El sarampión regresó a nuestro país después de 20 años, los afectados no tenían antecedente de vacunación ese es su común denominador. ¿Por qué una enfermedad de fácil diagnóstico hoy en día continúa siendo un grave problema de salud pública? Siendo que la estrategia de solución es eficiente y de bajo costo para una enfermedad prevenible por vacunación, que puede desarrollar graves complicaciones de salud. Veamos.
A nivel mundial el
sarampión está de vuelta, dado que existen grupos antivacunas que defienden su
postura de no aplicarlas por mitos, creencias religiosas o incluso la falsa
asociación con el autismo. Esto ha generado un resultado negativo en la
población, y como consecuencia una disminución de las coberturas de vacunación.
Considerando el escenario epidemiológico antes descrito y el riesgo de
propagación del sarampión lo mejor es fortalecer las medidas de prevención sin
dejar de largo la contención de los brotes de la enfermedad manteniendo una
estricta vigilancia epidemiológica para la identificación de casos probables de
manera oportuna que cumplan con definición operacional de probable caso sospechoso
de Sarampión. La vacunación se entiende como un proceso
indispensable para evitar el riesgo de reintroducción de enfermedades que han
sido controladas y prácticamente erradicadas. Las enfermedades infecciosas son
una amenaza constante para la salud pública y para los sistemas de salud, ya
sea que algunas tengan comportamiento estacional, otras más sean endémicas o
unas más reemergentes, en ocasiones pueden presentarse de formas graves que
pueden provocar desde un brote en la comunidad, infecciones asociadas a la
atención de salud, o hasta una pandemia. Por ello, los esfuerzos de la
comunidad científica se centran en identificarlas oportunamente,
diagnosticarlas, dar un tratamiento y, sobre todo, un aspecto fundamental:
prevenirlas.
Entre estas enfermedades ocasionadas por un agente
infeccioso se encuentra el sarampión; la cual es una enfermedad altamente contagiosa
que afecta de manera exclusiva al humano. Se transmite a través de las
secreciones nasales o faríngeas, tos y estornudos de las personas infectadas a
los susceptibles. El virus se encuentra en el aire, o bien en las superficies,
donde puede seguir activo por hasta dos horas y puede ser transmitido por un
individuo desde cuatro días antes y hasta por cuatro días después de
aparecer manifestaciones en piel. La mayoría de los contagiados se recuperan
sin complicaciones después de una semana de presentar los síntomas antes mencionados.
En sus formas más graves se presenta en niños pequeños desnutridos, con
deficiencia de la vitamina A y/o con un sistema inmunológico comprometido. Uno
de cada diez niños presenta infección en el oído, uno de cada veinte podría
desarrollar infecciones respiratorias severas como la neumonía, uno de cada
mil niños puede presentar encefalitis y uno o dos de cada mil podrían fallecer
por las complicaciones. En nuestro país, después de la reintroducción del sarampión,
la transmisión se volvió comunitaria y en lo que va del año se han
confirmado 181 casos de sarampión;12 se ha identificado que el 81% de los
casos confirmados no contaban con un antecedente de vacunación comprobable por
medio de un documento oficial, como la cartilla de vacunación o similar, por
lo que las personas que no pueden comprobar su registro son catalogadas como no
vacunadas.
El
resurgimiento del sarampión se debe fundamentalmente al rechazo por parte de
algunos grupos de población en Europa y los Estados Unidos, los cuales han
adquirido fuerza a partir de la primavera del 2019. Entre las razones más
frecuentes que expresan los padres para retrasar o rechazar la vacuna para sus
hijos está la preocupación por la seguridad e inocuidad de las vacunas, ya
que se ha diseminado la falsa asociación entre la vacuna y el autismo.
Asimismo, algunos padres consideran que sus hijos reciben demasiadas vacunas a
la vez, por lo que prefieren que adquieran la enfermedad de manera natural en vez
de desarrollar inmunidad a través de la vacunación. Además, se ha generado
una problemática derivada de que para ingresar a centros escolares y
guarderías se requiere de una cartilla de vacunación obligatoria, por lo que,
si los padres o tutores forman parte del denominado movimiento antivacunas,
esta condición coloca en riesgo al resto de la comunidad, pudiendo ocasionar
un importante problema de salud pública. La intervención parece simple, pues
la vacunación es la herramienta perfecta, altamente efectiva y segura. No
obstante, es tarea de todos trabajar constantemente para lograr la aceptación
de la población y las coberturas necesarias para controlar nuevamente y, de
esta manera, erradicar la enfermedad del escenario mundial.
Dr.
César Álvarez Pacheco
cesar_ap@hotmail.com
@cesar_alvarezp
Huatabampo,
Sonora.
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