ambiental es una realidad, y hasta en la película de “La guerra de los mundos” (2005), nos salvan de una invasión extraterrestre. Nuestro país recuerda bien diversas epidemias tales como: Viruela, sarampión, rubeola, por mencionar algunas, pero ¿pandemias? En 1918 surgió una similar a la actual que fue denominada como “Gripe española”, pero ¿Qué tan similar fue la pandemia que surge 100 años después? Normalmente en las gripes los pacientes más vulnerables corresponden a los ancianos y los niños; en la gripe de finales de la segunda década del siglo pasado no ocurrió de esa forma. Las personas que se vieron más gravemente afectadas por la gripe eran jóvenes y fuertes, especialmente entre los 30 y 40 años, y hubo localidades en las que el número de pacientes graves fue mayor. La gripe respetó más a niños y adulos mayores. Sin embargo debido al escaso desarrollo virológico y al análisis casi nulo de su actividad, no se logró establecer la razón de estos hechos. Para 1920 se informaron menos fallecimientos, pero con mayor afectación en niños y ancianos, lo que hizo que este hecho hiciera sospechar una nueva epidemia o una mutación del virus de 1918. En la presente enfermedad respiratoria por el nuevo coronavirus se produce una peor respuesta en pacientes adultos mayores, que se acentúa si presentan comorbilidades como la diabetes mellitus, la hipertensión arterial, el asma bronquial, la cardiopatía isquémica y los tumores malignos, entre otras. Los niños y los pacientes jóvenes transcurren, en muchas ocasiones, asintomáticos, y es excepcional el estado de gravedad; son innumerables los informes realizados que lo demuestran, algunos se refieren a la presencia de determinados receptores en las células con mayor presencia en adultos y a los antecedentes de determinadas infecciones con mayores niveles de anticuerpos contra virus en infantes, entre otras. Aunque en otros países la enfermedad gripal de 1918 afectó igual a hombres que a mujeres, en México hay estudios que refieren un predominio levemente del sexo masculino.

 

En las primeras décadas del siglo XX los informes y las estadísticas sanitarias no eran elaborados y publicados como en la actualidad. Son escasos los datos que se conservan para algunas enfermedades en registros de morbilidad y mortalidad de la época. La modernidad facilita un sinnúmero de información, de estadísticas y de estudios globales, por lo que se conocen exhaustivamente muchos datos de la actual pandemia COVID-19. Por otra parte, el desarrollo de la Medicina y de especialidades como Epidemiología, Virología, Imagenología, Laboratorio Clínico, Terapia Intensiva y Cardiología, entre otras, ha permitido evaluar cada caso en particular. En la gripe de 1918, de manera general, el paciente pasaba la enfermedad en su casa, a pesar de conocer que podía pasar de un estadio banal a un estado de gravedad. Solo había preocupación por el paciente enfermo o con síntomas respiratorios porque se desconocían otras formas de contagio a partir del paciente infectado no enfermo y así se actuó al principio en la actual. En la actual pandemia se conoce la existencia del paciente enfermo y del asintomático, todo paciente detectado como positivo mediante exámenes virológicos es aislado, él y su familia o sus contactos, presente o no síntomas, lo que ha permitido la disminución del contagio. Además de protocolos en primer y segundo nivel de atención para la prevención y disminución del daño, pero ¡ojo! No existe un tratamiento en la actualidad, pero si una evidencia considerable de mejoras del cuadro clínico. Obviamente hubo diferencias entre ellas. La primera trajo los primeros casos en barco y la segunda por vía aérea. La de 1918 resultó ser más grave en pacientes jóvenes y la de 2020 en pacientes ancianos. En la primera solo se atendió a los enfermos sintomáticos, en esta se conoce de estos y de los asintomáticos, lo que permitió disminuir el número de contagiados. En la de 1918 el gen fue completado casi 90 años después y en la actual pandemia se requirió menos de un mes para conocer el agente causal. Diferencias y similitudes.

Dr. César Álvarez Pacheco

cesar_ap@hotmail.com

@cesar_alvarezp

Huatabampo, Sonora.

 

 

 

domingo, 21 de febrero de 2021

Medio ambiente y salud.

 


Los costos en salud debido a cambios en la calidad ambiental constituye elemento fundamental para el análisis y toma de decisiones a partir de un enfoque sistémico de factores económicos, sociales y ambientales en una región determinada. Sabemos que una región contaminada tiene población enferma, y bajo este contexto entendemos que un ambiente sano, cuenta con una sociedad sana.

 

La salud y el ambiente son componentes que están muy vinculadas entre sí; un cambio desfavorable en la calidad ambiental provocaría mayor incidencia de aquellas enfermedades asociadas a un tipo de contaminación. La salud ambiental constituye una de las preocupaciones fundamentales de la medicina para el siglo XXI ante el incremento del deterioro ambiental en la tierra. Según se plantea en un informe, acerca de los progresos sobre el agua potable y saneamiento, unos 2 500 millones de personas carecen de sistemas de saneamiento mejorados, y según las proyecciones serán 2 400 millones para el 2022. La salud ambiental es aquella parte de las ciencias ambientales que se ocupa de los riesgos y efectos que para la salud humana representan el medio que habita y donde trabaja, los cambios naturales o artificiales que ese lugar manifiesta y la contaminación producida por el mismo hombre a ese medio. Una gran parte de la población mundial vive en áreas en las que los niveles de contaminación ambiental exceden las normas establecidas por la Organización Mundial de la Salud, no obstante, muchas de las enfermedades asociadas a esta contaminación, como los males respiratorios, cardiacos y el cáncer, enfermedades diarreicas agudas y otros tipos de morbilidad, no siempre son tomadas en cuenta en su relación con factores ambientales. Sonora no es una región ajena, conocemos varios ejemplos tales como: El río Sonora, los agroquímicos, el agua “potable”, metales pesados y descarga de aguas negras en las costas. En el mundo ha existido un incremento en los gastos de salud año con año. Las estadísticas muestran un incremento de los gastos de salud con relación al PIB en diferentes regiones del mundo, ello está asociado a la alta incidencia de enfermedades relacionadas con condiciones inadecuadas del suministro de agua, saneamiento y la higiene, lo cual implica un elevado gasto para los países en desarrollo. La compleja interrelación entre determinantes y condicionantes para el desarrollo de la acción integral en salud en los distintos países y regiones, tiene lugar en variados escenarios según el grado de desarrollo socioeconómico y humano alcanzado, la historia, cultura y ambiente natural, la estructura social, la organización y funciones del gobierno y de cada sector en particular. En este contexto, es importante buscar las alternativas de solución para mitigar el efecto de la contaminación sobre la salud humana, requiere de un análisis en el cual estén presentes criterios económicos, sociales y ambientales. La medición económica de la calidad ambiental ha sido abordada, desde diferentes puntos de vista, conceptos como externalidades, derecho de propiedad y eficiencia económica, se han analizado desde el ángulo de la pérdida del bienestar. Se han planteado otros enfoques donde se busca establecer conexiones teóricas entre los sistemas ecológicos y los económicos, integrándose en ellos la relación hombre naturaleza. Existen diferentes criterios y puntos de vista acerca de la valoración económica del impacto sobre el medio ambiente y la salud humana, pues está claro que existe un límite a la misma y, por otra parte, no todo puede ser expresado en términos monetarios, pues existen daños ecológicos que van más allá de una valoración monetaria.

 

Los problemas ambientales muestran la existencia de impactos ambientales sobre los agentes presentes en la economía, lo cual implica un costo externo, que es asumido en un alto grado por el presupuesto del estado. Es decir; si su población se enferma, esto se traduce en una elevación del costo en salud. Por otra parte, la medición económica de estos impactos contribuiría a la fundamentación de inversiones para mitigar o prevenir daños ambientales, integrando en ellas las estrategias de desarrollo económico del país. Existe un conjunto de métodos de valoración económica de cambios en la calidad ambiental desarrollados por la economía ambiental, y que son utilizados en la actualidad en el ámbito internacional para evaluar los impactos ambientales. Estos métodos no compiten entre sí, de ahí que la selección de los mismos dependa de la problemática ambiental estudiada y la característica de la región analizada. Se trata pues, de realizar el análisis económico de los cambios en la calidad ambiental, determinando la verdadera causa de los mismos y teniendo en cuenta el entorno socioeconómico, cuyo resultado contribuiría a elevar la calidad de vida de las actuales y futuras generaciones. ¿Algún candidato contará con propuestas al respecto?

Dr. César Álvarez Pacheco

cesar_ap@hotmail.com

@cesar_alvarezp

Huatabampo, Sonora.

 

Covid19: ¿Cuándo regresar a trabajar?

 


Conforme se reactiva la economía y los trabajadores se reincorporan a sus actividades, los empleadores enfrentan el reto de evitar el riesgo de infección por el SARS-CoV-2. Es el caso de Cinepolis y Cinemex que están por cerrar su salas, lamentablemente.

 

En este contexto, las consideraciones de higiene son particularmente importantes para los trabajadores con mayor riesgo de complicaciones. En México, en las etapas iniciales de la pandemia se pensó un enfoque protector para la población con mayor riesgo, la cual cumple con estas consideraciones: edad >60 años, embarazo, mujeres en periodo de lactancia, diagnóstico de diabetes mellitus, hipertensión arterial, enfermedad cardiovascular, enfermedad renal crónica, obesidad, cáncer y condiciones que generen inmunosupresión, entre otras condiciones. Diversos organismos internacionales apoyan esta visión proteccionista; sin embargo, esto podría traer efectos negativos como discriminación hacia los trabajadores y un alto costo para las empresas al no poder reincorporarlos. El Covid-19 es una enfermedad emergente, razón por la que se cuenta con información limitada de los factores de riesgo asociados con complicaciones. La decisión de no incorporar a las personas trabajadoras implica una gran carga salarial para las empresas, riesgo de discriminación y pérdida de empleo. La Organización Internacional del Trabajo refiere que las medidas de confinamiento amenazan con aumentar los niveles de pobreza de los trabajadores. Para ellos, dejar de trabajar o trabajar desde casa no es una opción, pues significa perder sus trabajos, para muchos su único sustento y, en el caso de México, incluso su seguridad social. La lactancia materna es la piedra angular de la nutrición, el desarrollo infantil y la salud materna de lactantes y niños pequeños. No hay evidencia que demuestre efectos negativos en el sistema inmune de la mujer por la lactancia, sin embargo, existe la preocupación sobre si las madres infectadas con SARS-CoV-2 pueden transmitir el virus a sus bebés a través de la lactancia materna, por eso el riesgo es bajo. Algunas de las condiciones tienen evidencia estadística significativa sobre el aumento en el riesgo de enfermedad grave o muerte por Covid-19, como es el caso de los pacientes con adultos mayores, diabéticos e hipertensos, obesidad, EPOC y cáncer. Sin embargo, para algunas otras condiciones, como asma, algunos estados de inmunosupresión, infección por VIH y lactancia, la inclusión en los grupos de riesgo se ha basado más en una respuesta intuitiva que científica, ya que hasta el momento no se ha demostrado que causen un aumento en el riesgo de enfermedad grave o en muerte. Algunas otras condiciones siguen siendo controvertidas como en el caso del embarazo pues gran parte de la evidencia coincide en que el riesgo principal se centra en el tercer trimestre.

 

Ante la alta prevalencia de enfermedades crónico- degenerativas en países con economías emergentes de Latinoamérica, particularmente en México, resulta importante llegar a un equilibrio razonable entre la protección al trabajador más vulnerable y la generación de políticas que ayuden a que las personas portadoras de una condición o enfermedad crónica tengan oportunidad de continuar generando el sustento de su familia. Se han publicado algunas guías de reincorporación como la publicada en la revista Occupational Medicine, la cual sólo especifica que los trabajadores que estén en trabajos remotos deberían regresar gradualmente en el siguiente orden: primero los que no tienen ninguna susceptibilidad y sean menores de 50 años; segundo, aquéllos de entre 50 a 60 años sin enfermedades; posteriormente los mayores de 60 años, igualmente sin enfermedades, y finalmente los trabajadores vulnerables. Aunque la guía especifica que se requiere realizar un seguimiento cercano de los trabajadores vulnerables, no se especifican más pautas. En las guías de retorno al trabajo de la Occupational Safety and Health Administration se indica que durante las fase 1 y 2 de la pandemia, cuando sea factible, se establezcan adaptaciones especiales basadas en necesidades individuales para aquellos trabajadores con mayor riesgo de enfermedad grave o que tengan miembros en el hogar con mayor riesgo de enfermedad grave. No se establece un criterio distinto al ser portador de la enfermedad. Es necesario reflexionar sobre los problemas de justicia social que ya existían y que se ven agravados en esta pandemia: la desigualdad económica y la presencia de un alto índice de enfermedades prevenibles en gran parte de la población.

Dr. César Álvarez Pacheco

cesar_ap@hotmail.com

@cesar_alvarezp

Huatabampo, Sonora.

 

 

 

 

domingo, 7 de febrero de 2021

El exceso de mortalidad.

 


Hay muchas personas que padecen enfermedades de tipo crónico, que no han querido ir a los hospitales por temor a contagiarse de SARS-CoV-2 y por desgracia, dejaron avanzar sus enfermedades o no detectaron males que progresaron en sus cuerpos, en el último año, y que lamentablemente hoy están mas graves o que dicha causa terminó con su vida.

 

Según las últimas cifras del Inegi, basadas en certificados de defunción, Registro Civil y médicos forenses, revelan que, de enero a agosto del 2020, año en que inició esta pandemia, se contabilizaron 683 mil 823 defunciones. En total, 184 mil más que en el mismo periodo del año anterior, esto denominado como “exceso de mortalidad”. El escenario clínico de COVID-19 es heterogéneo. De hecho, el espectro de la enfermedad varía desde síntomas leves como fiebre, tos seca y disnea hasta formas moderadas con síndrome de dificultad respiratoria aguda o bien formas, graves y críticas donde se presenta con necesidad de ventilación mecánica, o bien, sepsis y falla orgánica múltiple. Además, también se ha informado un curso asintomático, lo que hace que la contención de la infección sea más difícil. Sin embargo esto aunado a otras causas dieron por resultado al exceso de mortalidad. Las enfermedades del corazón provocaron la muerte de 141 mil 873 personas; covid-19, de 108 mil 658; la diabetes, de 99 mil 733 muertes, y el cáncer mató a 60 mil 421 personas, de enero a agosto del 2020. Seguidos de influenza y enfermedades cerebrovasculares, entre otras. Otro ejemplo de esta situación es la baja asistencia de los pacientes a revisiones periódicas de todas las enfermedades sobre todo los pacientes diabéticos, hipertensos y pacientes con cáncer. Durante esta pandemia, muchos pacientes de cáncer dejaron de acudir a los hospitales por temor a un contagio, pero otro de los problemas fue la reconversión hospitalaria, porque no sabían a dónde acudir, pues sus clínicas y hospitales fueron destinados a la atención de enfermos covid-19, otro de los problemas es la falta de medicamentos y sus quimioterapias, es decir, no solo no hay tratamiento para los niños con cáncer sino para los adultos que padecen también dicha enfermedad y requieren medicamentos especializados que hoy no se encuentran en ninguna parte del país gracias a que el gobierno federal canceló la única farmacéutica que proporcionaba y distribuía dichos medicamentos. Por lo que también contribuyó al exceso de mortalidad. Entre los pacientes infectados con SARS-CoV-2, varias afecciones están relacionadas con una mayor susceptibilidad al virus y una carga elevada de COVID-19. Al día de hoy la evidencia sugiere que la edad avanzada es el predictor más importante para el desenlace fatal. El envejecimiento en sí se ha asociado fuertemente con peores resultados, debido a los cambios en el cuerpo que caracterizan el sistema respiratorio.  Según los datos epidemiológicos actuales, los pacientes adultos mayores infectados con SARS-CoV-2 muestran mayor riesgo de muerte en comparación con los pacientes más jóvenes. Por esta razón debemos ser cautelosos con nuestros adultos mayores, hoy sabemos que gracias a la irresponsabilidad de muchos en meses pasados, hoy muchos seres queridos padecen una enfermedad en su forma mas grave y otros ya no se encuentran con nosotros.

 

Además de una mayor susceptibilidad debido al envejecimiento, los estudios epidemiológicos han revelado diferencias específicas por sexo en la incidencia y mortalidad en humanos después de la infección por SARS-CoV-2. El género masculino ha experimentado mayor mortalidad en comparación con el femenino. Mientras que los hombres y las mujeres tienen la misma susceptibilidad, los pacientes varones pueden ser más propensos a morir. Este deterioro clínico presentado por adultos mayores infectados por coronavirus contribuye al rápido agotamiento de camas para manejo de cuidados intensivos, además de la escasa probabilidad de supervivencia. Por todo lo comentado con anterioridad, se debe asegurar que los cuidados paliativos más efectivos soporten, tanto física como psicológicamente. Y por si fuera poco estos pacientes buscan tardíamente atención médica al inicio de síntomas, lo que es probable que impacte en la mortalidad.

Dr. César Álvarez Pacheco

cesar_ap@hotmail.com

@cesar_alvarezp

Huatabampo, Sonora.