domingo, 27 de septiembre de 2020

Niños multimedia.

 


La innovación tecnológica ha transformado hoy los medios electrónicos y su desarrollo en la vida en las personas de tal forma que los jóvenes inician a edades muy tempranas con el uso de iPad, teléfonos y videojuegos; incluso decimos que los niños en la actualidad traen un “chip” y que entienden el uso de dispositivos o gadgets para mejorar su desempeño y estilo de vida, ¿o no?

 

El tiempo de pantalla se refiere al tiempo de visualización prolongado de varios tipos de pantallas, como computadoras, televisores, videojuegos y celulares y tabletas. El mismo se ha asociado tanto a beneficios como riesgos para la salud de niños y adolescentes. Los beneficios incluyen la exposición a nuevas ideas y adquisición de conocimiento, mayores oportunidades de contacto social y facilidad para acceder a mensajes e información de promoción de la salud. Hoy la pandemia nos obligo a casi todos a utilizar dispositivos que si bien ya los utilizábamos, este años los hicimos parte nuestra; la generación actual de estudiantes viven una nueva etapa en donde se les “enseña” por medio de dispositivos electrónicos, pero recordamos los de generaciones atrás en donde nos decían que “nos iba hacer daño” tanta televisión, pero ¿si hará daño?;  Los riesgos incluyen efectos negativos para la salud con respecto al peso, el sueño y el estado de ánimo, exposición a contenido y contactos inapropiados o inseguros, además de privacidad y confidencialidad comprometidas. Es importante que los padres supervisen a sus hijos sobre todo los mas pequeños para el uso de los mismos mientras cumplen con sus obligaciones escolares. Varias revisiones mencionan que actualmente, los niños menores de 5 años prefieren la televisión sobre otros dispositivos de medios digitales, mientras que los niños mayores prefieren las computadoras y celulares. El tiempo de pantalla excesivo se ha asociado con deficiencias en el desarrollo de habilidades motoras, el desarrollo del lenguaje y el bienestar conductual, psicosocial, académico y físico, incluso los problemas en la conducta incluyen signos de uso problemático como: quejarse de estar aburrido o infeliz cuando no tienen acceso a pantallas, emociones negativas después de usar las pantallas, comportamiento desafiante sobre los límites de la pantalla e interferencia con las rutinas diarias cuando se utilizan las pantallas. Por otro lado, cambios en los patrones de actividad física se han asociado con empeoramiento de perfiles lipídicos, aumentos de la presión arterial, mayores niveles de obesidad, resistencia a la insulina y diabetes tipo 2, la mala alimentación y los estilos de vida sedentarios se han citado como dos de los predictores más importantes de desarrollar y mantener el sobrepeso y la obesidad, el aumento de la visualización de pantallas se ha asociado a cambios perjudiciales en la dieta que influyen en el aumento de peso, pues el tiempo dedicado a mirar televisión o jugar en la computadora está inversamente relacionado con la calidad de la dieta entre los niños. Existe una creencia actual en adolescentes y padres de niños, que respalda que mirar televisión ayuda a relajarse por la noche o a quedarse dormido. Sin embargo, no existe ninguna investigación publicada sobre la efectividad de dicho contenido, por lo que hasta la fecha no se encuentra recomendado, en el caso de la población joven, el uso de estos medios se asocia con un tiempo de sueño total más corto, un retraso en el inicio del mismo, una menor duración, una hora de acostarse más tarde, una peor calidad del sueño y un mayor cansancio durante el día.

 

Diversos estudios han encontrado que el uso de medios de pantalla interactivos (por ejemplo, videojuegos y dispositivos móviles) puede tener un mayor impacto en el sueño que el uso pasivo, como mirar televisión. Además, se ha documentado que los efectos negativos en el sueño anteriormente mencionados son aún mayores con el uso de pantallas en horas nocturnas en el dormitorio (es decir, 1-2 horas antes de acostarse) y con el uso de videojuegos violentos en cualquier momento del día. La Academia Americana de Pediatría emitió una declaración de apoyo a las directrices de la American Academy of Sleep Medicine, las cuales recomiendan que los dispositivos con pantalla no deben ser permitidos en los dormitorios de los niños y estar apagados 30 minutos antes de la hora de dormir. Se ha visto que el no utilizar pantallas durante 30 a 60 minutos antes de acostarse aumenta la calidad y la duración del sueño. La Sociedad Canadiense de Pediatría menciona que la calidad del tiempo frente a la pantalla es tan importante como la cantidad, por lo que recomienda a los padres a estar presentes y participar cuando sus hijos usan pantallas, además de fomentar el uso de aplicaciones que sean educativas, activas y sociales que incluyan actividad física también. Ojo, padres y madres de familia.

Dr. César Álvarez Pacheco

cesar_ap@hotmail.com

@cesar_alvarezp

Huatabampo, Sonora.

 

 

 

El envejecimiento saludable.

 


El envejecimiento de la población representa un gran reto para la sociedad, dado que tiene profundas consecuencias en la vida individual y comunitaria y repercusiones en las diversas esferas de la existencia humana, incluidos los ámbitos social, económico, político, cultural y sanitario.

 

Las proyecciones demográficas indican que la población mundial de 60 o más años aumentará a más de dos mil millones en 2050. Para ese año, el 21% de la población mundial tendrá 60 años o más, y el 80% de este sector vivirá́ en países de ingresos bajos y medios. México envejece en un contexto complejo en el que las desigualdades, inequidades sociales y los problemas económicos son una realidad constante. Actualmente la gran mayoría del adulto mayor de 60 años cuenta con enfermedades como diabetes mellitus e hipertensión arterial, los hábitos de juventud cuestan caro para el futuro por lo que nuestras costumbres culturales no siempre nos favorecen. El sedentarismo, el tabaquismo/alcoholismo, la dieta rica en grasa o carbohidratos; factores que modifican las funciones corporales y no precisamente para bien. Del mismo modo, más del 25% de todos los adultos mayores tienen alguna limitación en la funcionalidad física (caminar, bañarse, comer, vestirse, uso del retrete). Aunque también se debe reconocer que más del 70% de las personas mayores de 60 años son totalmente independientes y pueden participar en programas de envejecimiento activo y saludable a nivel comunitario, por lo que potencialmente este grupo poblacional representa un capital social y, por lo tanto, podría constituir un bono demográfico para el desarrollo económico y social de la población adulta mayor y la sociedad en general. Por otro lado, la vejez es un concepto relativo a una etapa del ciclo vital humano, cuyo inicio, desarrollo, limitaciones y oportunidades son determinados por los grupos sociales. Al respecto, cada sociedad establece la edad de inicio de la vejez y esta ha cambiado a lo largo del tiempo; de ahí que en los inicios del siglo pasado se consideraba como viejas a las personas mayores de 40 años, imagínese nomás. En este sentido, la Organización de las Naciones Unidas estableció como punto de corte para la edad de inicio de la vejez: 65 años para los países desarrollados y 60 años para los países en desarrollo, ¡ojo! No quiere decir qe esten “viejos”, sino que es el inicio de la vejez, es decir: los 50s son los nuevos 40s ¿Por qué no? El envejecimiento saludable es uno de los objetivos prioritarios de los programas comunitarios; esto se utiliza a menudo para describir un estado positivo libre de enfermedad y distinguir entre individuos sanos y enfermos. Esta definición es problemática en las personas de mayor edad, porque muchas de ellas pueden tener una o más enfermedades crónicas, incluso bien controladas, lo cual les permite tener una vida independiente y autónoma.

 

Por otrolado entre los eventos estresantes a los que se enfrentan los adultos mayores podemos resaltar la muerte de seres queridos, la pérdida de trabajo, la jubilación, los accidentes, la enfermedad y la discapacidad, la pobreza, el abandono, los conflictos familiares, la violencia doméstica y urbana, y la discriminación social. La resiliencia en la vejez depende en gran medida de las reservas afectivas, cognitivas y sociales, las cuales se manifiestan a través de la motivación (plan de vida), la satisfacción con la vida, la autoestima, la iniciativa y la autoeficacia, todo lo cual propicia una adaptación exitosa. Por tal motivo, sería deseable que los programas gubernamentales de salud pública orientados a promover el envejecimiento saludable consideraran el desarrollo de modelos de envejecimiento activo como una estrategia prioritaria. Se viene el 2021 y las multiples promesas de candidatos que quiza no se cumplan, pero que tieen que ser muy atractivas para el votante, sobre todo para el votante estudiado, digo; y es que no todo es clientelar. Con esto se busca superar injusticias culturales enraizadas en representaciones sociales, interpretaciones y comunicaciones sustentadas en falsas creencias sobre el envejecimiento. Además, se busca visibilizar la realidad de las distintas formas de envejecer con el aporte de la construcción de relaciones de respeto y equidad, y se intenta reevaluar las identidades de las personas que envejecen en la búsqueda de acceder a una posición social enmarcada en la justicia mediante la deconstrucción de los términos en los que actualmente se elaboran las diferencias, se debe resaltar la importancia de un cambio en las políticas públicas, ya que si se continúan privilegiando los programas de índole curativo sin considerar el potencial de las capacidades de las personas en proceso de envejecimiento, el impacto económico para el país será insostenible, además de que habrá repercusiones en la calidad de vida para dicha población.

Dr. César Álvarez Pacheco

cesar_ap@hotmail.com

@cesar_alvarezp

domingo, 13 de septiembre de 2020

La segunda ola.

 


La salud pública en México y el mundo enfrenta un reto histórico. El Covid-19 representa un riesgo enorme para la población que evidencia las carencias del sistema social y de salud. Esta crisis, además, ha llevado a cuestionar la definición de prioridades sanitarias y de investigación. Aunque alguien tenga otros datos.

 

La magnitud del problema y la radicalidad de las soluciones han generado un gran debate público, cuestionamientos y posiciones críticas. Celebramos la participación social, particularmente aquella que ha establecido propuestas que contribuyen genuinamente y sin intereses ajenos a la salud pública a alimentar el diseño de las acciones para responder exitosamente a la pandemia. Todo el personal de salud, independientemente de su afiliación política, comparte el mismo compromiso: proteger la salud. Se desconoce cómo se comportará la epidemia, cuál será́ la eficacia de las medidas de control y cómo mitigar sus efectos directos e indirectos. Ante esta incertidumbre, se debe mantener el curso que históricamente ha mostrado ser más efectivo: basar las decisiones en la mejor evidencia científica disponible, adaptándonos rápidamente a la realidad y a la nueva evidencia y evitando que las decisiones respondan al pánico o a la presión política. Cuando de recursos se trata, Los países de ingresos medios y bajos suelen voltear hacia los países de ingresos altos para encontrar respuestas a sus problemas. Ocasionalmente las respuestas son útiles. Sin embargo, en una pandemia las propuestas y soluciones de los países de ingresos altos no necesariamente podrán transferirse a contextos con menor riqueza o infraestructura. Un ejemplo claro es el confinamiento; mientras que en los países de altos ingresos un porcentaje elevado de personas puede realizar actividades económicas con trabajo a distancia, en México el alto porcentaje de personas con empleos precarios dificulta la implementación de esta medida. En México, la vigilancia epidemiológica de Covid-19 está basada en dos sistemas: vigilancia hospitalaria y vigilancia centinela. La vigilancia hospitalaria proporciona información de las personas graves, monitoreando su desenlace y facilitando el análisis de utilización de los servicios de salud. El sistema de vigilancia centinela permite ver un poco más allá, aproximando la prevalencia de Covid-19 en los casos leves que acuden a las unidades monitoras de enfermedad respiratoria. El sistema centinela, anidado en clínicas, no está diseñado para captar personas asintomáticas o que no buscan atención médica, que para muchas enfermedades pueden ser poco informativas, pero que para Covid-19 son relevantes. Mientras no exista una vacuna para Covid-19 las actividades diarias tendrán que incluir un cálculo extra: reducir la probabilidad de contagio. La salud pública cuenta con herramientas teóricas que pueden ser de gran utilidad en este contexto que se deben aprovechar para desarrollar nuevas ideas. Un principio general que no se debe perder de vista es que las intervenciones estructurales que se integran a la vida diaria y son de alcance poblacional, suelen ser más equitativas y eficaces que los enfoques exclusivamente individuales. Enfrentamos la peor crisis de salud pública de los últimos 100 años. El miedo y la incertidumbre inundan los medios de comunicación masiva y la discusión en redes sociales, al tiempo que la lucha política, enrarece el ambiente social.

 

Covid-19 es un problema global, es un problema nacional y es un problema de todas las familias y todas las personas, que requiere de una respuesta unida y solidaria. La salud pública es inherentemente política. Se necesita analizar el desempeño de nuestras instituciones, identificar sus debilidades, atender sus fallas y generar marcos legales y normativos que aseguren su buen funcionamiento, independientemente de intereses políticos o personales. Esa es la única forma de asegurar un avance progresivo hacia un mejor sistema de salud. Sin autocrítica y sin un análisis estructural y sistémico estaremos condenados a reescribir estas mismas líneas dentro de unos años, cuando nos sorprenda una nueva crisis sanitaria. Esta pandemia sin duda marcará un hito para la reflexión de la salud pública, de su papel y de la clara necesidad de que exista un mayor activismo a favor de fortalecer los sistemas de salud pública. Viviremos meses muy amargos, en los que a los graves daños a la salud y la sobrecarga del sistema de salud se agregarán problemas sociales y económicos dolorosos. Al tiempo que atendemos estos temas urgentes, debemos empezar a trabajar en nuestro siguiente reto: ¿qué necesitamos para enfrentar mejor la segunda ola?

Dr. César Álvarez Pacheco

cesar_ap@hotmail.com

@cesar_alvarezp

Huatabampo, Sonora.

 

 

domingo, 6 de septiembre de 2020

A la guerra sin fusil.

 


El distanciamiento social es una parte importante de las medidas para controlar el covid-19, pero no está claro exactamente qué tan lejos y por cuánto tiempo el contacto es seguro en diferentes contextos. También son importantes la carga viral del emisor, la duración de la exposición y la susceptibilidad de un individuo a la infección. Todo esto provocó quizá la muerte de tanto personal de salud en nuestro país; ¿o no?

 

Son muchos los factores que provocaron la dispersión y letalidad del virus; a nivel mundial ya son 7,000 los profesionales de la salud que han perdido la vida por esta enfermedad. Detrás de México está Estados Unidos, con 1,077 casos y Brasil con 634. En cinco meses de pandemia, el Sars-Cov-2 ha cobrado muchas vidas en México, de los cuáles se estima que gran parte eran trabajadores de la salud. Pero el gobierno no transparenta rutinariamente las cifras de cuántos son y en qué hospitales se contagian y mueren médicos y enfermeras por Covid-19, a pesar de contar con sistemas de información epidemiológica. El personal de atención a la salud en todo el mundo enfrenta al menos dos problemas comunes: atender a los pacientes enfermos de Covid-19 sin conocer al virus y con recursos escasos, y no enfermarse en el proceso. Pero dependiendo de la respuesta que cada gobierno, se salvan más o menos vidas, empezando por las de médicos, enfermeras, laboratoristas, dentistas, y personal de limpieza, entre otros empleos de atención a la salud. Si bien durante los primeros meses de la pandemia China enfrentó la mayor tasa de contagio entre el personal de atención a la salud, para finales de febrero los registros indican que sólo 4% del personal sanitario en China se estaba contagiando. Incluso si se duda de las cifras oficiales en China, el caso de Italia es ilustrativo: sólo 9% del personal de salud enfermó de Covid-19 durante los meses más álgidos de la pandemia. ¿Cómo le hicieron? En México, la tasa de contagio de personal de salud es seis veces mayor que en China y más del doble que en Italia. En los primeros días de mayo, la tasa de contagio entre médicos y enfermeras era de 23%; 40 días después esta tasa de contagio se mantiene en 21% respecto a todos los contagios confirmados. Una parte de los contagios y muertes por Covid entre el personal sanitario se debe a la exposición a una gran carga viral durante periodos largos, es decir: respiran mayor cantidad de virus por periodos largos o al menos durante todo el turno. Otra parte se debe a la falta de insumos de protección, como son los cubrebocas N95 (la autoridad sanitaria sólo entregó un tercio o menos de los necesarios). Pero en gran medida estos contagios y decesos son producto de una deficiente capacitación e insuficiente entrenamiento para que el personal de salud sepa cómo cuidarse y prevenir el contagio. Y me consta.

 

Cierto que la pandemia tomó por sorpresa al mundo y que muchos sistemas de salud estaban mejor preparados que el mexicano, pero entonces debieron tomarse previsiones y evaluar la efectividad de la estrategia de reclutamiento y entrenamiento del personal para evitar tantos contagios. Se contrataron médicos sin la suficiente preparación para estar al frente del virus, ¿qué fue mejor que no hacer nada? Es correcto, pero tampoco se capacitó como debiese y esto aumentó su riesgo. Otros hospitales readscribieron  los médicos y personal para poder hacer frente, pero no les entregó material de protección necesario para atender pacientes con estas características, lo que también aumentó su riesgo. De la falta de insumos como: camas, mascarillas, guantes, batas, caretas y cubrebocas mejor ni hablamos. La principal apuesta de este gobierno se centró en el Instituto de Salud para el Bienestar (Insabi), el cual sigue sin cuajar, sin tener un reglamento y se sigue ubicando bajo la sombra del Seguro Popular, que aún sigue presente, pese a lo que se diga. A la par de este tipo de medidas, este gobierno le quitó los recursos a las organizaciones no gubernamentales, como las que atendían cáncer de mama o cataratas, por considerarlos poco eficientes y trasparentes, pero antes de hacerlo no previeron la forma de asumir la función que la sociedad civil venía haciendo. El covid-19 vino a reflejar todas las carencias que hay en el sector salud y lo más triste es que esta pandemia se va a ir y los rezagos serán más grandes. Desorganización en las compras y distribución de medicinas e insumos que ha impactado en la salud de millones de pacientes; falta de más especialistas médicos y una reestructuración de la Secretaría de Salud que ha conllevado a que todo esté detenido; es lo que hoy tenemos. Hoy somos el país como mas muertes en personal de salud en el mundo y el gobierno no ha mostrado ni el respeto ni el apoyo para el mismo, ni para los pacientes fallecidos, seguimos con las mismas carencias; y el personal de “minutos de silencio”, no comen.

Dr. César Álvarez Pacheco

cesar_ap@hotmail.com

@cesar_alvarezp

Huatabampo, Sonora.