Reducir el número de
contagios y el número de muertes por covid-19, para proteger el derecho humano
a la salud, es una responsabilidad directa de los gobiernos municipales,
estatales y federales, cada uno en el ámbito de su competencia. Pero demeritar
el cambio de color a semáforo naranja suena arriesgado por parte de la
alcaldesa de Hermosillo.
El poder público
debe asumir su responsabilidad de establecer límites a la libertad que genera
contagios, entendemos que urge una reactivación económica que no va como se
esperaba, sin embargo pagar el precio con mas enfermos y mas muertes, no es la
solución mas lógica. Sigue sin entenderse que minorías irresponsables no usen
cubrebocas, no respeten la sana distancia ni tomen en serio el resto de las
medidas higiénicas, exponiendo a la mayoría de la población que intenta
cuidarse al máximo. La autoridad no puede hacer todo si la sociedad no coopera
con la “nueva normalidad”. Sigue sin entenderse también que pese a los
contagios, hospitalizados y lamentables fallecimientos sigan abarrotados
lugares como las playas públicas y eventos sociales en lo que el sonorense no
está dispuesto a perderse; sigue sin entenderse como los fines de semana se
encuentran llenos lugares de esparcimiento en donde se ingieren bebidas
alcohólicas y que hasta funcionarios, de esos que no estaban acostumbrados a
facturar grandes cantidades, abarroten los espacios sin la mas mínima medida
precautoria. Perdimos tiempo al no tomar las medidas antes de que llegara el
virus, a pesar de ver lo que sucedía en Europa. Después del confinamiento en
dicho continente la sociedad retomó sus actividades en forma casi normal,
llenando los restaurantes y lugares turísticos, sin observar estrictamente las
medidas del cubrebocas y la sana distancia. Una vez más, estamos perdiendo
tiempo valioso para entender que uno de los valores más importantes, como lo es
la libertad, está supeditado al interés público de la vida de todos y la salud
pública. Ahora, nadie cuestiona la existencia del rebrote en Europa, sus
sistemas de salud están rebasados y están obligados a imponer medidas
restrictivas y nosotros, mientras, seguimos sin aprender de ello. En nuestro estado
se reabrieron las actividades económicas y, salvo algunas excepciones, podemos
ver a cientos de personas que acuden sin cubrebocas y sin respetar la sana
distancia fuera y, obviamente, dentro de
los restaurantes, bares, centros de trabajo, en el transporte público, entre
muchos otros sitios donde no hay ventilación natural. Los esfuerzos de las
autoridades de salud que diariamente salen a decir que tengan cuidado y
repitiendo hasta el cansancio las medidas, no han cobrado conciencia de
realizar sólo las actividades estrictamente necesarias de la vida cotidiana y
de preferencia mantenerse en sus hogares para darle la oportunidad a las
personas que en verdad tienen necesidad de salir a buscar el sustento de sus
familias. Por otro lado, quienes salen, deben mantener, en todo momento y en la
medida de lo posible, las medidas del uso adecuado del cubrebocas, la sana
distancia, lavarse las manos, no tocarse la boca o los ojos, etc., incluso
continuar en nuestros hogares con ciertas medidas para evitar el contagio de
nuestros seres queridos. Sin embargo, la crisis requiere un cambio de conductas a
gran escala que favorezcan alinear el comportamiento humano con las
recomendaciones de expertos en salud pública. En 8 meses, el virus se ha
extendido a casi 950 mil contagios y 93 mil defunciones, lo que ha llevado al
gobierno a mantener medidas para intentar frenar la propagación de la pandemia
que aún son insuficientes.
Preocupa
mucho que las autoridades sanitarias no comunican decisiones de forma clara y
asertiva. Preocupa que cuestionen el color del semáforo y que promuevan el
desacato a las medidas. Es importante que la población entienda claramente los
riesgos que enfrenta por su salud. Los jóvenes son un sector de la población al
que se deben dirigir algunos mensajes directos y concretos, en especial para
que sean conscientes y responsables, pues aspiran a mantener su vida social y
tienen alto riesgo de contagiarse y de propagar el virus. No es momento de
andar en fiestas ni en lugares concurridos mientras no tengamos acceso a la
vacuna. Las medidas preventivas serán permanentes en tanto no exista una cura
efectiva contra el covid-19. Nos conviene a todos ser sensibles, sensatos y
empáticos ante los riesgos crecientes de contagio. En nuestro país, se han
contagiado los ciudadanos, el personal médico y de enfermería, los gobernantes,
los políticos y los legisladores. Queda en evidencia que nadie es inmune al
virus. Somos el país que ha registrado a la fecha el mayor número de decesos
entre el personal de salud a nivel mundial. Así que no es momento de ser
daltónicos con el semáforo, a cuidarnos tod@s.
Dr.
César Álvarez Pacheco
@cesar_alvarezp
Huatabampo,
Sonora.
No hay comentarios:
Publicar un comentario