Hace
poco más de una década, la Organización Mundial de la Salud (OMS) calificó a la
violencia en todas sus variantes como un problema prioritario de salúd pública
internacional, y propuso la elaboración de programas de prevención y
mitigación. Con ello impulsó líneas de investigación e intervención sobre un
tema que, hasta entonces, había tenido poca atención en el campo de la medicina
en general y de la salud pública en particular.
Todas
las formas de violencia tienen altos costos sociales, económicos y humanos,
pero una de las modalidades más frecuentes es la que se produce en el ámbito de
la propia familia. Los estereotipos de género trasmitidos y perpetuados por la
familia, la escuela y los medios de comunicación, sientan las bases para el
desequilibrio de poder que se plantea en la constitución de sociedades privadas
como el noviazgo, el matrimonio o la convivencia. Esa socialización asigna a la
mujer el espacio de la fragilidad y la sumisión, mientras que al hombre le
confiere el de la agresividad y la violencia, legitimando el derecho y
obligación de utilizar la fuerza como método disciplinario para controlar el
comportamiento de quienes están a su cargo, y como instrumento de poder al
interior de las relaciones privadas. Al tratarse de un proceso que se entiende
como “normal”, los casos denunciados de violencia contra mujeres frecuentemente
son minimizados, incluso por los prestadores de servicios en las instancias de procuración de justicia,
aunque sean mujeres quienes atiendan a las víctimas. Con el reciente y último
partido de la selección inglesa, el Centro Nacional para la Violencia Doméstica
del Reino Unido (NCDV, por sus siglas en ingles) aprovechó la situación para
viralizar una campaña poderosa en contra del abuso físico contra las mujeres en
el país, a través de un juego de palabras y una imagen que simula la bandera
inglesa y la cruz de San Jorge con la sangre sobre los labios de una mujer, la
asociación trazó un paralelismo entre las caídas del “Equipo de la Rosa” y el
incremento de los incidentes violentos: "Si Inglaterra es vencida
(golpeada, en traducción connotativa), ella también", reza el rótulo de la
imagen viralizada en redes sociales aunado a un dato demoledor: "la
violencia doméstica crece en un 26% cuando Inglaterra juega y en 38% cuando
pierde". La imagen está acompañada de números telefónicos a los
cuales una víctima puede llamar en caso de sufrir abusos. El fútbol (y,
presumiblemente, el consumo de alcohol) como generador de violencia. Más allá
de victorias o triunfos, la campaña de NCDV busca crear conciencia en torno a
los eventos que rodean al fútbol. Habla de que el deporte que debería
unir, y tienen razón, pero en varios casos, destruye. Este informe, que
pretende concienciar a la sociedad británica del notable incremento de la
violencia machista durante el mundial
de fútbol, ha sido publicado en varias redes sociales junto a una
poderosa imagen creada por la compañía J. Walter Thompson
London. Además de su presencia en redes sociales, la campaña, que ha
recibido el nombre de “The Not-So-Beautiful Game” (El juego “no tan bonito”) ha
estado presente, mediante folletos
y pancartas, en las calles británicas.
El
sistema de salud es el primer contacto institucional con una víctima de la
violencia familiar, lo que proporciona al médico la oportunidad de detectar
este problema en la consulta y, con la participación de un equipo
multidisciplinario para atenderlo. La experiencia internacional está mostrando
que programas interdisciplinarios e intersectoriales que incluyen la aplicación
de medidas integrales y la participación activa de la sociedad tienen mejores
resultados que aquellos que no tienen tales características. Es hora de que en
México se instrumenten esta clase de programas, se amplíe la oferta
institucional y mejore la normatividad en la materia. Si bien hay mucho por
hacer, también es cierto que no partimos de cero.
Dr. César Álvarez Pacheco
@cesar_alvarezp
Huatabampo, Sonora.
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