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El
cerebro desarrolla en redes neuronales una actividad sincrónica, al momento de
su realización y según la complejidad del reto musical, lo que se califica como
una capacidad intelectual autónoma. El sonido influye en el proceso de curación
de diversas maneras, ¿música? ¡¿Por qué no?! La música: altera las funciones
celulares mediante efectos energéticos; hace que los sistemas biológicos
funcionen con más equilibrio; calma la mente y con ello el cuerpo y tiene
efectos emocionales que influyen en los neurotransmisores y sustancias que
generan placer, que a su vez ayudan a regular el sistema inmunitario y lo
mejoran. La música arrastra a la acción y la interacción a través del ritmo. El
ser humano es el único que puede sincronizar sus movimientos a través de ella,
incluso, siendo bebés. Esta tiene una fuerza innegable de cohesión social. Con
ella se recuerdan momentos de la vida, se baila, llora, medita, trabaja y se
relaja, es decir, la propia persona se encuentra a sí misma. Por otra parte,
ayuda a recuperar la salud y el optimismo para vivir, lo que no solo representa
un modo de expresión y comunicación, sino también genera transformación en la
actividad electromagnética del cerebro. La reflexión científica relativa a la
simbiosis música-salud no llegó hasta la aportación pionera de Sir William
Osler, padre de la medicina científica occidental.
La
música también genera un impacto emocional con capacidad de modular o mitigar
los efectos perjudiciales del estrés, a la vez que establece conexión entre
afectividad, cognición y varios marcadores del organismo. Los sentimientos
positivos a través de pensamientos, creencias y experiencias personales o
comunitarias, pueden influir sobre el impacto físico que ocasionan algunas enfermedades.
La música actúa positiva o negativamente, sobre la bioquímica del organismo, de
acuerdo con el tipo de melodía escuchada. Ciertas notas musicales afectan a los
aminoácidos de una proteína de las plantas y, en consecuencia, estas crecen
rápidamente. La música sedante puede estimular la liberación de hormonas, como
las endorfinas, que a su vez actúan sobre receptores específicos del cerebro,
lo cual puede aliviar el dolor. La música altera la presión sanguínea y la
velocidad de la sangre y la tonalidad. Así, la melodía y el ritmo afectan la
respuesta y el nivel de conductancia de la piel, que puede llegar a
acostumbrarse tanto a la música como al ruido. La interrupción o la aceleración
del nivel de conductancia de la piel está marcadamente relacionado con el tiempo,
la altura tonal y con el aumento de complejidad de la composición musical. El
hecho de escuchar música equivale a exponerse a una multitud de estímulos
sensoriales, cada uno de los cuales puede ser considerado como capaz de activar
el fenómeno de restitución psicosensorial. Una música estimulante puede
provocar el reflejo pupilar a la luz y los movimientos del estómago; una
sedante, fuertes contracciones; puede inducir este estado y activar un tipo de sensación
creativa. Existen aéreas que se activan en el cerebro con la música en tiempo
real, lo cual ofrece beneficios diversos, a la vez que mejora las disfunciones
físicas y psíquicas que confirman el aporte de esta a la salud física, mental y
emocional.
Dr.
César Álvarez Pacheco
@cesar_alvarezp
Huatabampo,
Sonora.