Cuando
el presidente estadounidense John F. Kennedy propuso al Congreso y a los
ciudadanos de EU el compromiso de enviar astronautas a la Luna, sus motivos
eran obvios; Una carrera contra la Unión Soviética. Hoy la carrera fue por una
vacuna, y ya se declaró un vencedor.
La
decisión de Kennedy de competir con la Unión Soviética en ser el primero en
llegar a la Luna se produjo en respuesta al viaje espacial, el 12 de abril de
1961, de Yuri Gagarin, un cosmonauta soviético. Rusia había sido el primer país
en lanzar un satélite, el Sputnik 1, en octubre de 1957, y había humillado a
Estados Unidos en ser el primero en colocar un hombre en la órbita terrestre.
Había mucho en juego: por un lado, la continuidad del liderazgo de Estados
Unidos a los ojos de muchos países de Europa y Asia; por otro, la lealtad de
los nuevos países independientes de África y otros continentes, que por
entonces empezaban a sacudirse su pasado colonial y buscaban una forma de
organización de su futuro político y social. El prestigio internacional que
resultaría de tal logro, le aseguraron a Kennedy, sería parte de la batalla que
se libraba en el frente difuso de la Guerra Fría. El impacto del alunizaje del
Apolo 11 fue inmediato, mundial y positivo. Incluso hoy, la mayoría de quienes
presenciaron o escucharon aquel día la retransmisión de los primeros pasos en
la Luna recuerdan perfectamente dónde estaban en ese momento. Sin duda un
evento histórico en la mente de muchos, sin embargo hoy la carrera fue por una
vacuna; la vacuna del SarsCov2, mismo que ha causado un impacto mundial desde
su propagación en su ciudad de origen, China. Rusia no se quiso quedar atrás y
le recordó al mundo su capacidad para ser potencia mundial y mando un mensaje
en el nombre: Vacuna Sputnik V. El lograr una vacuna contra el COVID-19 se
convirtió desde el primer anuncio de la pandemia en la prioridad de cada
gobierno y más de 200 laboratorios del planeta trabajan desde entonces contra
reloj para encontrar una solución que termine con esta terrible pandemia. En
estas condiciones, el anuncio del presidente ruso, Vladímir Putin, indicando
que el Centro Nacional de Investigación de Epidemiología y Microbiología
Gamaleya ha registrado la vacuna rusa contra el coronavirus Sputnik V en el
registro estatal de medicamentos del Ministerio de Salud, la cual provocó no
solo alegría, sino también desató estupor y dudas sobre la calidad, eficiencia
y seguridad de esta vacuna. Y no podía ser otra la reacción para quien un país
como Rusia, que recién pasó del socialismo al capitalismo, se esperaría no
tener la capacidad de convertirse en el primero en el mundo en producir la
vacuna contra el temible COVID-19. Sin embargo, el mismo día del anuncio del
registro de su vacuna Sputnik V han recibido pedidos por 1.000 millones de
vacunas de 20 países. Mientras que la vacuna mRNA-1273 creada por la
corporación Moderna no va a estar lista hasta el 3 de noviembre, como lo estaba
esperando Donald Trump, sino para el comienzo de 2021. Las corporaciones de EU
ya han recibido más de 8.300 millones de dólares para el desarrollo de la
vacuna contra el coronavirus. También poseen la autoridad de establecer el
precio, determinar la distribución de la vacuna poniendo sus intereses
comerciales encima de las prioridades de la salud, como es usual en el país
vecino. No hay que olvidar que el mercado mundial farmacéutico es de 1,3
millones de millones de dólares y la misma Johnson & Johnson que está
preparando su vacuna contra el COVID-19 ya proyectó obtener en 2020 más de
86.000 millones de dólares. La inesperada entrada de Rusia en este mercado
farmacéutico está haciendo peligrar sus cálculos financieros.
Por
otro lado, México y Argentina anunciaron la semana pasada un acuerdo con
farmacéuticas de ambas naciones para producir de forma conjunta la vacuna que
desarrollan la compañía AstraZeneca y la Universidad de Oxford, cuya producción
comenzaría en el primer trimestre de 2021. El gobierno de México, además, ha
firmado convenios con un laboratorio de Estados Unidos y dos de China para
acoger ensayos clínicos de la fase 3 del protocolo para la vacuna de Covid-19,
anunció Ebrard la semana pasada. Ebrard también se interesó por la vacuna rusa
y hasta el mismo presidente mencionó que sería el primero en aplicársela. No
olvidemos que el Canciller Ebrard es excelente con las relaciones públicas y
por lo mismo le quedo el cargo “como anillo al dedo”. Veremos después el
desenlace con la carrera hacia la esperada vacuna.
Dr.
César Álvarez Pacheco
@cesar_alvarezp
Huatabampo,
Sonora.
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