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El concepto de probióticos
se ha visto subordinado a varias enunciaciones, más o menos completas, en la
medida en que los avances de la ciencia han posibilitado conocer más acerca de
este grupo de microorganismos; sin embargo, los términos propuestos han
resultado varias veces imprecisos, e incluso, discordantes. El concepto de
probióticos ha evolucionado en los últimos 60 años hasta llegar al más
actualizado y aceptado por la comunidad científica internacional hoy día. En 1906,
Cohendy, tras administrar leche fermentada por Lactobacillus a pacientes con
alteraciones intestinales, observó una notable mejoría tras ocho y 12 días de
tratamiento. Una vez comprobado que varias especies de microorganismos,
fundamentalmente bacterias intestinales, adicionadas al alimento o al agua de
bebida, determinaban una respuesta favorable en el hospedero, se intentó
enmarcarlas en un grupo específico; no obstante, la propia heterogeneidad de
los microorganismos experimentados no facilitó este propósito (estudio de
ensayo clínico controlado). Hace más de un siglo, Elie Metchnikoff (científico
ruso, premio Nobel y profesor del Instituto Pasteur) postuló que las bacterias
ácido lácticas ofrecían beneficios a la salud que llevaban a la longevidad.
Sugirió́ que la autointoxicación intestinal y el envejecimiento resultante
podrían suprimirse al modificar la microbiota intestinal y al utilizar
microbios “útiles” para sustituir a los microbios causantes de enfermedad. El
término probiótico, etimológicamente procedente del griego pro bios (por la
vida). En
los primeros años de la década de los 90 algunos autores englobaron entonces
a los probióticos y a otras sustancias tales como antibióticos, vitaminas,
minerales, ácidos orgánicos, enzimas y oligosacáridos, entre otros, en un
mismo grupo con el nombre de agentes profilácticos ( que previenen
enfermedad). Esta nueva clasificación fue motivo de discrepancias en la
comunidad científica dedicada al naciente estudio de los probióticos por la confusión
que apareja centrar a probióticos y antibióticos en el mismo grupo para su
estudio. Por esos años otros autores enfatizaron que solo podían ser
microorganismos vivientes; sin embargo, esta percepción no era compartida y
Gunther, en 1995, ofreció un concepto explícito en el que definía los
probióticos como organismos microbianos, vivos o muertos, producto de la
fermentación microbiana que influye beneficiosamente al hospedero.
La Organización
Mundial de la Salud, ante las discrepancias en sus definiciones intentó aunar
opiniones e hizo revisión del concepto; los consideró como organismos vivos
que, administrados en cantidades adecuadas, ejercen un efecto beneficioso sobre
la salud del hospedador. Actualmente el concepto mayormente usado y aceptado
llega desde la Asociación Científica Internacional para los Probióticos y
Prebióticos (ISAPP, por sus siglas en inglés, Scientific International
Association for the Probiotic and Prebiotic) en palabras bastante recientes de
su presidenta, la Dra. Mary Ellen Sanders: cultivos simples o mezclados de
microorganismos vivos que, aplicados a los animales o al hombre, benefician al
hospedador al mejorar las propiedades de la microflora intestinal original. A
lo anterior, y para evitar confusión, se añade un planteamiento generalmente
aceptado de Rijkers que, en el año 2010, agregó que deben estar en una dosis
suficiente para modificar (por implantación o colonización) la microflora de
algún compartimiento del tracto digestivo del hospedador y en la práctica
suelen presentarse bajo formas destinadas a ser
administradas en el agua o la comida.
Dr.
César Álvarez Pacheco
@cesar_alvarezp
Huatabampo,
Sonora.
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