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Internet
llegó a México a finales de la década de 1980, junto con los cambios políticos,
económicos y culturales que rearticularon el mundo y a la sociedad en su vida
diaria. A 25 años de la primera conexión entre el Tecnológico de Monterrey y la
Universidad de Texas, de acuerdo con cifras oficiales, solo 43 millones de
mexicanos tienen acceso a la red, lo que equivale a 38% del total de la
población. Dentro de esta brecha se añade la generacional, ya que poco más del
70% de los internautas tiene menos de 34 años y, de estos, los que la han
incorporado a su vida cotidiana y productiva son los jóvenes urbanos de mayor
escolaridad. Al inicio de la administración del presidente Peña, surgió un
proyecto llamado: México Conectado a través del cual pretendían iniciar todo un
despliegue de la red de banda ancha en espacios públicos, escuelas y los
centros de gobierno del país. Sonaba bien en un principio y poco a poco fue
perdiendo credibilidad conforme pasaba su mandato, la conectividad no llegaba a
todas las escuelas y mucho menos a los espacios públicos, y los recortes al
presupuesto contrastaban con las altas cifras que se llevaban varios ex
gobernadores y uno que otro funcionario que se daba sus lujos como relojes
carísimos o viajes en helicóptero. Hasta la fecha, según la información del
sitio web del proyecto, se han habilitado 100,00 espacios para proveer el
servicio de Internet de banda ancha, pero la realidad es que al proyecto
todavía le falta mucho por hacer, si es que lo hace.
Uno de los
retos que tienen los gobiernos consiste en disminuir la brecha digital para
favorecer la innovación, mejorar los procesos educativos, de salud, de gobierno
y para permitir a los ciudadanos acceder a un universo prácticamente ilimitado
de información que les haga partícipes activos en y desde la sociedad del
conocimiento. Pero parece que esa era de “ilustración” aún no llega para todos,
y mucho menos a los municipios pequeños. ¿Se imaginan las consecuencias de un
día sin internet para una ciudad? No, estimado lector, no se trata de un “detox
digital” como usted esta pensando, va mucho mas allá, no todo en internet son
redes sociales o chats; las consecuencias sería tiendas de autoservicio
cerradas, bancos cerrados, servicios públicos a medias (a cuartos o a quintos
en un lugar como Huatabampo), escuelas limitadas, estudiantes con problemas
para su aprendizaje, maestros con dificultades en su planeación o entrega de
trabajos, hospitales sin la conectividad entre los diferentes servicios
haciéndolos menos eficientes, y sobre todo, una muestra de lo dependiente que
es la sociedad actual a la tecnología y lo difícil que es adaptarse a un
mundo sin ella para regresar al pasado.
Eso fue lo
que pasó en el municipio de Huatabampo el pasado fin de semana, que por si
fuera poco no es la primera vez; comercios limitados para vender sus productos,
cajeros sin servicio, red de telefonía celular nula, y haciendo lo que
usualmente suele hacer: retroceder como municipio. ¿De quién fue la culpa?
¿Quién asume los daños ocasionados? ¿A cuanto ascienden las perdidas
ocasionadas? ¿Qué hace el ayuntamiento? ¿Qué hacen sus Diputados (tantos que
tiene el mpo. y ninguno visita el terruño)? ¿Les importará? o ¿se está
acostumbrado a tantos daños causados por los que creen ser dueños del municipio
que ya la sociedad ni se inmuta de ello? Lo cierto es que Huatabampo todavía,
no esta conectado.
Dr. César
Álvarez Pacheco
@cesar_alvarezp
Huatabampo,
Sonora.
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